Por Édgar Valdemar Rojo
I
Cuando las fronteras no compartan tu silencio
y los mensajes entren en el secreto
de la oscuridad,
habrá un cielo sin preguntas
en paisajes de vértigo,
sobre la cumbre del comienzo.
Caminaremos sobre el fuego
y el agua sin morir
de vida en el regreso de la verdad.
No habrá espejos que sonrían a la nada,
la sombra de nuestra ausencia
no será la canción del olvido.
Tu cuerpo será la verdad
de las naciones.
Tus besos la sangre de realidad
que conducen a la música.
II
Oscuro, dime si la luz murió
en las noches edificadas
sobre los escombros sin cuerpo
de un mañana melancólico
de amanecer.
Tiempo, cuéntame la verdad
de todos los engaños,
la necesidad de abrazar la luz
en los siglos de invierno
nacidos del instante de la nada.
Muerte, vivo tras tus ruinas
sin sueño,
necesito respirar deseos,
renacer desde tu olvido.
III
Cuando todas las palabras se borren
en el texto último,
aquel que nos dice
lo que solo fue escuchado en la ausencia,
lo que con la tinta de la nada
reescribe el absurdo de nuestra ficción.
Cuando todos los silencios
se escriban en la realidad primera,
aquella que calla
lo que fue gritado a los pueblos,
lo que con la imagen de la vida
borra el sentido de nuestra realidad.
El secreto no nos retendrá en el universo
de una gota ahogada,
en el mar de un océano de preguntas sin voz.
La verdad será una ola de irrealidad
sometiendo a la vida
a las aguas de un río sin regreso.
El amor no nos hará vivir
en la lágrima del tiempo,
gota que no amará al desierto del ayer.
El olvido no será la llama enfrentada
con el paisaje de lo que fueron los sueños,
abandonados, su mitad despoblada
de ruinas vacías y diálogos de sombras.
IV
Buscador de huellas en la nieve de los instantes.
Fugitivo de estrellas en la oscuridad del silencio.
Creador de realidades en el sueño de la memoria.
Navegante de ausencias en el océano del abismo.
Actor de realidades en el escenario del deseo.
Personaje de un sueño en el teatro de tu cuerpo.
V
Una palabra de agua
que se hunde en el mar
no llegará a la costa
que se cubre de silencio.
La tormenta de los días
inundará los restos
del naufragio de la memoria.
El sol de los deseos repetirá
la sombra de las horas
que incendiaron este olvido.
El amanecer del invierno
viajará al calor de tu cuerpo,
La nieve de todas las distancias
cubrirá de ausencia
la tierra de tu cuerpo.
Habrá un lugar para otras distancias,
nuevos mares para el mar de otro deseo.
VI
Abro los ojos del movimiento
con la luz del tiempo
que vive en el viaje de la sombra.
Persigo la sombra de lo eterno,
bajo el hundimiento
del cuerpo de la memoria.
Sigo su piel de agua
en el mar de un pensamiento
captado en la inmovilidad desnuda,
camino hacia el vuelo
de paraísos fragmentados
por la gloria de la muerte.