Exposición en el Espacio Huecha: Vicente Villarrocha


Por Cristina Beltrán

Vicente Villarocha (Zaragoza 1955 – Madrid 2021)

    Vicente trabajó en la Escuela de Artes y Oficios como profesor de fotografía y fundador del  grupo de pintores Algarada, un hombre con criterio y conciencia para el que no todo era válido.

    Esta exposición fue presentada el 27 de agosto al caer la tarde, con gran poder de convocatoria y amplia difusión en distintos medios. Fueron seleccionadas más de cincuenta obras, Carmen Rodrigo Rojo dio lectura a su texto, Marta Domínguez recitó poesías del artista y Ángel Petisme hizo un recital muy especial conmemorando los 25 años de su disco «Cierzo» cuya portada realizó Vicente.

  Ante la extraordinaria propuesta no se resistieron amistades, su hija Laura y otras personas cercanas, supongo abrumadas ante la muestra de cariño.

    Desde El Pollo Urbano no pudimos asistir ese día así que, Carmen Rodrigo y la que escribe, cuadramos una tarde para dar una vuelta por Alberite de San Juan en compañía de Miguel Ángel Domínguez e Inmaculada Alonso, como anfitriones de su hermoso espacio, para volver a empapamos en los dibujos y pinturas de Vicente.

   Los sombreros vuelan, el sombrero vuela por encima de la cabeza, y como las ilusiones y nuestras huellas se van, quedan en otro tiempo nuestras huellas, en otros parajes, en otras vivencias. La huella puede ser de nuestro dedo, de nuestra mano, de nuestros zapatos recorriendo Venecia, o mirando lo más cercano y cotidiano a través de un cristal que se limpia con un spray, de una fregadera traslúcida que queda transparente ante nuestra mirada perdida recordando quien sabe que momentos o percepciones.

   Las referencias a Mayo del 68 con los símbolos que utiliza el pintor sirven para traer esos referentes a la actualidad, para hacerlos actuales. Vicente evoca su mundo para traernos al presente, siento no haber podido hablar con él una última vez, siento los detalles de sus dibujos inacabados, de los pequeños y escondidos rincones observados para dibujar, talvez, para ser posteriormente pintados; porque solamente puedo imaginarlos. Pero la imaginación ante esta exposición es la maestra que nos guía, cada inspección será diferente, ninguna en vano.

 Miguel Ángel Domínguez en su espacio cuenta con  una sala que me encanta, dedicada a su obra, natural, fuerte y enraigada,el jardín interior de la casa está decorado con piezas de Miguel Ángel alguna de ellas no me resistí a fotografiarlas. Fueron testigos los gatitos y la prometedora alcaldesa de Alberite, que nos dejó sorprendidas con sus  ideas y proyectos para respetar el entorno local, fue un reencuentro entre profesores y alumna, una tarde apacible para rendir un sentido homenaje personal al tránsito vivencial.

    No me extenderé porque añadimos el texto que Carmen (compañera de vida y viuda de Vicente) realizó para la ocasión, si señalar que en la línea marcada por Miguel Angel Domínguez y su familia con su carácter intimista, se nos van ganando a todas. Hermosa exposición.

ISOU ET SES AMIS

Por Carmen Rodrigo Rojo

    Vicente hace unos años («tiempo») en este mismo lugar («espacio». Huecha), se definía como alpinista elemental, dibujante dispuesto y situacionista decidido que «regresa» a sus mapas trazados en tardes agotadas. En definitiva, vuelve a su cartografía de las emociones ubicadas en un lugar «urbano» concreto.

    Elaboraba una obra «inconclusa» poética de palabras pintadas transformando lo cotidiano en acontecimiento. Con una «necesidad interior» – como sus amigos del espacio Huecha -de «pergeñar una cierta memoria de las sensaciones frente a la realidad superficial que se les disuelve alrededor». Otra vez a vueltas con el tiempo.

    Este trabajo tenía por objetivo, entre otros, un análisis de continuidades en el que el objeto creado se inspira en los situacionistas y en algunos de sus precursores como es el caso del movimiento letrista de Isou, el movimiento por una Bauhaus imaginista y el grupo COBRA. Y, entre otras cosas, resulta que estos creadores, se convierten en representantes «de la modernidad» en el que al dialogar y relacionarse con el tiempo se ven en la necesidad de crear la ficción de su parálisis: el «instante» de las «situaciones».

    Es decir, su proyecto práctico era de transformación social y de progreso, de constante cambio, porque las vanguardias se readsorben por la economía y la cultura burguesa. Tal vez, así participaron en la construcción de un enfoque utilitario de la existencia propia del capitalismo del siglo XXI; «sin darnos cuenta de que el ajetreo es síntoma de una vitalidad deficiente» (Robert Louis Stevenson, citado en el periódico El País por Bernat Castany). Pienso yo ahora en pleno proceso de duelo y, de nuevo, con el tiempo a vueltas.

    Y todo ello, se planteaba por los situacionistas a partir de la vida cotidiana, al margen de la economía (superando el culto burgués de la propiedad privada y la novedad «patentada»). De hecho Vicente se desentiendo de la novedad en beneficio de lo que podemos definir como originalidad plasmando su impronta personal en un soporte, sin intención de suplantarse en el lugar del otro. Para él «la situación como expresión de un suceso que se manifiesta en el plano de la vida cotidiana es argumento poético (ergo estético) suficiente para existir tanto en los errores como en los viajes» conluyendo que «¡cuantos más mejor!» (¡Los viajes claro! A Venecia, París, Segovia, Coruña, Madrid, Málaga, o allí donde un evento artístico llamase su atención) Acababa de cumplir más de 60 tacos «dilatando los vocablos» decía. Y se consideraba mayor, «o mejor dicho, más antiguo» porque «es un tipo que pinta aún» (en palabras de B. Gimeno).

    En un borrador, encontrado entre sus recuerdos, acerca de la distancia de los paradigmas estéticos, narraba en pequeñas anotaciones, dibujadas con lápiz, que «al rumano Isidore Isou, un ingenuo error de traducción que le hizo confundir «Vocablo» con «vocal», fue lo que inspiró su creatividad para escribir su manifiesto letrista». De hecho, Isou leyendo a Hermann Graf en vez de traducir «el poeta dilata los vocablos» interpreta que «el poeta dilata las vocales». Y afirma que la poesía debe centrarse en la letra, creando palabras sin sentido, palabras con significados ocultos entre sus letras. ¡Vaya lío!.

  Pero el manifiesto letrista deriva en un movimiento artístico en el que, en un principio, la letra se interpreta como sonido, la poesía como música y la escritura como pintura ¿Es una maldición?

   Vicente nos dice que según se mire «porque lo de la palabra pintada como valor instrumental… da de si para largo: sitúa la motivación y colorea el pretexto; intelectualiza el brochazo sea cual sea el calibre (del pincel); traza perspectiva (incluyendo las que resuelven horizontes o ideologías); determina, en fin, un modo de sentir o de sentarse (parafraseando el título de una exposición que se celebró en un bar de nuestra modernidad provinciana en aquellos años ochenta del siglo pasado)».

   Vicente el autor-creador, en esta exposición del Espacio Huecha se afirma a través de las huellas de su ausencia, «ahora», con sus obras; unas pinturas en papel inéditas, con el título de «Isou et ses amis» y otras ya expuestas. Los amigos de Isou se representan en sus obras y los de Vicente, sois vosotros.

    Esta obra «inconclusa», al igual que este texto incompleto, es consecuencia de que se marchita el tiempo(o mejor la célula irreversible, porque el tiempo creo que no existe ). Y con él, el fin del arte, porque es el fin de una forma de vida que ya no puede ser vivida (C. Danto) Vicente y B. Gimeno ya no pueden crear más.

Artículos relacionados :