Dato, sesgo y subjetividad


Por  Juan Casbas y Laura Linares

       Dato, sesgo y subjetividad es la última exposición del pintor Juan Casbas y la filósofa Laura Linares que puede verse en Zaragoza en el Estudio de Arquitectura PAC 17, en el barrio de Jesús, hasta el día 12 de noviembre.

    La exposición que presentan se trata de una pequeña muestra de sus trabajos, en la que pintura y pensamiento filosófico dialogan entre sí para reflexionar sobre la relación entre el ser humano y la tecnología, la inteligencia artificial y por último su impacto en la antropología humana.

    Partiendo de la visión del filósofo Vilém Flusser sobre el desarrollo de la tecnología y su relación con los seres humanos, se plantean las distintas revoluciones de la tecnología, desde la herramienta, a la máquina, de esta al aparato y del aparato, al dispositivo, a las redes que se tejen entre dispositivos.  Los dispositivos se vuelven omnipresentes en la vida de los seres humanos y a la vez, el ser humano pasa a ser un funcionario de las redes y la conectividad entre los diferentes dispositivos. El ser humano se hibrida hasta tal punto con estos que alcanzamos el punto de máxima alienación con respecto a al producto de nuestra creación.

     En la actualidad emitimos datos de forma constante y continua, unas veces a sabiendas y otras  sin saberlo, en todo caso, todos los datos emitidos conforman nuestra personalidad digital, o lo que se ha acertado en llamar, nuestro gemelo digital. Estos datos son procesados por el algoritmo y este en tiempo real nos ofrecerá un diagnóstico, una prescripción y una predicción que guiará las decisiones humanas, tanto a nivel individual como colectivo. Los dispositivos, acorde a la sugerencia dada por los algoritmos, nos ofrecerán contenido e información en función del patrón con el que nos haya identificado, de esta manera no nos darán acceso a toda la información posible, sino que por el contrario, sólo accederemos a sugerencias sesgadas.

    Esto implica, por un lado, un reduccionismo, pues hemos de ser conscientes de que lo que se nos muestra es solo a una parte de todos los contenidos e información que hay en la red, y por otro lado, las sugerencias dadas por la Inteligencia artificial pasarán de ser opciones posibles a opciones necesarias, serán la mejor opción posible. Por primera vez, un dispositivo supera y determina al juicio humano. Ante tal panorama, se abre la posibilidad de que el ser humano como ser crítico y autónomo quede obsoleto.

    Además del pensamiento, el cuerpo también ha de modelarse acorde a los principios de los dispositivos y de las máquinas. En una sociedad competitiva como la nuestra, en la que se nos exige la excelencia y la mejora constante, las máquinas son el modelo al que los seres humanos se han de parecer y con este fin la integración de máquinas y dispositivos en las personas está en auge. El ciborg, que no se enferma ni envejece, representa el triunfo de la tecnología sobre lo humano. Nos situamos a las puertas de un nuevo paradigma antropológico: el transhumanismo.

    En esta nueva etapa, al margen de su utilidad, el ser humano se instrumentaliza por completo y su obra culmina en la hibridación de sí mismo con los objetos tecnológicos que un día él mismo creó. Es el triunfo de lo creado sobre el creador.

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