El Beato de Liébana, un comic de hace 1.000 años


Por Antonio Tausiet

    Los manuscritos religiosos medievales suelen ir acompañados de excelentes ilustraciones, muchas de las cuales son viñetas que relatan una historia, igual que lo que hoy conocemos como cómic.

    El Apocalipsis, el libro más excéntrico de la Biblia, inspiró volúmenes de lo más atractivos, por los minuciosos dibujos que le acompañaron.

  1. El Apocalipsis

    El Apocalipsis es el último de los libros que componen la Biblia, dentro del Nuevo Testamento. Según la tradición, fue escrito en el año 96 por san Juan (el mismo apóstol que redactó uno de los cuatro Evangelios) en la isla griega de Patmos, en el mar Egeo, durante su destierro bajo Domiciano.

   Es una profecía (apocalipsis quiere decir revelación) que trata de dar esperanza a los cristianos perseguidos en esos momentos, y además muestra las catástrofes que sufrirá el mundo antes de la Parusía (segunda venida de Jesús a la Tierra) y la derrota de los enemigos de Dios. Desde la Edad Media, la palabra apocalipsis es sinónimo de fin del mundo (fenómeno del milenarismo).

   El género apocalíptico es de un estilo alegórico repleto de visiones y símbolos. Se relata una sucesión de escenas -al modo del cine o el teatro- en el que todos los elementos naturales entran en acción, siendo los ángeles los directores del espectáculo. Ni los mismos católicos se ponen de acuerdo en su interpretación, aunque a muchos papas les ha servido para aludir a él respecto a sus tiempos contemporáneos (parafraseando a Coppola, Apocalipsis ahora).

   Uno de los personajes más famosos del Apocalipsis es Abbadón, El ángel exterminador, porque dio título a una película de Luis Buñuel. Aunque este texto no es donde mayor protagonismo adquiere en la Biblia. Su aparición estelar se da en el Éxodo, cuando mata a los primogénitos egipcios por esclavizar a los israelíes.

    Consta de siete visiones que suman 404 versículos, y contiene 518 citas del Antiguo Testamento. Cada una de estas siete visiones tiene otras siete complementarias y otras curiosas revelaciones. Algunos autores dividen la obra en tres partes: introducción (hasta 1:8); cuerpo de la obra (visiones) y conclusión (desde 22:6). En su desarrollo se pueden distinguir cuatro tiempos: el pasado, hasta la primera venida de Cristo; el presente, hasta el fin de la persecución contra los cristianos; el milenio, o la paz tras las persecuciones; y el «fin lejano», con la victoria del bien contra el mal.

  1. El Beato de Liébana

    Beato de Liébana (celebrado luego como san Beato el 19 de febrero) fue un monje cántabro del siglo VIII, que escribió un Comentario al Apocalipsis el año 776, recopilando diversos textos anteriores. Su obra, con una segunda versión en el 786, fue copiada e ilustrada con profusión, y se conserva una treintena de estos manuscritos iluminados, que se han hecho célebres sobre todo por sus coloridas miniaturas.

   Esta fama ha llevado a que el apodo del autor haya dado nombre también a su obra, desplazando el título original. Así, los libros del Comentario al Apocalipsis son conocidos como Beatos.

    Para este artículo, he editado imágenes del Beato de Facundo, de 1047, llamado así por el nombre del transcriptor, aunque el autor de los dibujos es desconocido (si no fue él mismo). Es también denominado Códice de Fernando I y doña Sancha, reyes de León entre 1037 y 1065, que lo encargaron. Se conserva en la Biblioteca Nacional de España y está ilustrado con 98 miniaturas románicas. Un Beato posterior es conocido como Códice de Santo Domingo de Silos o Beato de Silos, de 1109. Se conserva en la Biblioteca Británica y consta de 106 miniaturas.

   He escogido seis ilustraciones para comentar, a modo de ejemplo de lo que podría ser una vasta obra.

  1. Dibujos introductorios

   El autor de las ilustraciones se toma su tiempo para entrar en harina. El libro comienza con una serie de dibujos introductorios. Veamos tres de ellos.

3.1. Cristo, supuesto inspirador del libro, dice ser “el Alfa y la Omega” (el principio y el fin). Por eso le vemos tras una gigantesca letra Alfa y sosteniendo en su mano izquierda una Omega. Esta estampa sirve de primera introducción al texto.

3.2. La Cruz de la Victoria, con el Alfa y la Omega colgando, es la misma que aparece hoy en la bandera del Principado de Asturias. Está sostenida por el cordero de Dios (Cristo). También los cuatro monosílabos: “Pax, Lux, Rex, Lex” (Paz, Luz, Rey, Ley) hacen referencia a Cristo. Seis músicos tocan sus laúdes adorando al cordero. Se trata de una segunda estampa introductoria.

3.3. Esta ilustración parece que representa arriba a Beato de Liébana. Sobre él está escrito: “Hic Matteus genus hominem generaliter implet” (Mateo completa de modo general este género humano). Abajo, san Mateo Evangelista entrega sentado las tablas genealógicas de Cristo a un monje. Es la tercera introducción.

  1. Otros tres ejemplos

   Del centenar de miniaturas de la obra, podrían destacarse como sumamente originales casi todas ellas. Aquí van tres, para abrir boca.

4.1. El incendio de Babilonia por sus pecados es un buen pretexto para realizar esta bonita ilustración urbana, que bien podría formar parte de cualquier libro actual de calidad. En las ventanas podemos ver una serie de vasijas, que parecen aludir a los utensilios sagrados robados por Nabucodonosor en la destrucción del templo de Jerusalén.

4.2. El planeta va siendo arrasado por las plagas, que dejan un rastro de muertos. En este fragmento se ven unos cuantos, y el fondo azul nos sugiere que están ahogados en el fondo del agua. Pero lo más destacable es que sus posiciones y figuras nos recuerdan vivamente a los cuadros de Matisse, en especial La danza (1909).

4.3. El arca de Noé aparece en el comentario al Apocalipsis, como metáfora de la Iglesia. Noé es Cristo y la paloma es el Espíritu Santo. Sin embargo, lo que más nos atrae son los especímenes que contiene. Arriba, la esposa y las nueras de Noé a un lado, y al otro sus tres hijos, Sem, Cam y Jafet. Más abajo, distintos animales, incluido un elefante. En el segundo piso se alojan los seres fantásticos: de derecha a izquierda, un dragón, un grifo, un león alado… y una mantícora.

    La mantícora es una criatura mitológica de origen persa, con cuerpo de león y cabeza humana, similar a las esfinges egipcias, pero sin alas. A veces se le describe con su cola equipada con un aguijón, como la de los escorpiones, e incluso varios aguijones. Su nombre significa “devoradora de hombres”. Durante la Edad Media se consideró a este monstruo como un animal real, y se le representó en los bestiarios y otras ilustraciones como esta.

Fuente: http://tausiet.blogspot.com/2023/05/el-beato-de-liebana-un-comic-de-hace.html

(Encabeza el texto una séptima miniatura: muestra al dragón, la bestia y sus adoradores)

El blog del autor: http://tausiet.blogspot.com/

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