Por Hugo Ester Laín
A los cuervos que vuelan violando
Las risas de los críos
Se apagan con las alas
Que despliega como buitre
tu santo uniforme
Tarde en la noche
Se rezan credos
Con puños en el pecho
Y penes en el cielo
¡Por mi culpa! ¡Por mi culpa!
¡Por mi gran culpa!
Como un hilillo de sangre
Se despliega tu lascivia
Y tu pútrido cuerpo
Se perfuma con el desodorante
Del cuervo y la inocencia
Y en tu purgatorio con olor a peculio
Grabarás versos en paredes
Mientras las almas de los niños
Escriban sobre tu piel con punzones
¡Por mi culpa! ¡Por mi culpa!
¡Por mi gran culpa!
Lovers in september
Los insectos que provocan huracanes
Son necesariamente un buen alimento
Para los enamorados que desdibujan fronteras
Acostándose en ajenas dimensiones
Continuándose por países, contando ignotas monedas
Bebiendo nobles cervezas, corazones que se advierten,
Y más si se tiene en cuenta que hay septiembres
Que duelen de belleza en cada ciudad que atraviesan
Pedaleando a la vez que se alejan.
Al violinista de Graefer Strasse
La cuerda de un violonchelo
Que al cielo ahorca,
el corazón verde de un viejo pájaro
envenenado, diapasón natural
embohemiado,
la antigua calle conduce el nuevo viento,
vibra el aire, rompe el timbre,
la canción se descompone.