Por Rafael Gabás
Parthenope es el nombre de la protagonista del film y además el primer nombre de la ciudad de Nápoles, en origen una pequeña colonia griega fundada en el siglo VII antes de nuestra era.
Parthenope nace allí en 1950 y el director nos muestra su trayectoria vital a través de las sucesivas décadas hasta llegar al momento actual.
Sorrentino vuelve a Nápoles, ciudad siempre presente en su cine (Fue la mano de Dios, El hombre de más, etc.) y vuelve porque es el lugar donde nació, el lugar que más admira pero también el lugar donde perdió a sus dos padres en un trágico accidente siendo adolescente: Hay un gran amor y pasión por su ciudad, pero también elementos turbadores, oscuros, inquietantes…
En sus primeros cortometrajes ya se percibía la influencia del cine italiano de las décadas posteriores a la 2ª Guerra Mundial (periodo prolífico y espectacular); Sorrentino tenía (y tiene) claro que hay que renovarse e innovar, las historias deben ser contadas de manera diferente, el estilo debe dar un giro de 180 grados y que era preciso salir del epicentro romano; Siempre ha sido fiel a estas premisas, fiel a sí mismo, a veces en exceso, cierto, pero en el mundo en que nos movemos y dentro del cine mayoritariamente consumista esto es un valor, sin duda.
De su propia infancia y adolescencia en Fue la mano de Dios pasa a la vida de Parthenope, quien como el mito nace en el mar a los pies del Vesubio, en su querida ciudad, ciudad que no es sino un personaje fascinante e inaprensible del film y que parece tener vida propia. La película puede dividirse en dos partes claras más una pequeña coda final, una primera que sería un Bildungsroman cinematográfico, un periodo claramente formativo (ilusión y esperanza); en la segunda parte Sorrentino profundiza en aspectos existenciales (cierta desilusión y cierta desesperanza) y la coda final es la vejez (Stefania Sandrelli). Estas tres partes se corresponderían (algo que apuntó el propio Sorrentino) a las tres fases de la vida según Kierkegaard. La fase estética, de disfrute, del buen vivir; la fase ética, del trabajo y la responsabilidad y la fase religiosa del final de la vida.
Otro aspecto destacado del film es el trabajado guión y la precisión del lenguaje; en casi todos los personajes es tan importante cómo dicen las cosas como lo que se dice. Los diálogos van más allá, irónicos, sarcásticos, profundos y que encarnan la esencia de los napolitanos: Las conversaciones entre el profesor de antropología y la protagonista son un claro ejemplo de ello.
Parthenope es un ejercicio de estilo, es todo un placer visual y para los sentidos, no es mero entretenimiento ni está pensada para aquellos que están enganchados a ese gran número de películas estadounidenses ramplonas y adocenadas; Es un paseo por una vida, por una ciudad, un homenaje a la memoria y a la identidad; nos presenta un abanico de situaciones y personajes que entran y salen con absoluta fluidez en este laberinto existencial en el que paganismo y catolicismo, superstición y fe están imbricados (por no incluir el incesto y la Camorra) y parecen ser una misma cosa (algo tremendamente felliniano también): un mosaico de sentimientos, en definitiva, que obligan al espectador a estar atento y a mirar hacia su interior.
Celeste Dalla Porta es la omnipresente protagonista, correcta en su papel. Correctos también los secundarios, destacando el profesor Marotta (Silvio Orlando); La música de Daniele Marchitelli, habitual en films de Sorrentino, potencia, acentúa e intensifica la narrativa; aparecen además un par de canciones comerciales de Gino Paoli y Richard Cocciante.
Hay quien se empeña en comparar a Sorrentino con Fellini. Fellini es único e incomparable, no hay por qué entrar en ese juego. Son evidentes las influencias fellinianas, en el estilo especialmente más que en la historia, en la forma más que en el fondo. Si Fellini mostró el lado original y desconocido de Roma, Sorrentino hace lo mismo con Nápoles. Sorrentino, para bien, pero también para mal, es fiel a sí mismo, se repite a sí mismo, con ironía, con curiosidad y sin dejar de hacerse preguntas; la película debe ser vista sin prejuicios y sin ideas preconcebidas porque en el fondo Parthenope es el propio Sorrentino.
Como él mismo manifestó Parthenope es una película acerca de una mujer libre que vivió en un entorno que no le permitió ser libre.
Título: Parthenope
Dirección: Paolo Sorrentino
Guión: Umberto Contarello y Paolo Sorrentino
Actores: Celeste Dalla Porta, Silvio Orlando, Gary Oldman, Stefania Sandrelli, Luisa Ranieri, Isabella Ferrari
Fotografía: Daria D´Antonio