Por Agustín Gavín
Este corresponsal de internacional, esta vez no ha ido muy lejos, ha ido a Leciñena.
En mayo se conmemoró el ochenta aniversario de la liberación del campo de exterminio de Mauthausen.
Fue un evento que se celebró en el memorial del propio campo de concentración al que acudió el estado español representado por Felipe VI. Ese lejano día, las fuerzas aliadas, al acabar la Segunda Guerra Mundial, liberaron casi despojos humanos en el que ha pasado a la historia a llamarse como el campo de los españoles. Allí fueron deportados más de nueve mil de nuestros conciudadanos que fueron detenidos en Francia después de la ocupación nazi, algunos de ellos eran miembros de la resistencia francesa. Otros simplemente españoles que huyeron hacia Francia por Girona en 1939 y luego fueron movilizados por el ejército francés para apoyos logísticos, sin armas, un ejército que sucumbió al avance nazi a las primeras de cambio. Entre ellos unos seiscientos aragoneses. Algunos en trabajos forzados fueron explotados y extenuados en el subcampo de Gusen, allí fue precisamente donde murieron cinco leciñenses, muchos fueron exterminados. Murieron más de la mitad de los aragoneses y los supervivientes se vieron obligados a irse a países de acogida donde se había restablecido la democracia.
En Leciñena, en la Plaza de Europa, al lado de la iglesia, el día tres de mayo se erigió un memorial con los nombres de los once leciñenenses presos en Mathausen. La semana siguiente, el día ocho, el Día del Exilio establecido como tal por la Ley de Memoria Democrática, se hizo otro homenaje, esta vez oficial, por parte de la Delegación del Gobierno en Aragón en el memorial que se había inaugurado el día tres.
A esa inauguración acudieron familiares de Leciñena y otros llegados de Méjico, Alemania y Estados Unidos. Fue un acto muy emotivo, hubo intervenciones del alcalde, familiares y del profesor de historia José Luis Ledesma . De su intervención se podría destacar de lo que dijo, de que con ese homenaje se estaban convirtiendo espectros olvidados por la historia en realidades. El tiempo y el negacionismo del franquismo los había dejado en el olvido, a personas que habían sufrido las consecuencias del odio y la irracionalidad del totalitarismo fascista y nazi. La mayoría de los que sobrevivieron en Mathausen pudieron volver a sus países. De los once de Leciñena, de edades comprendidas ente veinticinco y treinta y pocos años, seis sobrevivieron a la barbarie y tuvieron que refugiarse en la diáspora, los otros cinco murieron en el campo.
A la salida y en el regreso a Zaragoza se habló de la angustia que debieron de pasar no sólo los liberados de Mathausen sino sus familias y los que seguían esperando en nuestro país acontecimientos después de la derrota del nazismo. Muchos creían que los aliados iban a imponer la democracia en España, como había pasado en Francia e Italia, pero prevaleció la doctrina Truman de poner barreras al comunismo en Europa utilizando las dictaduras de España, Grecia y Portugal. Aun se siguen pagando en estos países la tardanza en la llegada de la democracia.
Y es que al final de la guerra civil y después de esa victoria de los aliados, esperaban que en la Conferencia de Postdam se restableciera la democracia en los países que habían colaborado con el nazismo, España entre otros. En Postdam, Churchil, Truman y Stalin dejaron el tema sobre la mesa porque priorizaron sus intereses nacionales a la hora de repartirse sus áreas de influencia tanto política como geográfica. La frustración y el desasosiego fue total, tanto en los que salían vivos de los campos de concentración que no podían volver a España porque lógicamente irían a la cárcel en el mejor de los casos, como los que estaban presos o siendo fusilados en España.
Fueron dos actos de reparación histórica que deberían de sacudir conciencias sobre todo por lo que está sucediendo en el globo terráqueo en Gaza, Ucrania, Congo, Niger, Sudán etc, y la posición de la derecha extrema internacional con un silencio agobiante y complice en el mejor de los casos. El nacionalismo excluyente está quedando como ideología dominante en los programas máximos de los partidos, así como un activo electoral para ocultar problemas de fondo como las migraciones y generar miedo y a veces odio en la sociedad civil hacia lo desconocido. El mapa actual de Europa desde hace tiempo se parece mucho al que había entre las dos grandes guerras y demasiadas cosas que se dicen en medios, redes sociales y conversaciones privadas coinciden con las que se decían en aquella época según las crónicas de entonces. El hundimiento y la desaparición de la Unión Europea es un objetivo de la derecha extrema internacional. Tampoco hay que olvidar que el nazismo y el fascismo fueron arropados por la sociedad civil del momento. Los actos de recuerdo y reconocimiento, como decíamos más arriba, nos deberían hacer reflexionar.