Internacional: Insolidaridad


Por Agustín Gavín

       Una de las primeras decisiones de la administración Trump ha sido quitar la financiación a la Agencia de los EEUU para el desarrollo internacional- USAID.


Agustín Gavin

Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org  

     Desde la época de J.F. Kennedy había sido un pequeño balón de oxígeno para países desfavorecidos y todavía en desarrollo que no han alcanzado unos mínimos de estabilidad económica y política. Aunque los jueces estén poniendo en cuestión la retirada de fondos, es difícil que haya un efecto retroactivo en la tendencia mundial.

    Hay otras formas de poner encima de la mesa trabas a lo solidario, de hecho en muchos lugares de lo que se llama el primer mundo, se ha venido utilizando la desinformación, incluso la mentira, sobre todo a través de las redes sociales, para desacreditar a las organizaciones sociales y ha calado entre la población el miedo a lo que viene de fuera, nos van a quitar puestos de trabajo, la sanidad y las pensiones. Se está consiguiendo enfrentar a los que están en situación de pobreza en el primer mundo con los que están en estado de necesidad en el tercero. Todo ello da un redito electoral que ha supuesto el avance de la extrema derecha en todo el mundo. Un sunami reaccionario ha recorrido los países más desarrollados y eso está afectando a los beneficiarios donde las organizaciones no gubernamentales estamos trabajando. Son muchas las organizaciones sociales que están sufriendo en el día a día estos tiempos de retroceso en la solidaridad. En algunos lugares de nuestro país y en nuestro entorno político parece inevitable que salvar los presupuestos es más importante que la solidaridad.

    Arapaz durante el ejercicio de 2024 ya tuvo que amoldar su trabajo a las reducciones de financiación por esos pactos entre formaciones para salvar los presupuestos. El 2025 puede ser peor y la consecuencia es el desamparo absoluto de los beneficiarios y el tirar a la basura esfuerzos de muchas personas tanto locales como cooperantes y voluntarios y por supuesto el dinero público invertido. Y lo que es peor, miles de personas que se quedan sin expectativas de futuro inmediato. Por ejemplo, el empoderamiento de la mujer en regiones que estaban sometidas a la ancestral dependencia del hombre, la falta de expectativas es más que posible que paralice dicho empoderamiento.

    Arapaz ha seguido trabajando fundamentalmente en Mauritania, Senegal y Líbano, con refugiados sirios. En este último país y después de la caída de el- Assad en Siria, muchos refugiados de ese país acogidos en Líbano, después de catorce años de guerra, están regresando a sus casas. Ahora son los libaneses expulsados por los bombardeos de Israel los que están rellenando los campos de refugiados abandonados por los sirios. Si a esa migración interior forzada se le suma la gravísima crisis económica que padece Líbano desde hace tiempo está dejando al país en un esqueleto a merced del viento que sopla, con pactos entre Riad y Washington, pasando por Jerusalén, países del Golfo Pérsico y Rabat, que van a hacer imposible una salida  de la situación sin ayuda humanitaria y cooperación. Esos pactos están dejando al Líbano geopolíticamente varado en la historia.

    En Senegal llevamos quince años haciendo perímetros de cultivo. Un pozo de agua en una comunidad aprovechando las aguas freáticas, un depósito de agua de donde parten tuberías para regar dos o tres hectáreas cedidas por la municipalidad, cultivos de cereales, frutales, etc. Así se han autoabastecido cientos de personas durante ese tiempo en proyectos liderados por mujeres como hemos apuntado antes.  El exceso de producción ya que hay dos cosechas al año, se vendía en el mercado, para atender otras necesidades de la comunidad como por ejemplo la alfabetización de adultos o educación infantil. Recientemente hemos tenido que cerrar la misión de Kaolac, la tercera o cuarta ciudad del país en cuyo departamento y otros próximos se hicieron más de cuarenta perímetros. En colaboración con las autoridades locales se estaba empezando a notar una lenta reducción de la migración y los hombres que regresaban por edad o porque no les había ido bien, estaban empezando a asumir tareas en los huertos. Es inexplicable que los que satanizan permanentemente la llegada de emigrantes pongan barreras a ayudar sobre el terreno para evitar que tengan que salir de su pueblo y jugarse la vida en el Océano Atlántico.

    Seguimos trabajando en Mauritania cerca de la frontera norte de Senegal en el mismo tipo de proyectos agropecuarios, aunque es probable que este proyecto tampoco tenga continuidad. La situación en Mauritania es muy grave, es el punto de salida a través de pateras de migrantes de todo el mundo hacia Europa, generando una sobrepoblación que las autoridades sociales locales apenas pueden atender. Creemos que revertir esta situación va a ser muy complicado, ha calado muy hondo y la insolidaridad se ha instalado ya en grandes sectores de la opinión pública mundial.

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