En plenas labores de primavera en las fincas del ISSIPU en Soria se observó un importante defecto en el funcionamiento de los pistones hidráulicos del tractor BJR que hacen posible el alzamiento de los varios aperos que se le colocan para realizar diferentes tareas silvícolas.
Rápidamente y con la ayuda de Oscar Saura se procedió a desmontar los pistones y llevarlos a Zaragoza para que un experto en mecánica hidráulica, José María Hernández, diagnosticara la avería, los rectificara si fuera el caso y los pusiera de nuevo en perfecto funcionamiento.
Efectivamente y consciente de la urgencia del caso, el maestro mecánico se puso a ello consiguiendo su total reparación en un tiempo mínimo.
De este modo se volvieron a instalan los cilindros, se añadió el aceite hidráulico necesario para el buen funcionamiento del sistema y se pudo continuar con las labores de rotobateo y eliminación de malas hierbas que tan necesarias son en esta época del año ¡Felicidades al maestro mecánico y suerte con las labores del ISSIPU!
Pistones hidráulicos
Un cilindro hidráulico funciona mediante un fluido presurizado (generalmente aceite), que le da fuerza al cilindro hidráulico. La fuerza que propulsa el cilindro es el pistón, el cual está sujetado a un rodillo de pistón que se encuentra dentro del barril del cilindro. El fondo del barril está cerrado por la tapa cilíndrica y la parte superior, por la cabeza. La cabeza tiene un agujero circular que le permite al rodillo de pistón salir del barril. En el interior del barril se encuentra el aceite, y la presión hidráulica que crea el aceite actúa sobre el rodillo de pistón y hace que se mueva hacia adelante y hacia atrás de manera lineal. Un extremo del pistón está sujetado al objeto o máquina que debe mover. A medida que la presión hidráulica del aceite mueve el rodillo de pistón, este mueve el pistón, el cual, a su vez, mueve el objeto al cual está sujetado.
Existen dos tipos principales de cilindros hidráulicos: el cilindro con vástagos y el cilindro soldado. El cilindro hidráulico con vástagos tiene varillas roscadas de acero sujetas a cada uno de los extremos del barril del cilindro. Estas varillas roscadas de acero son extremadamente fuertes y hacen que el cilindro con vástagos sea útil para tareas industriales pesadas. Los cilindros soldados no tienen varillas de acero. En lugar de ello, la parte superior del barril está soldada directamente al objeto que debe mover. Debido a que no tiene varillas de acero, el cilindro soldado es mucho más pequeño que un cilindro con vástagos y se utiliza en maquinaria de menor tamaño. El cilindro soldado es el principal cilindro hidráulico utilizado en maquinaria para la construcción. Existen otros tipos de cilindros hidráulicos especializados, incluido el cilindro telescópico que permite que el rodillo de pistón se repliegue hacia dentro del barril. Los cilindros hidráulicos especializados se utilizan principalmente en maquinaria a medida y en equipamiento industrial especializado.
Más sobre el tractor BJR
Fábrica de tractores BJR de Algemesí
Vicente Lladró. Valencia
La marca BJR se compuso con las iniciales de los dueños: Bautista Esplugues y sus hijos Juan y Rafael, quienes empezaron montando motocicletas
BJR construyó más de 40.000 vehículos agrícolas desde los años 60 hasta que cerró en 1996
Quedan en marcha unos 8.000 y se cotizan de segunda mano
La Comunitat Valenciana sigue siendo líder en fabricación de determinadas máquinas agrícolas, como turbo-atomizadores, trituradoras de restos de poda y cultivadores, y lo fue también en motocultores cuando la demanda de estos aparatos estuvo en auge, entre los años 50 y 80. Pero una faceta menos conocida del gran público es que también hubo en Valencia una fábrica de tractores. Estaba en Algemesí, donde todavía puede verse en la fachada del viejo edificio (en la antigua carretera que cruza el casco urbano) el cartel de la empresa: ‘BJR Fábrica de tractores’.
L a sonoridad de las siglas de esta marca y la coincidencia con otras de este tipo que eran extranjeras hacía pensar a muchos que quizá se tratase de una filial o concesión de alguna compañía italiana o inglesa. Pero no era así. BJR fue una marca totalmente local, vendía sus máquinas en toda España y los fundadores eran de Algemesí. Precisamente se trataba de las iniciales de sus nombres las que compusieron BJR: Bautista, Juan y Rafael Esplugues; padre e hijos.
Bautista Esplugues fue un mecánico de bicicletas y motos que tenía el taller frente a la estación de Algemesí. No se conformó con reparar y empezó a montar pequeños motores en bicicletas, convirtiéndolas en algo similar al ‘VeloSólex’. Y de ahí pasó, a principios de los años 50, a construir en serio con sus hijos velomotores y motocicletas; primero pequeñas, de 44 centímetros cúbicos, y luego fueron aumentando hasta modelos de 175. Cuando cesaron en esta línea, porque la competencia de marcas mayores les ganó la partida, hasta tenían preparado un prototipo de 225.
La moto de Ricardo Tormo
Hay que recordar aquí que el malogrado corredor valenciano Ricardo Tormo, que fue campeón del mundo y cuyo nombre bautizó el circuito de Cheste, comenzó a correr con motos BJR y ya en su fase de éxito se preocupó de recuperar y restaurar algunos ejemplares que hacía años que no se fabricaban.
Pero volvamos a la historia de los Esplugues. A finales de los años 50 se les quedó pequeño el viejo taller y compraron un edificio cercano, que aún sigue en pie, luciendo la marca, y que había sido hasta entonces un almacén de exportación de naranjas.
Casi en paralelo a las motos comenzaron a fabricar motoazadas con motor de gasolina, y después motocultores, a gasolina y diesel. Algunos modelos llevaron la marca ILO.
El campo se mecanizaba y el paso al tractor era lógico. Era lo que estaban haciendo los italianos de Pasquali y otros, añadiendo al motocultor el tren de ruedas traseras, un asiento y un volante. Primero se arrancaban a cuerda, luego se impuso el arranque eléctrico conforme se fue ganando potencia y se añadieron luces y faros.
En 1961, la casa sufrió una grave crisis al abandonarla los Esplugues. No pudieron soportar las deudas y lo dejaron todo. Los más de cien trabajadores tomaron la decisión de continuar, porque hacían buen producto y había mercado. Faltaba capital y acudieron inversores. Uno de ellos, José Luis Corell, iría comprando poco a poco a otros, hasta quedarse dueño total.
La mayoría de los tractores BJR eran (son) articulados (cuatro ruedas iguales) salvo un modelo direccional del que se hicieron pocos. En la época de apogeo se hacían 1.200 tractores por año y se estima que se construyeron cerca de 40.000, de los que pueden quedar en funcionamiento unos 8.000. Se caracterizan por la tremenda robustez de su mecánica, lo que a la larga supuso su fin, porque otras marcas con ‘menos hierro’ comenzaron a ganar la partida con precios más competitivos y el recurso al diseño y la electrónica. El agricultor, al final, compraba por vista y economía; no siempre se valora la fiable reciedumbre . El último tractor, un Samurai de 60 caballos, se hizo el 17 de mayo de 1996, y se lo quedó un agricultor de Algemesí que aún lo tiene. Los que hay en marcha, entre 21 y 60 caballos, se miman para que duren y se aprecian bastante en el mercado de segunda mano.
Fuente: http://www.lasprovincias.es/v/20130822/valencia-mucho/fabrica-tractores-algemesi-20130822.html