Hotel   My Flower


Por Agustín Gavín

         El hotel Myflower es un hotel bastante digno en el centro de Beirut, es el lugar de paso que utilizamos siempre después de aterrizar en el aeropuerto camino a los campos de refugiados sirios en el valle de la  Beqaa. Allí habitualmente se hospedan miembros de organizaciones no gubernamentales como nosotros, periodistas, fotógrafos de guerra y últimamente turistas sobre todo franceses. Hay que pensar en la larga influencia francesa en el Líbano durante el siglo pasado. También se hospeda el periodista de guerra Mikel Ayestarán al que muchos seguimos en las redes y leemos sus libros.


Agustín Gavin
Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org

      Los turistas ricos, más bien riquísimos, de Qatar, Emiratos, Arabia Saudi ect, se alojan en lujosos hoteles en “la corniche”, frente al mar, donde después de llegar se quitan su look de Peter Otoole  en Lawrence de Arabia y vestidos a la europea bajan a coger sus ferraris, porches o mercedes que difícilmente podrán poner a más de 100 por hora en las carreteras libanesas. Nos ponemos moralistas y nos da por pensar que  con uno solo de esos coches se puede garantizar la subsistencia de varios campos de refugiados durante un año.

    Después de dormir recorremos la hora u hora y tres cuartos según el tráfico que haya y llegamos a Chtoura, en el valle de la Beqaa, para distribuir ayuda junto con dos organizaciones  humanitarias árabes en campos que tenemos asignados desde hace tres años.

     La situación, cada vez que vamos es peor, y es que son ocho años de guerra. La ayuda internacional ha bajado, la esperanza de los refugiados que quedan, más de un millón, ha desaparecido. Se han puesto a trabajar porque tienen que pagar el alquiler de los campos donde están sus tiendas de campaña cada vez más remendadas. La mayor preocupación ahora es el invierno que acecha en una zona de una altura aproximadamente como Jaca. Hace tiempo convirtieron estufas de leña en estufas para gasoil, único combustible carísimo que se esfuma muy pronto ante la endeblez de las paredes y techos de plástico, arpillera o planchas de cinc. Tienen que pagar también el agua y la luz, mantener una tienda de campaña familiar cuesta unos cien dólares mensuales, y aparte comer. Los propietarios de la tierra, después de ocho años quieren recuperar sus terrenos para labranza o para el ganado, su solidaridad inicial tenía un límite y ha caducado.

      Cuando alguna familia se va, bien porque ha retornado o porque ha mejorado sus estatus con el trabajo y se ha ido a un piso de alquiler, el propietario destruye el asentamiento para que no lo ocupen otros, es su forma de recuperar su patrimonio poco a poco. Solo dejan a los que tienen caravana o contenedor, son más fáciles de echar.

     Lógicamente ha aumentado la xenofobia, los refugiados han roto el mercado de trabajo. Hemos visto una camioneta de la que bajaban diez o doce mujeres que venían de recoger pimientos. A primera hora las han contratado, subido a la camioneta al precio que les han dicho y sin rechistar.

    Otros tienen más suerte y van a trabajar a la hostelería o faenas domésticas y lo peor, en el valle de la Beqaa hay grandes cultivos de hachis. Nos han contado que hay muchos refugiados en las cárceles por hacer de camellos.

    En los campos asignados hemos repartido lotes de comida, zumo, arroz, lentejas, aceite, cubitos de caldo, azúcar, té, etc. En el campo de refugiados de Rhama nos han dicho que en dos meses es lo primero que les llega.

        En lo que llamamos la casa de las viudas hace poco más de un año planificamos un proyecto para intentar mejorar la situación económica de 19 mujeres, viudas de guerra la mayoría, que apenas podían hacerse cargo del alquiler, de la luz y de la escolarización de los más de 25 niños y niñas que viven allí. Es un caserón de tres plantas con habitaciones, en la última es donde se ha montado un taller de costura y para fabricar jabón de Alepo.

    En estos momentos hay 17 y ha habido movimientos de familias pero los casos que nos cuentan son igualmente dramáticos. La comercialización del jabón y la ropa les va a servir para poder organizarse mejor tanto económicamente como en la educación de los niños.

    La primera vez que fuimos allí, hace ahora dos años,  la líder de la comunidad ya nos habló de su precaria y provisional situación,  después de contarnos como habían matado en su presencia a padre, marido, hermano y tíos. Ahora ha rescatado imágenes de You tube de la matanza y las enseña en el móvil. Nos negamos a verlas y no sabemos si le ha sentado bien. Sorprende la frialdad de su mirada y su capacidad de liderazgo, en alguna ocasión ha hablado de venganza. Tiene unos treinta años.

    Tenemos costumbre de hablar con la sociedad civil de la zona. Nuestra contraparte o socios locales son organizaciones caritativas de gran implantación social que no solo trabajan con nosotros, lo hacen con muchas organizaciones tanto europeas, americanas, canadienses y de los países ricos de Oriente Medio.

   El mensaje sociopolítico que nos trasmiten nos ha dejado algo más que pensativos y preocupados. En viajes anteriores nos comentaron que históricamente la presencia de refugiados en los teóricamente países más estables es una forma de mantener el conflicto en el tiempo y utilizarlos como moneda de cambio en las negociaciones trasfronterizas. Es sabido que los dos polos  que se repelen en el conflicto de Oriente medio son Israel e Irán, detrás las grandes potencias utilizándolos en su gestión de la diplomacia agresiva internacional.

     En Líbano o la vecina Jordania todavía quedan refugiados palestinos desde 1947 y de Siria han salido antiguos refugiados palestinos convirtiéndose en doblemente refugiados. Durante este mes de septiembre los drones con explosivos han sido la novedad violenta en Yemen, Arabia Saudí, sur del Líbano e Israel. Se está tensionando la situación, aunque nuestros amigos locales dicen que es puro teatro obligado por las elecciones en Israel del día 17 de septiembre.

     Ya de vuelta en el Hotel Myflower, haciendo tiempo en la cafetería The Duke of Wellington, reflexionamos y tomamos notas sobre lo oído. Hay quien opina que se va a producir a mediano plazo una reestructuración de fronteras en función de componentes religiosos y étnicos, sunis, chiis, marotinas, cristianos, coptos kurdos etc… y creen que la comunidad internacional lo bendecirá, pero nos invade el pesimismo.

    Una vez más hemos puesto un parche en la rueda de esa bicicleta que pierde aire por muchos sitios y que circula por la región y mientras tanto a esperar acontecimientos…

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