Por Miguel Ángel Yusta

     Con valentía y decisión, pero también con una gran incertidumbre, se está iniciando la nueva Temporada 20-21 en los principales teatros de ópera del mundo y, naturalmente, en los españoles.

    Los programas previstos con anticipación son excelentes pero el virus, que ha atacado de nuevo y especialmente en España favorecido en parte por la insolidaridad e inconsciencia de muchos, tiene la última palabra.

    ¿Se podrán desarrolar las funciones normalmente? ¿Habrá que introducir aplazamientos, cambios e incluso suspensiones de nuevo? Hay que decir que las medidas sanitarias adoptadas en los diferentes teatros son ejemplares, como lo es la necesidad de la expresión cultural, en este caso la ópera, que da sustento a miles de trabajadores desde las figuras en el escenario o el podio hasta los más modestos -y necesarios- empleados de peluquería, vestuario o electricidad, pasando por músicos, cantantes de coro, administrativos y un larguísimo etcétera.

    Las disposiciones cambian cada poco tiempo. Madrid se ha cerrado este 2 de octubre y el Teatro Real ha tenido que redefinir y reducir su aforo, que había provocado ya la suspensión -por protrestas del público- de una de las funciones del «Un ballo in maschera». Por otra parte, el Metropolitan neoyorquino, ha suspendido definitivamente la temporada y hasta septiembre de 2021 no habrá ópera. Así estamos…

    Debemos romper, una vez más, una lanza en favor de la Cultura cuya expresión en espectáculos líricos durante el verano ha sido modélica en la prevención de los riestos de contagio y de la que tal vez deberían haber tomado nota en otro tipo de reuniones y actos en los que la transgresión de las normas ha sido la constante.

   Madrid y Barcelona son las capitales con temporada de ópera más larga. Madrid ha comenzado con «Un ballo in maschera» (Verdi)  con, entre otros, Sondra Radvanowsky, Michel Fabiano, Anna Pirozzi y Artur Ruzinski . Por su parte el Liceu barcelones abre el telón operístico este 1 de octubre con «Il trovatore», la obra verdiana que transcurre en parte en nuestra Aljafería y que será interpretada por Rachel Willis-Sørensen, Yusif Eivazov, Ludovic Tezier y la Azucena de la mezzo hamburquesa Okka von der Damerau, bajo la batuta de Gustavo Dudamel. Antes, un histórico recital de Sondra Radvanowsky y Piotr Beczala, ha llenado de aplausos la sala, reducida al cincuenta por ciento de aforo.

    Tras estos estrenos, se inicia un recorrido hasta el verano de 2021 lleno, como decíamos, de incertidumbre pero también de firme propósito por los responsables de los teatros de, manteniendo exhaustivamente las normas de seguridad del momento, abrir los telones y que la Cultura fluya con la necesaria libertad tanto al espectador presente como a través de previstas transmisiones que pongan las obras al alcance y conocimiento del gran público.

   También ha reanudado nuestro Auditorio su actividad cuya programación con, entre otros, un exitoso recital de Sabina Puértolas acmpañanada muy eficazmente al piano por Esther Ciudad y que ha puesto en pie al público en una gran ovación final. Sabina es, hoy, una de las principales sopranos del panorama lírico mundial y junto a la solvencia de Esther nos procuraron una jornada lírica inolvidable.

    Necesario será que los esfuerzos de todos los responsables por reabrir los espacios de nuevo y comenzar la andadura que se antoja especialmente complicada, se vean recompensados por la asistencia de un público que, en nuestra ciudad y en este caso,  ha respondido muy positivamente en los casi veintiséis años de existencia de un Auditorio que se encuentra, en trayectoria y programación, en un lugar especialmente destacado del mundo musical.

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