Un foro llamado ‘Archiletras’


Por Carlos Calvo

  Las publicaciones literarias están en peligro de extinción. Pero su papel es fundamental para que haya un debate intelectual.

    O un diálogo de calidad, más profundo, más argumentado que el que se da en las redes. Este tipo de publicaciones –ya sea en formato de revista o de libro- excede el terreno convencional del mundo de las letras en particular y el de las artes en general para mezclarlo todo con lo que le pasa a la sociedad.

  ‘Archiletras’ es un medio de comunicación global y panhispánico de la lengua que parece consolidarse en su versión divulgativa impresa trimestral a los quioscos y librerías, a la red de internet y, como broche, con una revista científica semestral de investigación. Iniciado en 2018, es el proyecto más personal del periodista Arsenio Escolar, al que un giro inesperado le desvía de su camino inicial: ser maestro de lengua y literatura, una pasión que perdura pese a los avatares de la vida.

  Se trata de una revista para un público culto en general y sirve, sobre todo, como herramienta de trabajo para profesionales que tienen la lengua como su materia prima, ya sean profesores de español, lingüistas, filósofos o traductores, y todos aquellos profesionales que tienen el lenguaje como motor de labor principal, ya sean escritores o publicistas, periodistas o sociólogos, políticos o politólogos. Lo que sostiene este sueño es el potencial económico, social, vital y cultural que aúna el castellano, con casi seiscientos millones de hispanohablantes en todo el planeta, para que cualquier tema local pueda estar al alcance de cualquier usuario esté donde esté.

  Un medio de comunicación hecho en castellano se puede consumir de manera instantánea en cualquier parte del mundo. Y esto es lo que pretende Arsenio Escolar: convertir ‘Archiletras’ en un gran foro de formación, debate, promoción, evolución e investigación de la lengua española, que es nuestra. Así, ofrece a los lectores exclusivas espléndidas, debates de fondo, atención a los acontecimientos en torno a la poesía, la novela, el ensayo, la filosofía, el teatro, la ópera, el cine, la ciencia, la música, el arte, el vídeo, la arquitectura, las manifestaciones todas de la gran cultura.

  La revista en su versión divulgativa impresa trimestral cumple su número siete, el de esta primavera del 2020. En sus páginas se pueden encontrar magníficos artículos del académico Pedro Álvarez de Miranda, la filóloga clásica Sol Genafo, el profesor de secundaria Cristian Olivé o la lingüista y sicóloga Mari Carmen Horno-Chéliz. Es jugosa igualmente la entrevista de Beatriz Valdeón a la escritora Nuria Barros, para quien “ningún error sintáctico es tan grave como la falta de imaginación”. O la escrita al alimón por Ana Cruzat y Elena Álvarez Mellado sobre la figura de Noam Chomsky, para aprender a sorprenderse de lo cotidiano. O grandes reportajes sobre el humor (escritos por Javier Rada o Leonor Ruiz Gurillo, con ilustraciones de Raquel Aparicio) en todas sus formas, su historia, su lenguaje, su semántica.

  Tampoco se pierdan el texto del grafólogo y periodista Pedro Aguilar Serrano, quien descubre en las firmas de Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Isabel Allende, Almudena Grandes o Federico García Lorca mucho del yo más escondido. Ni el ensayo de Carlos Mayoral sobre el azar como motor de la prosa de Benito Pérez Galdós. Ni, por supuesto, el escrito a cuatro manos de Estrella Montolío y Sebastián Bonilla en torno a la nueva y vieja retórica de los políticos españoles de hoy. A saber: Santiago Abascal, Cayetana Álvarez de Toledo, Inés Arrimadas, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Adriana Lastra, Rocío Monasterio, Pedro Sánchez e Irene Montero. No tiene desperdicio.

  España, unida a Iberoamérica, pugna por el liderazgo de la cultura universal y se encuentra en el grupo de cabeza de la expresión intelectual, pese a la degeneración que padece hoy el idioma. En ‘Archiletras’ solo tiene cabida la alta cultura, la que, desde los clásicos grecolatinos, cultiva el espíritu en sus más elevadas expresiones intelectuales. Y no lo duden: la cultura no es un arma, sino una necesidad. Por ahí empieza siempre lo bueno. Solo hay que saberlo contar. Porque ‘Archiletras’ sirve para celebrar la cultura profunda, argumentada. Para bien o para mal. Equivocada o no. Y escrita sobre las vides abiertas de la palabra, allí donde se esperguran los rastrojos. La verdad que nos hace libres.

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