Zapatos de ida y vuelta. Arte y penuria en la Finlandia de hoy

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Por Mario Sasot 

VAASA (Finlandia).- La Bienal de arte de Botnia, en la amplísima región de Ostrobotnia (Pohjanmaa) en el Oeste de Finlandia, con sede principal en la ciudad costera de Vaasa,  ha supuesto un cúmulo de experiencias individuales y colectivas de más de cincuenta proyectos creativos…

…que rompen con los parámetros del arte estanco y normativizado y abre caminos a la interacción entre las diversas disciplinas y a la colaboración del artista con instituciones sociales que agrupan a los colectivos menos favorecidos de la sociedad. La Bienal abrió sus puertas, si así puede decirse de un conjunto de instalaciones, muchas de las cuales se encuaban en espacios abiertos, el 9 de septiembre y clausuró sus últimos eventos el 19 de octubre. 

    Durante los dos años anteriores, el Centro para la Promoción de las Bellas Artes de la región Ostrobotnia (Taike) fue seleccionando una cincuentena de proyectos artísticos que han podido verse en esas fechas en más de veinte sedes distribuidas en diversas ciudades finesas. Además de Vaasa, que alberga el grueso de esta producción artística, podían verse obras o asistir a eventos de esta bienal en otras ciudades de la orilla finesa del Báltico como Kokkola, Seinajoki, Uusikaarlepyy o incluso en Bristol, (GB).

   Norah Nelson, una finlandesa de padre británico, responsable de la proyección y relaciones internacionales de la Bienal, nos dice que “ha habido siempre una estrecha colaboración entre las distintas bienales que se han ido sucediendo. Nosotros hemos llevado actividades nuestras a las bienales de Hamburgo y Bristol y ahora esta última ciudad ha acogido algunas obras nuestras”.

   Una forma más de optimizar recursos en unas bienales que cuentan con un presupuesto muy limitado. La de Vaasa, según nos confiesa Norah Nelson, “no alcanza los 10.000 euros de presupuesto”.

   Ello ha creado problemas al mismo desarrollo de la Bienal porque muchos artistas, que han tenido que pagar sus propios desplazamientos, los materiales empleados, etc., no han podido hacer un segundo viaje para recoger sus obras al término de la bienal y aquéllas han “desaparecido” de los espacios y las galerías bastantes días antes de las fechas de clausura   previstas en el programa, con el consiguiente desconcierto y frustración de algunos visitantes.    

    Según Nelson, la filosofía de esta bienal ha sido seleccionar, bajo el epígrafe genérico de “Matkalla” (De viaje), “proyectos artísticos en que primase la interdisciplinaridad, el diálogo entre diferentes artes y  la participación, bajo la batuta de artistas profesionales,  de diferentes colectivos con riesgos de exclusión, dentro de lo que modernamente se califica como arte social o cooperativo”.

     En este sentido se han podido ver, en la Biennale finesa, desde muestras de artesanía, arte visual, obras de diseño, de literatura, cine, perfomances, encuentros de artistas, exposiciones plásticas y escultóricas hasta representaciones en vivo de teatro, música y danza. “En una de las perfomances,  se unía un espectáculo circense acompañado de una interpretación musical y de la realización simultánea de una pintura.” –explica Nelson.

    Dentro de este contexto doble de imbricación social y del concepto “Viaje” que da título a la bienal no podían faltar obras e instalaciones alusivas a la emigración. Es el caso del montaje titulado “Tracing Places” (Localizando lugares) donde la artista visual Britt Kooststra  y el productor audiovisual Arvid van der Rijt crearon una instalación “sensorial” donde se perciben, junto a elementos icónicos como mapas, rutas, fotografías, etc., los colores, olores y otras sensaciones más simbólicas que remiten a tierras lejanas. Otros trabajos con la emigración como leitmotiv  son “Una sala de espera en el Ártico”, de la artista visual  Kyösti Linna y el fotógrafo Gunnar Bäckman, o la muestra “Minulla oli kaksi kotimaata” (Yo tuve dos patrias) de Sirpa Seppelin, Alli Alho, Llena Havu-Erhie y Petri Judin.

    Otras obras hacían alusión a temas trascendentes como  la soledad y la eternidad, título de la instalación de Minna Lindblad, Afa Vuotila, Olli Kiviluoto y otros, que pudo verse en el Instituto Kuula de Vaasa. También hubo trabajos irónicos y críticos como el de “Money, money, money  – art and the economy”, en la Escuela de Arte Nórdico de Kokkola,  donde diversas esculturas de estilo clásico aparecían con billetes de euros incrustados o adheridos a ellas. Desgraciadamente, y a causa de la falta del dichoso “money”, la muestra fue retirada antes de tiempo y cuando fuimos a verla, ya no estaba.

    Una experiencia de arte colectivo e interactivo reseñable fue la titulada “Coming Back” en homenaje al artista Robert Back, que también colaboró en el evento, donde varios autores ofrecieron obras plásticas, fotográficas y escultóricas en espacios abiertos y públicos del barrio de Nykarleby, donde se halla la escuela de Arte de Vaasa, en el que alumnos de esta escuela y público en general podían interactuar en un diálogo directo con los artistas.  

 

“Estas botas son… para ser pintadas”

    Dentro de los proyectos -a mi juicio- más interesantes presentados se encuentra el titulado “Kehä” (anillo, circunferencia),  de Soivi Nikula, una artista finlandesa de Kalajoki, ciudad marinera al norte de Vaasa, que reside en Aínsa (Huesca)  desde hace más de 10 años.

   Partiendo de la filosofía participativa y de trabajo con instituciones sociales que promueve esta Bienal,  y del concepto “viajero” que la preside,  Soivi contactó, desde Aínsa,  con dos entidades de Vaasa: la Fundación  Júpiter, cuya sección Startti  está dirigida por Jinna Vilponen, dedicada a buscar alternativas a jóvenes en paro;  el Ikä Keskus, un centro de ocio para mayores, y con la  Keska- Pohjanmaan Opisto, de Kokkolla, que ayuda, asesora y da trabajo a discapacitados físicos y psíquicos.  Bajo la supervisión de las responsables de estas asociaciones, más de  de un centenar de personas  se ha dedicado a “tunear”, con técnicas diseñadas por Nikula, zapatos desparejados, donde los participantes “han podido sacar al exterior su forma de ser, sus ilusiones y su forma de ver el mundo” –  según nos comenta Nikula.

    Este conjunto de obras individuales se convierte, con la intervención de Soivi, en una única obra colectiva, colocando este conjunto de más de cien zapatos decorados en círculos concéntricos  (kehät), inspirados en la estructura del monumento neolítico británico “Stonehenge”. Esta obra de Nikula pudo verse  en los jardines que rodean un antiguo cuartel (Kasarmialue), en el parque de Korsholman, en Vaasa.

     La artista y licenciada en Bellas Artes Soivi Níkula, que ha trabajado en múltiples proyectos artísticos, historiográficos y artesanales en la comarca del Sobrarbe, y que ha estado a cargo, durante varios años, del Museo etnológico de Artes y Oficios de Aínsa, nos cuenta los objetivos que se propuso cumplir, desde su génesis, con el proyecto Kehä. “Comentándolo con las coordinadoras de las distintas instituciones participantes en el proyecto, todas coinciden en que actividades de este tipo fomentan la comunicación entre los miembros de cada colectivo  haciendo que se relacionen  cotidianamente entre ellos en torno a una meta común. Esta actitud  puede  ayudarles a  salir de su marginación, en el caso de los jóvenes,  o de su situación de soledad, en el caso de los ancianos. Aparte de la satisfacción que les produce participar en la creación de una obra colectiva que luego van a contemplar miles de personas, y que eleva su autoestima”.

    Jinna Vilponen, responsable del Servicio para Jóvenes Desempleados de la Fundación Júpiter de Vaasa, nos explica que “De los 49 zapatos que se han decorado en la Fundación Júpiter, siete de ellos fueron hechos por personas integradas en mi Servicio. Se trata de jóvenes de entre 15 y 24 años que en estos momentos no están trabajando ni estudiando. El resto de los zapatos fueron decorados por gente que asistió a la Noche de las Artes, una jornada en la que nuestros jóvenes mostraron sus trabajos artísticos y artesanales, incluidos sus zapatos ‘tuneados`.  La actividad se abrió también a nuestros antiguos miembros rehabilitados y al personal que trabaja en la Fundación.  En total han participado personas de los dos sexos y de todas las edades, niños y adultos, y con diferentes situaciones y experiencias vitales.”

   Al igual que planteaba desde un principio Soivi Nikula como “alma mater del proyecto”, Jinna Vilponen también considera que “gracias a esta actividad, todo ese tipo de personas han proyectado  en esos zapatos sus sueños y sus planes de futuro”.

    “Para los jóvenes que han participado en el proyecto ‘Kehä’ su principal objetivo es encontrar una plaza escolar en algún Instituto o Escuela de Formación  Profesional, para los más mayores, rehabilitados del proyecto, su meta es encontrar un trabajo que refuerce su dignidad y su autoestima. Pero a todos ellos les ha unido el amor y la ilusión  que han puesto en su trabajo artístico. Era estimulante  ver cómo crecía su imaginación y su iniciativa. Todo esto  se consigue muy raras veces  en una actividad estrictamente regulada y limitada”. 

   La  libertad creativa de que han gozado sus participantes se nota en la variopinta gama de materiales  utilizados en su elaboración.

    “Mientras pintaban añadían elementos de lo más sorprendente”- explica Jinna. “Algunos de los participantes mostraban ya, en la elección del material a trabajar, sus preferencias  profesionales o sus hobbies, como zapatos de fútbol,  botones,  o cremalleras. La mayoría de ellos están pintados con colores muy brillantes, y algunos con flores dibujadas. Otros están recubiertos de tela, encajes o papel.”

   “Mi zapato, por ejemplo – confiesa Jinna Vilponen- está decorado con muchos tornillos, tuercas y pequeñas bombillas. Creo que es porque yo misma me siento como un robot lleno de energía, je, je.”

     También Soivi Nikula, la autora intelectual de este proyecto circular, colectivo y viajero,  ha tenido como protagonista, motor e hilo conductor, a  un “zapato montañés” que ha ido narrando, desde sus páginas de Facebook, las peripecias  que ha ido sufriendo la gestación del mismo  hasta llegar a la Muestra de Vaasa.

    “Mi zapato, encontrado en la basura en las calles de Aínsa, y remozado con cera y betún ha ido contando en este tiempo historias  acerca de los lugares que veía en sus largas caminatas  por los caminos y montañas del Sobrarbe.  Al mismo tiempo daba cuenta de las incidencias y las transformaciones que sufrían sus otros compañeros-zapatos en las orillas del golfo de Botnia, en Finlandia y de las actividades que realizaban los miembros de los colectivos sociales que han participado en el proyecto.“ 

Más información: https://masdebringue.wordpress.com/

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