Viajeros polleros: India y Nepal (2)

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Por Guillermo di Paolo Casanova

      Nuestro visita a la ciudad de Agra visitando el conjunto palaciego del Taj Mahal y el denominado Fuerte Rojo estuvo marcado por la intermitente y torrencial lluvia de los monzones  en Agosto.

     Es muy interesante el visitar algún taller de engarzado de piedras semipreciosas en mármol. Utilizan las mismas técnicas que se emplearon al construir el Taj, sin emplear ningún tipo de producto adhesivo. Y siempre se puede comprar algo, los precios son razonablemente baratos.

 

Al día siguiente de nuevo en tren nos dirigimos a Jaipur, la Ciudad Rosa, construida en estuco rosado y pintada de este color para recibir a principios del siglo XX al Príncipe de Gales. En Jaipur las visitas obligadas son: 

– El Palacio Fortificado Amber (al que llegamos a lomos de un elefante. Por cierto, nosotros no pudimos elegir elefante y nos tocó un elefante joven bastante brioso por no llamarlo de carreras, adelantamos a tres o cuatro elefantes, no los pudimos contar debido a la velocidad que llevábamos). Si tuviera que destacar los puntos más interesantes del fuerte, me quedaría con la Ganesh Pol, una preciosa puerta que se comunica con las estancias privadas a través de la galería de celosías superior, destinada a las damas recluidas, la puerta de plata maciza del templo de Shila Devi, el maravilloso jardín de recreo o las paredes llenas de espejos que reflejan hasta la más pequeña brizna de luz.

–  El Palacio de los Vientos de Jaipur, Hawe ka Mahal, tiene una majestuosa fachada en rosa y blanco; las damas del palacio, para las que fue construido, podían observar el exterior sin ser vistas, a través de sus numerosos miradores repletos de casi un millar de ventanas y celosías que además mantenían un ambiente fresco en el interior incluso en verano. Es un edificio de cinco pisos; los dos superiores, más estrechos, dibujan la cola de un pavo real, uno de los animales que en la India tiene un valor simbólico. 

     Allí mismo suelen apostarse encantadores de serpientes así que, ¿por qué no hacerse una foto con ellos?

– Una visita obligada en Jaipur es también alguna joyería (mejor tienda que bazar, porque tienes garantía de que lo que compras es lo que realmente buscabas). Jaipur es uno de los centros mundiales de comercio de gemas, sobre todo esmeraldas. Podemos encontrar joyas tres o cuatro veces más baratas que en España, siempre regateando el precio. Nosotros estuvimos en la joyería Marco Polo (www.marcopolojaipur.com). También podemos aprovechar para hacernos un traje a medida. Nos toman medidas y en día y medio tienen el traje hecho y te lo llevan al hotel.

     Nuestro hotel fue en esta ocasión el Alsisar Haveli donde todavía en un ala del palacio viven los descendientes del Maharaja de Jaipur. El precio es de 90 Euros noche, barato teniendo en cuenta el lugar y el servicio que ofrece.

     Al llegar a Udaipur, la ciudad blanca, te das cuenta que es una ciudad con un ambiente relajado, destino de las parejas de recién casados hindús. Mercadillos, restaurantes, bares, terrazas, espectáculos… y todo rodeando un lago. En el centro del lago dos islas: una con el majestuoso Taj Lake Palace Hotel (para los cinéfilos, en ella transcurre parte de la película de James Bond, Octopussy, con Roger Moore). En la otra el Garden Lake Palace, muy recomendable su visita. 

     En esta ocasión nos  albergamos en el Lake Pichola Palace Hotel, este palacio a orillas del lago tiene unas vistas fabulosas al palacio del Maharana Udai Singh. El precio de la habitación unos 50 Euros noche. Por cierto el servicio en el restaurante del hotel es tan atento que hasta te colocan las servilletas ellos.

      Para viajar hasta Jodhpur, la ciudad azul, empleamos un coche con chófer pues queríamos ir a los templos jainístas de Ranakpur. Es impensable conducir por India, yendo por la autopista nos dimos cuenta, tan pronto saltábamos la mediana para ir en dirección contraria como nos encontrábamos unas vacas en el carril de adelantamiento.

    Fue una lastima encontrarnos el templo con obras de restauración.

     Dejando atrás los maravillosos templos de Ranakpur llegamos a Jodhpur, la ciudad azul, se la conoce así por el color con que se pintan las casa bajo el fuerte de la ciudad.

      Dentro del fuerte de Jodhpur, hoy convertido en museo podemos sorprendernos con la cantidad de objetos realizados en oro para uso del anterior Maharaja, tales como: un palanquín para ser transportado por las calles de la ciudad , una cuna o todo un techo de una habitación.

     Nuestro hotel en Jodhpur fue el Ajit Bhawan Palace Resort (120 Euros). Un palacio construido en 1927 por el Maharaja Ajit Singhji y que el actual Maharaja y su esposa que actualmente viven en él transformaron en hotel de lujo. 

      Siguiente parada Jaisalmer, la ciudad dorada. Es la puerta de entrada al desierto de Thar. Jaisalmer es bellísima. Con sus mansiones (havelis) de piedra esculpida y filigranas del mismo color de la arena del cercano desierto, cuya riqueza y majestuosidad cuentan mucho de la importancia que tuvo la ciudad en el tiempo de las caravanas. 

     Merece la pena hacer una excursión en camello por las dunas y al caer la tarde llegar al campamento esperando la magnífica puesta de sol, mientras se saborea una exquisita cena a base de chapati y arroz aderezado con distintos curries. Después, la noche, el firmamento, las estrellas y el silencio. La noche en el desierto del Thar.

    Del silencio pasamos al caos y el bullicio de la capital Nueva Delhi, La capital es una ciudad inabarcable. Tiene innumerables lugares de interés, desde el fuerte rojo al templo de la flor de loto, desde el Qutb Minar hasta el Parlamento hay un sinfín de pequeños templos, monumentos, memoriales (como el de Gandhi), etc…

     Al final del viaje uno se da cuenta de que en realidad no ha viajado a un país (ni a dos) si no a la realidad humana con todos sus contrastes, virtudes y miserias, a lo mejor y lo peor, a la espiritualidad y al materialismo. Eso es la India y Nepal.

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