Por Don Quiterio
La firma zaragozana Contraseña acaba de lanzar una nueva edición de la primera novela del escritor francés Georges Arnaud (1917-1987), “El salario del miedo”, que rescata la traducción efectuada en 1990 por Encarna Castejón e incorpora un prólogo del profesor y escritor José Giménez Corbatón, y la ilustración para la portada de Alberto Gamón, a través del trabajo de diseño creado por Fernando Lasheras y Jesús Cisneros.
AL RESCATE DE GEORGES ARNAUD
La firma zaragozana Contraseña acaba de lanzar una nueva edición de la primera novela del escritor francés Georges Arnaud (1917-1987), “El salario del miedo”, que rescata la traducción efectuada en 1990 por Encarna Castejón e incorpora un prólogo del profesor y escritor José Giménez Corbatón, y la ilustración para la portada de Alberto Gamón, a través del trabajo de diseño creado por Fernando Lasheras y Jesús Cisneros. La filmoteca de Zaragoza ha sido el recinto elegido para la presentación del libro, gracias a la iniciativa de su director de programación Leandro Martínez, quien hizo labores de presentación y dio paso a Giménez Corbatón, Alberto Gamón y a los editores Francisco Muñiz y Alfonso Castán para contarnos los detalles de la obra. Tras el coloquio, como no podía ser de otra manera, se proyectó la adaptación cinematográfica que realizara en 1952 el también francés Henri-Georges Clouzot (1907-1977), a partir de un guión del propio realizador sin tener en cuenta el inicial propuesto por el novelista, si bien el cineasta sintoniza a la perfección con el espíritu del libro.
Buscador de oro, topógrafo, conductor de taxi, cantinero, marinero, traficante, camionero, novelista, periodista, guionista, dialoguista y actor, George Arnaud –de verdadero nombre Henri Girard- se ve involucrado en un oscuro suceso que marca su vida para siempre y le cuesta dos años de prisión. Cuando queda en libertad, dilapida la herencia familiar y emprende viaje a Venezuela. A su regreso a París, en 1950, publica “El salario del miedo”, novela que en seguida se convierte en un éxito editorial. La película homónima que Clouzot realiza poco después quintuplica el inical éxito editorial.
En el coloquio, los responsables de la iniciativa nos hablaron divertidamente de la editorial, centrada en dar forma a un catálogo en el que convivan tanto obras inéditas como editadas hace mucho tiempo de autores conocidos. En este caso, la idea es recuperar una excelente novela, con un argumento intenso, que todavía sigue vigente y para reconocer algunos pasajes que no son tratados en la versión cinematográfica, debido, al parecer, a posibles problemas con la justicia o la iglesia. De esta forma, se recupera un clásico cercano que ha quedado en el olvido. O también se habló de que, acuciado por la necesidad de dinero, Arnaud vuelve a vender los derechos de adaptación a William Friedkin, y el resultado no es de su agrado, y aún menos que haya sido rodada en Israel, pues siente un profundo desprecio por el sionismo. Se trata, en efecto, de la mediocre “Carga maldita” (1977), objeto de numerosos remontajes y que el propio realizador reniega de ella.
La historia, medio autobiográfica, sucede en un pequeño pueblo sudamericano, repleto de miseria y pobreza, de prófugos y delincuentes, donde una importante empresa norteamericana propone la peligrosa misión de trasladar, a través de la jungla, dos camiones cargados de nitroglicerina y se necesitan cuatro conductores (en la película, interpretados por Yves Montand, Charles Vanel, Peter Van Eyck y Folco Lulli). El fatalismo y el nulo precio de la vida en determinados contextos geográficos lo impregnan todo, hasta imprimir una textura casi mágica. “La novela de Georges Arnaud”, explica en su concienzudo prólogo el profesor Giménez Corbatón, “hace justo honor a su título, pues el miedo es su verdadero protagonista. Aparece mencionado en numerosas ocasiones a lo largo del desarrollo y modula, dirige, impregna el comportamiento de sus personajes. Es un miedo que paraliza, que enloquece, que modifica las relaciones y los comportamientos humanos, que destruye”. Y añade: “El cosmos humano que describe Arnaud es un compendio de despojos viriles en los que la traición es la degradación moral que se esconde detrás de los comportamientos marcados por el egoísmo más radical. Son seres perdidos. Fracasados. Perdedores destinados a pudrirse en el medio hostil al que les ha llevado la aventura, quizá el destino”.
Tanto Arnaud en su novela como Clouzot en la película conducen magistralmente el suspense del relato mediante una acumulación de contratiempos e incidentes en el arriesgado viaje. La organización metódica del suspense interesa a Clouzot más que el examen moral del problema y el documento social del original. No obstane, en la primera parte de la película se nos da una descripción detenida del pueblo y sus habitantes, con un clima extremadamente sórdido y opresivo, si bien con algunas concesiones al pintorequismo, en el que se mueven los vagabundos, aventureros y exiliados extranjeros, políticos o de derecho común, que protagonizan la segunda parte de la obra.
Si Arnaud se nos muestra como un personaje visceral, rebelde y conflictivo, Clouzot es otro autor especial e inmoderado que sufre, pocos años antes, el ultrajante epíteto de colaboracionista por haber ejercido de ayudante de dirección y director de doblaje en películas alemanas durante la ocupación. En 1942 dirige el ingenioso policiaco “El asesino vive en el 21”, en donde aparece ya su gusto por las atmósferas opresivas y los personajes pintorescos. Su siguiente filme, “El cuervo” (1948), inserta una intriga entre psicológica y criminal en el escenario inédito de una ciudad de provincia francesa. Su libre adaptación de “Manon” (1948), según la novela de Prévost, provoca cierto escándalo por sus acotaciones sádicas y necrofílicas. Su atracción por el “grand-guignol”, teatro para el que escribe algunas obras, se manifiesta en “Las diabólicas” (1956), hábil pero discutible intriga. Ese mismo año realiza el excelente documental “El misterio Picasso”. A continuación, evoca, con acento kafkiano y deliberadamente desorbitado, el tenebroso mundo del espionaje, nacido como fruto de la “guerra fría”, en “Los espías” (1957). Su espíritu polémico le lleva a plantear, en “La vérité” (1960), el problema del conocimiento de la verdad en un proceso criminal. A lo largo de su obra, utiliza los temas criminales o policiacos como vehículo para exponer sus ideas pesimistas y anarquistas sobre el mundo, con abundancia de elementos crueles o torturados y un gusto por la violencia que convierten en visiones alucinantes sus imágenes realistas.
Clouzot, al adentrarse en la novela de Georges Arnaud, realiza su mejor filme, de violencia y tensión emotiva, premiado con la Palma de Oro en Cannes y con el Oso de Oro en Berlín. Una gran película y una gran novela. Y todo un acierto esta nueva edición lanzada por los chicos de Contraseña. ¡”Chapeau”!