Aforismos de Iván Iglesias Fernández


Por Jesús Soria Caro

     Iván Iglesias Fernández, profesor de Filosofía, nos desvela las claves de su acercamiento al aforismo, de la relación de este con la disciplina que imparte, abordando su capacidad para reformular ideas que el lenguaje convencional no alcanza.

     Reflexionando sobre su conexión con lo poético, ya que fuerza, al igual que lo filosófico, los límites de la palabra y del pensamiento. El autor tiene obra literaria publicada en gallego-asturiano, también ha traducido obras clásicas de la literatura española al mencionado idioma o variedad del asturiano. Su actividad literaria y creativa ha aparecido en las siguientes revistas y ediciones:

Trabatel. Revista eonaviega de literatura. Números 3 y 8. Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias. VVAA

Volumen Que nun se perda nel aire. Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias. VVAA

Revista Entrambasauguas. Academia de la llingua asturiana. Varios números. VVAA

Poemario A la mar. Ed. Trabe. VVAA

Disco Conceyo de cantares. Fundación Parque Histórico del Navia. VVAA.

He traducido al gallego-asturiano la adaptación de La vida de Lazarillo de Tormes realizada por el actor Carlos Alba, titulada As miserias de Llázaro de Tormes, presentada durante la celebración de la 39 Semana de las letras asturianas.

   Le planteamos a continuación una serie de preguntas sobre el aforismo, lo poético, literario y filosófico de dicho género:

  1. ¿En dónde queda lo filosófico en el aforismo?

    En su propia constitución y esencia. El aforismo ha sido en la Historia de la filosofía una herramienta recurrente para sus autores desde el periodo presocrático. No han faltado críticas a la reputación de este uso: el aforismo sería propio de una sesgada dislexia filosófica, falta de logos y trabazón conceptual, muestra evidente de la incapacidad para la generación de ese discurso constitutivo en la filosofía. Habrá, sin embargo, quien  considere que la esencia reside en su condensación conceptual apta para la sustancia filosófica: el cuestionamiento de lo dado, la reinterpretación de lo aprendido y, con ello, la generación de nuevos mundos conceptuales cargados, a la postre, de preguntas filosóficas.

  1. ¿Platón, si hubiera sido poeta en la posmodernidad, qué aforismo habría compuesto sobre las sombras de la virtualidad?

    Hay que navegar sobre muchos supuestos para imaginarse a un Platón netamente poeta. Las fakenews de la filosofía platónica eran las perversiones de su teleología moral vehiculada, entre otros elementos, a través de la poesía; de ahí, a buen seguro, la causa central del poco donoso escrutinio que Platón hace a sus poetas antiguos. El Poeta no ha fundado un Estado mejor, vendrá a decir en La República y su ignorancia es total, hará reflexionar a Sócrates en la Apología, como bien se ocupó de registrar Gadamer. Paradójicamente, se ha encontrado en la filosofía de Platón más formalidad y acercamiento poético del que, seguramente él hubiese querido. Perpetremos el atrevimiento: “La sombra es la penumbra de lo que tiene límite”. Y que Platón nos perdone.

  1. ¿Qué relación encuentras entre la escritura aforística y otros géneros literarios?

Quizá el aforismo no sea tanto género literario cuanto recurso para moralistas más o menos dogmáticos, si bien conocemos que el relato literario no es -evidentemente- ajeno a la moral. La aproximación formal más cercana, quizá coincidente, al aforismo en el terreno más netamente literario pudieran ser la greguería u otras construcciones metafóricas. Salvando estas minucias formales el aforismo, su concisión y profundidad, su audacia estético mediante el humor o la sublimación y revelación de lo oculto es, sin duda, un elemento formal de primer orden en la construcción de los diferentes géneros literarios que, pudiendo ser parte, pretende serlo todo en sí mismo.

  1. ¿Puede la filosofía o la literatura a través de géneros como el aforismo alcanzar lo que queda fuera de los límites del lenguaje?

     Al menos ese intento parece ser una constante a lo largo de la historia. Si creemos en que una de las aspiraciones de la poética es ser -al cabo- una contribución al gen de la ciencia, necesariamente el impulso poético engendra elementos no reductibles al lenguaje, al menos al lenguaje natural. La literatura y la filosofía tienen esa capacidad: articulan o son responsables con recursos y discursos diferentes -entre ellos las herramientas lingüísticas-, de la generación de un metalenguaje que en su germen aún no sea lingüístico, sino emocional, pero sin embargo sea capaz de construir la realidad que vamos -o iremos- conociendo. Platón quería racionalizar la emoción porque en el Estado Ideal no vale todo. Por eso desterraba a sus poetas clásicos. Aún estamos contemplando si lo ha conseguido.

 

Obra aforística y otras creaciones literarias

 

Aforismos y alguna otra sentencia:

 

El tiempo es un pobre diablo:

no es nadie si no tiene quien lo cuente.

……………………………..

Hace ya algún tiempo que lo sé.

La gente corre en vano, creyendo que va a alguna parte.

No.

Quiere, en realidad, escapar de sus propios monstruos.

Cada vez más abundantes.

Cada vez más terribles.

………………………………..

-¿Por qué lloras, Inés?

No ves que ha sido una broma.

-Sí. Pero es que la broma duró demasiado tiempo.

……………………………………..

Los recovecos se disfrazan de esquina.

Recanto.

Aparte.

No se repara en ellos por mor de su geometría incómoda.

Ni se llega del todo a ellos, aún con el mayor esfuerzo.

Pero sin recovecos,

Aún en casa redonda,

No hay casa.

……………………………………..

Créeme si te digo:

Conozco el mal.

Sí.

Le conozco.

Sé de sus ansias y su naturaleza

Porque somos inseparables y

Sin él

No soy.

El mal no cede

Ni descansa

Y gana

Además

Todas sus batallas

Esa es

Precisamente

Su condena:

No le es posible

Nunca

Dejarse vencer.

…………………………………….

 

En mi onírica habitación perfecta hay

Una mujer

Una cama ancha de castaño antiguo

Una mesita

Y una cama bien grande.

Un lavabo antiguo restaurado.

Una ventana de dos o tres hojas.

Algún ciento de libros y discos

Y unas cortinas bordadas

Que abren a la luz del sur.

 

Pero aparezco yo.

Y no cabemos.

 

 

 

No comprendo

al que crea un poema

y no lo libera

ya.

 

Sé que él no concibe

tampoco

aguardar en un cajón

cualquiera.

Muriéndose mientras espera

a ser de un cementerio

con forma de libro.

 

El poema

como el amor

es humilde,

pero tenaz

y no quiebra fácil.

 

Pide poco.

 

Pretende solo pasar

de una mente

a otra

de unas entrañas

a otras

antes de que se corrompa

y comience a pudrirse

como las palabras que quisimos decir

a quien se fue sin ellas.

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