El patrullero de la Filmo: Fin de Temporada


Por Don Quiterio

 

    Se supone que el cine nos envenena de sueños la vida. Se supone que la vida es algo complejo en donde ocurren todo tipo de cosas, divertidas y patéticas, sonrojantes y perturbadoras, que en el gran bazar hay de todo. Y en este gran bazar fílmico que es la filmoteca hay, efectivamente, de todo: drama, comedia, ensayo, documental…

    Leandro Martínez, director de programación de la Filmoteca de Zaragoza, siempre explica la vocación de este centro abierto a todo tipo de público, que no haya perdido la capacidad de aprender. No le gusta la idea de una catacumba para iniciados. La tarea de una filmoteca es hacer una revisión permanente de la historia del cine. No cabe pensar, por tanto, que las filmotecas son solamente archivos, museos o almacenes, como tampoco es simplemente una sala de cine: tiene que ser las dos cosas juntas. Lo que se busca es que una película sugiera, conmueva, inquiete, seduzca, que diga algo a la gente.



    Y esto es precisamente lo que se pretende con este fin de temporada –volverán las proyecciones después del periodo estival- con los ciclos dedicados al cine amerindio y al cineasta japonés Kazuo Hara. De este singular documentalista, prácticamente inédito por estos lares, se programan cuatro filmes líricos y a la vez airados: “Sayonara PC” (1972), “Sokushitteki Eros” (1974), “Yuki Yukite Shingun” (1987) y “Zenshin Shasetsuka” (1994).



    El ciclo de cine amerindio nos ofrece un viaje contra el olvido, un recorrido por ciertas comunidades indígenas del continente americano y su ancestral estilo de vida, del que, poco a poco, son arrinconados por la especulación política y financiera. Historias documentales que reflejan los puntos de vista de los pueblos indios, muchos de ellos en proceso de desaparición biológica y cultural, como las realizaciones estadounidenses de Chris Eyre “Skins” (2001) y “A Thousand Roads” (2005). O historias de grupos nativos que se ven obligados a dejar sus tierras en “2501 migrants: a journey” (2009), de la mexicana Yolanda Cruz. O “Trudell” (Heather Rae, 2004) y “Trespassing” (Carlos de Menezes, 2005), dos documentales de producción norteamericana sobre los pueblos y las personas que creen en el diálogo para la superación de los problemas. O, también, el documento canadiense de Neil Diamond “Reel Injun” (2009), que analiza la imagen que ha dado la meca hollywoodenca de los indios americanos, usando fragmentos de clásicos –y menos clásicos- del western, algunos de ellos puestos en entredicho.



    Paralelamente, la filmoteca ofrece una selección de filmes de estreno, todos producidos en el año 2010, de diferentes procedencias y de propuestas y resultados dispares. Así, “Mujeres de El Cairo”, del egipcio Yousey Nasrallah, es un valioso filme de compromiso y de denuncia que, con sus defectos y esquematismos, aborda varios casos y testimonios de mujeres sometidas a un sistema social injusto. Del chileno Raúl Ruiz se programa “Misterios de Lisboa”, una vorágine de aventuras y huidas, coincidencias, sentimientos, pasiones violentas y venganza en esta ingeniosa traslación de “Los misterios de París” a la capital lisboeta, cuyo extenso metraje –casi cuatro horas y media de duración- se convierte en un hermoso y variado crisol de emociones y situaciones inspiradas en los folletines clásicos. Con “El último verano”, Jacques Rivette, uno de los directores de la “nouvelle vague” francesa, nos ofrece un frío e intenso relato alrededor de un pequeño circo ambulante que suena a testamento cinematográfico. Y del impronunciable Apichatpong Weerasethankul se proyecta “Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas”, una muy sugerente consideración de leyendas y realidades, de muerte y reencarnación, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

    La programación de estrenos se completa con los españoles José María de Orbe, Manuel Martín Cuenca y José Luis Guerín, de los que se proyectan, respectivamente, “Aita”, “La mitad de Óscar” y “Guest”, tres filmes a tener muy en cuenta que reflexionan, cada uno a su manera, sobre la fugacidad de la vida y la relatividad del tiempo, esa medida de las emociones para establecer categorías en la memoria. Tres películas españolas, en fin, sin mucha repercusión, no estrenadas comercialmente en Zaragoza, pero grandes, como los burros grandes. Anden o no anden.

   Y con esto y un bizcocho (el irregular cortometraje “Figura”, del oscense Maxi Campo), del acordeón hablaremos después del periodo estival, que diría Mark Twain. Salud y fin (de temporada).

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