Georgia y Armenia en cicloturismo.(III) Del lago Sevan a la frontera con Georgia


Por Marshall

    Salí del lago Sevan por la carretera sobre la ruta de la Seda. La Ruta de la Seda fue una vía comercial que tuvo muchas ramificaciones, una de las cuales discurría en parte por las actuales Armenia y Georgia.      
Está indicada y es una forma de recorrer el país que yo no seguí, pero que es una buena alternativa.

    Desde el lago Sevan es importante esquivar la carretera principal para evitar un túnel de varios kilómetros lleno de tráfico.

     La  carretera gana altura y del paisaje bastante seco del resto de Armenia pasé a todo lo contrario en el Parque Nacional de Dilijan. Una zona de bosques húmedos muy densos llena de especies como el oso pardo, ciervos, lobos, linces, con lagos y varios puntos de interés histórico.

    En la carretera me encontré a Grigory, un feliz encuentro con otro ciclista que, además, hablaba inglés y me sirvió de guía en el pueblo que da nombre al parque Nacional, Dilijan.

    El pueblo ofrece una curiosa combinación de viviendas tradicionales, edificios destartalados en pleno centro y hoteles bastante lujosos.

     En primavera, tras la hibernación, es fácil que los osos se acerquen a la carretera y al mismo pueblo. Me enseñaron fotos de ello.

    El concepto de parque Nacional cambia radicalmente de esa especie de santuario que concebimos por aquí.

    Hay bastante tráfico y, por desgracia, mucha basura que afea zonas preciosas de hayedo o robledal.

 

 

    Me animé a subir hasta el Monasterio de Hagartshin, otra agrupación de iglesias medievales típicamente armenia, aunque en este caso mucho mejor conservada que otras con las que me encontré (o mejor restaurada).

   Coincidí con una boda y todo su ritual ¡Maldito mi pudor para no ejercer de guiri y sacar alguna foto!

   El entorno es lo mejor de este monasterio. Enclavado en pleno bosque y rodeado por un río. La zona tiene varias posibles excursiones a pie por el entorno.

 

    La bajada fue fácil y, justo mientras comía a cubierto, cayó una tromba de agua que inundó parte de la carretera, por lo que tuve que desistir de visitar el monasterio de  Goshavank, otra de las joyas de la zona.

     Seguí con precaución hasta Ijevan, cruce de caminos y mercadeo de toda la provincia.

 

      Aproveché para dormir en una cómoda pensión con vistas al parque Nacional y también para hacer compras. Me agradó el paso por la ciudad, no tan bonita como su entorno, por callejear, hacer compras y regatear con mis balbuceos rusos.

    Se nota que la zona es pobre y la economía básicamente agrícola. El lujo más común es el café y, como no, el vodka de diferentes calidades abunda.

    Desde Iljevan sale la carretera hacia la frontera georgiana que va en paralelo a Azerbaiyán, país en conflicto permanente con Armenia.

    La zona está militarizada y hay controles de carretera, aunque en mi caso los militares más bien se dedicaban a saludar con curiosidad al cicloturista.

       En toda la carretera se circula por zonas desde las que se divisa el país vecino y toda la margen derecha, mientras pedaleaba, era un páramo sin construcciones, como mucho alguna casa abandonada.

      Llamativo también el silencio y la recomendación de no circular en coche para los extranjeros.

     Pese a lo que ponga GoogleMaps en ningún momento entras en territorio azerbaiyano. Eso sí, ves claramente a los soldados del otro lado. Esto está rigurosamente prohibido y avisado.
También me encontré carteles alabando a los héroes militares armenios como el polémico Monte Melkonian, artífice de la independencia u ocupación (según la versión armenia o azerí) de Nagorno Karabaj.

      El paisaje en la zona se vuelve algo más seco, similar al clima mediterráneo. Hay muy poca población y por eso paré en Noyemberyan para encontrar algo de comida y un poco más adelante un campo donde plantar la tienda. La etapa fue larga y dura, con constantes sube-bajas del 9% y mucho calor.

 

   Dormí como un tronco y acompañé al río Debed por tierra de frutales, sobre todo melocotones e higos, que me recordó a algunas partes de Aragón.
  
     En un llano paseo me planté en la ajetreada y llena de camiones frontera con Georgia.
Con pena me despedí de Armenia, un país que disfruté mucho, aunque no sea precisamente fácil por su perfil tan montañoso. Todo lo contrario que su gente, fácil de palabra y amable.

 

Nota: Las rutas a pie son las mismas a seguir en bicicleta. Google Maps no es fiable en estas rutas por carretera

El blog del autor: http://yosiplauma.blogspot.com/

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