Pollerías (Junio 2023)

Por Martín Ballonga

    ¡Un éxito sin igual del Pollo Urbano! Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores


  
Sorprende la repercusión de las novelas de la montisonense Luz Gabás, último premio Planeta. Pues le viene justo para escribir su nombre. Venga, la ayudamos: la L, la U y la Z. ¡Qué cruz, Mariluz!

   El más argentino de los músicos aragoneses, el jacetano Cuti Vericad, está que se sale. En un país normal (y este, desde luego, no lo es, al menos en el ámbito musical) tendría el éxito asegurado. Pop y rock de pata negra.

   El faraón Echenikón, admirador de las películas de Howard Hawks, ha sido acusado por la policía de robar un caballo.

   -Usted está aquí por haber robado un caballo

   -No

   -¿Pues por qué está usted aquí?

   -Yo estoy aquí por no haber robado un caballo. Si lo hubiera robado, estaría muy lejos…

   Mosén Melero nos alerta. La ciudad de Zaragoza, dice, está perdiendo la fauna autóctona y está siendo invadida por mapaches cruzados, cangrejos americanos, tortugas australianas o cotorras asiáticas. Además, tenemos la plaga del gallego Antón Castro, el vasco Gaizka Urresti, el extremeño Juan Bolea, el salmantino Agustín Sánchez Vidal o los chulapos madrileños Miguel Mena y Sergio del Molino. Deberíamos protegernos. ¡Viva Labordeta! Pescadilla viva… ¡viva!

   Se cumplen 25 años de la muerte del periodista Antonio Herrero, y apenas ha tenido repercusión el aniversario. Fue quien hizo madrugar a los oyentes, temblar a los poderosos y agotar a su equipo con su inquebrantable independencia.

   Su consagración al periodismo y un carácter arrollador le convirtieron en líder indiscutible de la radio y le granjearon enemigos acérrimos. También amigos eternos como José María García y Luis Herrero.

   Lo expresa muy bien el politólogo Luis Enríquez: “Tres parecían ser sus principios irrenunciables: informar, opinar de forma libre y plural y tocar los cojones, probablemente en ese orden”. ¿Qué hubiera dicho de estas recientes elecciones?

  La información, en efecto, era la columna vertebral de su propuesta radiofónica. No se conformaba con repetir las noticias de los periódicos de esa mañana: las quería propias. Todo el programa (‘El primero de la mañana’) estaba supeditado a la información en un mundo donde no había internet. Y fichó a Federico Jiménez Losantos como comentarista político.

   José María Aznar decidió que a Antonio Herrero había que echarle. Era muy molesto porque su independencia era demasiado peligrosa. Y orquestó una traición, deleznable y gansteril, interesado en callar su boca.

  
  Lo mismo hicieron Felipe González, Mario Conde y los curas. La respuesta del comunicador fue tajante: “Soy incompatible con cualquier concepción sectaria del periodismo. Soy incompatible con monopolios, con pasteleos hacia el poder de cualquier signo o con el periodismo dirigido desde los despachos, me da igual que sean de los bancos o de los ministerios. Soy incompatible con periodistas que se autoamordazan”.

   La muerte accidental de Antonio Herrero, cuando hacía submarinismo, fue un alivio para toda la clase política, de ayer y de hoy. Que se lo pregunten, sin ir más lejos, al mismísimo rey emérito Juan Carlos de Borbón y Borbón. Ya saben el dicho oriental: “Es difícil encontrar al gato en una habitación oscura, especialmente si ni siquiera hay gato”.

   Sea como fuere, y ya en la esfera cinematográfica de esta tierra nuestra, otro ninguneado fue y sigue siendo el gran Manolo Rotellar, ahora que se cumple el aniversario centenario de su nacimiento. Lean en la sección de Opinión de esta revista pollera el artículo que le dedica nuestro director Dionisio Sánchez. No tiene desperdicio. ¡A los caballos! ¡Viva Labordeta!

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