Por Pablo Rico
El Templo del Pabellón de Oro (Kinkaku-ji) es el nombre popular del Rokuon-ji (Templo del jardín de los ciervos) en Kioto. Originalmente, fue construido en 1397 como villa de recreo y descanso del shōgun Ashikaga Yoshimitsu (1358-1408).
Su hijo lo transformó en un templo Zen de la secta Rinzai. El templo se quemó varias veces durante la guerra Ōnin, pero su destrucción más “conocida” es la del incendio provocado en 1950 por un monje enloquecido. Yukio Mishima escribió una de sus obras más preciosas, “El Pabellón de oro” (1956), con este tema. Es una de mis novelas favoritas y fue la primera que leí de Mishima; desde entonces la he releído fragmentariamente decenas de veces, incluso una vez a la sombra del templo del Pabellón de Oro, la primera vez que lo visité a principios de los años 80’. Esta maravillosa arquitectura fue reconstruida en 1955, y nuevamente en 1987.
El Pabellón Dorado posee un hermoso jardín japonés adyacente. El lago que tiene enfrente lo llaman Kyōko-chi (Espejo de agua); en él se encuentran numerosas islas y piedras que representan la historia de la creación budista.
Muy cerca del Pabellón, entre los antiguos restos del diseño original de los jardines del templo Kinkaku-ji, nos encontramos con una sencilla estructura construida en madera y bambú y techo cubierto de musgo, se conoce como Genka-Sen, en realidad, un pozo creado por el fundador del templo, el shogun Yoshimitsu, quien lavaba sus manos allí en sus cotidianos paseos… Confieso mi fascinación por este lugar, por su leve arquitectura. Es uno de los lugares más sugestivos que conozco. Allí he pasado horas, casi siempre leyendo a sus orillas, sobre todo poesía japonesa, haikús. Ay, los pozos, su irresistible atracción, su poesía de rumores profundos…
Fotos:
Pabellón de Oro, Kioto, © Pablo J. Rico, 2009