Por Elena Verdú & Jorge Martínez
Este poema, o lo que quiera que sea, nació en una de esas noches de calles vacías, humo de mil cigarros y trinchera. Del año en que todo cambió, menos nosotros. Apuntando a todos los hijos de perra que viven, pero deberían morir.
Porque más triste es robar,
solamente queremos lo que es nuestro.
Las flores rebeldes
donde crece la calle
de padres huérfana como la libertad,
aquellas primaveras en los bares,
las guitarras,
cuando la piel de cada una era de todas.
Porque más triste es robar,
devolvamos al fin
el pan a nuestras hijas.
Asolemos los solares que estén solos,
tomemos por la fuerza nuestras plazas,
vaciemos cada tienda –es el momento-,
dejémonos la piel en cada bar.
¡Que se note!
Viejo orgullo,
que aquí estamos.
No volverá a llorar bajo la cruz
la Magdalena.
Será la risa esta vez
la que riegue las violetas
y moje al fin
el coño de este barrio.
Cortesías. Febrero. 2021