Los estrenos en los cines: ‘Madre’


Por Don Quiterio

  Licenciada por la universidad de Navarra en comunicación audiovisual y por la escuela de cine de Madrid en la especialidad de guiones, la zaragozana Isabel Peña –cosecha del 83- desarrolla su carrera como guionista en varias series televisivas (‘Impares’, ‘Frágiles’), con las que se va curtiendo,…

…para desembocar en sus primeras incursiones cinematográficas de la mano del realizador madrileño Rodrigo Sorogoyen, quien debuta en la dirección junto a Peris Romano en 2008 con ‘8 citas’, una tan divertida como fresca comedia coral (y circular) de episodios que reflexiona sobre las fases del amor.

  Como en la serie ‘La pecera de Eva’ (2010), la zaragozana y el madrileño trabajan juntos en ‘Stockholm’ (2013), ‘Que dios nos perdone’ (2016) y ‘El reino’ (2018), tres largometrajes que desnudan algunas de las más significativas obsesiones de la sociedad del momento, al modo de radiografías de un tiempo amargo y desencantado. Las miradas de Sorogoyen y Peña conducen dibujos hiperrealistas de una sociedad brutalizada en una diestra combinación de agresividad visual y templanza narrativa.

  Sus primeras películas son relatos policiacos con cierto trasfondo político y en la siguiente se deciden por el asunto político con elementos de thriller, como si la corrupción estuviera dando paso a la putrefacción y a la descomposición de un reino lleno de agujeros. Lo grosero y lo hediondo, como exclama Hamlet, se extienden por todas partes, propagando el olor a podrido.

  Ahora, Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña prosiguen con ‘Madre’ el arriesgado buceo en las simas del alma humana. Una extraña ambigüedad preside las imágenes de esta turbulenta historia familiar, cuya elaboración está tan sumamente bien trazada que resulta ser el soporte estético (y ético) del relato.

  La sicológica intriga arranca con el angustioso cortometraje homónimo realizado dos años antes por el propio Sorogoyen (y sin la colaboración de Isabel Peña). Un ejercicio de tensión rodado en un único plano secuencia. Quince absorbentes minutos protagonizados por una madre divorciada a cuyo teléfono llama su hijo de seis años que está de vacaciones con su padre en el País Vasco francés. Se encuentra solo, en una playa desierta, y no ve a su progenitor. La batería de su móvil está en las últimas y se acerca un hombre…

  El largometraje prolonga la situación diez años después. La dolorida protagonista se ha ido a vivir a Iparralde y trabaja como camarera en el chiringuito de una playa como aquella en la que su niño desapareció. Una década de dolor y búsqueda. Hasta que un día ve a un chaval en un cursillo de surf y siente algo. ¿Podría ser su hijo?

  Sorogoyen, sin embargo, no hace un thriller de secuestros o detectivesco, porque su cámara gira hacia el drama de autor a la manera de un Julio Medem. La tensa (y contemplativa) puesta en escena y la matizada interpretación de la murciana Marta Nieto realzan una historia introspectiva. Un papel repleto de luces y sombras el de esta madre desesperada, con la mirada perdida moviéndose en el vacío, en las heridas de su tragedia, inventándose excusas para no sucumbir a una verdad que la corroe, aproximándose a terrenos prohibidos en una sociedad siempre atenta a las simples apariencias…

  Una historia, en efecto, de complicidades, pequeña e intimista, morbosa y sin concesiones, arriesgada e incómoda, honda y humana, que habla del miedo y el amor, del duelo y la culpa, de la pasión y la estigmatización de la locura. Y, también, del sentido de la maternidad. La protagonista no ha sabido perdonar y sobrevive a su pesar. Pero lo hace con ira, odio y enfadada con todo el mundo. Al final, la película cuenta cómo la tragedia puede transformarse y el amor redimirte. O quizás no.

  Sorogoyen e Isabel Peña desafían tabúes y preceptos morales. Impugnan lo cómodo y lo establecido. Remueven los prejuicios del espectador, testigo directo de los desórdenes de un alma incompleta que anhela consumar su penitencia. Lo que ocurre entre los protagonistas se relata de manera poco explícita. El que quiera saber que se vaya a la escuela. Esto es cine, señores.

  Lo no dicho y lo sugerido es más relevante que lo que se verbaliza en los diálogos. Los silencios refuerzan la idea de soledad de la protagonista y multiplican la tensión. La que viven los personajes y la que sentirán los espectadores. Unos más que otros.

   Y aunque ciertos elementos del guion aparecen algo forzados y parecen romper la naturalidad dramática, la historia provoca extrañeza e inquietud. Y planea muchas preguntas. No se la pierdan.

  Nacionalidad: España y Francia. Año de producción: 2019. Dirección: Rodrigo Sorogoyen. Guion: Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña. Fotografía: Álex de Pablo. Música: Olivier Arson. Intérpretes: Marta Nieto, Àlex Brendemühl, Anne Consigny, Frédéric Pierrot, Jules Porier, Raúl Prieto, Álvaro Balas, Blanca Apilánez. Duración: 130 minutos.

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