Rincones sorianos: Valdegeña

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Por D. S.

El verano del  pasado  2012 iniciamos  en El Pollo Urbano  una serie de reportajes fotográficos cuya única finalidad es dar a conocer la belleza de algunos desconocidos pueblos de la provincia de Soria. La serie comenzó con una visita al pueblo amurallado de Rello.

En esta ocasión, acompañado de Alberto Delso, artista pintor, colaborador de nuestra revista e insigne habitante del lugar, fui amablemente invitado a comer unos excelentes huevos fritos en la cocina de su casa de Valdegeña, amén de disfrutar no solo de su compañía si no de sus conocimientos sobre el lugar y su más ilustre convecino: Avelino Hernández. Espero que los lectores del Pollo se deleiten con el reportaje y se animen a visitar este precioso enclave soriano.

“En Valdegeña, que tan reivindicativa letra incluye en su nombre, nació Avelino Hernández, escritor y autor soriano en cuyas narraciones quedan patentes sus vínculos con la tierra que le alumbró, como en Una vez había un pueblo, Silvestrito, El Valle del Infierno…. Por este motivo, la comunidad escolar soriana y castellana realiza, desde hace años, diversas actividades didácticas y culturales en Valdegeña que han dejado huella en la geografía local, como inscripciones alusivas en cerámica, murales, bajorelieves y estatuas que en la actualidad embellecen las calles y fachadas de numerosos edificios. Destacan especialmente entre ellos el mural «Valdegeña también es mi pueblo«, el bajorrelieve «Silvestrito» y la estatua «Chico de pueblo«, del artista Carlos Colomo.

Valdegeña, situada en las faldas de la sierra del Madero, era camino obligado para el comercio con el valle del Ebro. Quizás sea éste el origen de su nombre, Valdejaenna(conjunción mixta latín/árabe «Val-valle, Jaenna-camino de paso de caravanas»), antes de mutar al actual con la letra «ñ» durante el siglo XVIII. Otra variante, Valdegehenna (Val-valle, Gehenna-infierno), haría referencia a las tierras pantanosas que antaño ocupaban el paraje conocido como Agua Salobre.

Entre su caserío, con notables construcciones del siglo XVIII, destaca la iglesia de San Lorenzo y su serpenteante escalera de acceso y en su término nace el río Rituerto, cuyo curso hasta el encuentro con el Duero abunda en construcciones que reflejan el ardor guerrero que estas tierras padecieron durante largas etapas de la Reconquista.

Patrimonio Cultural

-Iglesia de San Lorenzo

-Ermita de Nuestra Señora de Gracia

-La Fragua del Herrero Víctor

-Murales y esculturas homenaje a Avelino Hernández

-Ruinas del convento templario de San Adrián

-Torre de Castellanos

 Patrimonio Natural

– Minas de plata y plomo abandonadas

-Sierra del Madero

-Nace el río Rituerto

Red Natura 2000: Lugar de Interés Comunitario conocido como Quejigares y encinares de la Sierra del Madero.


Rutas
Ruta de los Torreones

Fiestas

-San Lorenzo (10 agosto)

-San Isidro Labrador (15 de mayo)

-Virgen de Gracia (8 de septiembre)

 

 

Iglesia de San Lorenzo

Templo con portada y cuerpo central románico y el ábside de transición al gótico. Destacable en su interior la pila bautismal y del agua bendita, un interesante retablo, la imagen de la Virgen del Rosario y una cruz procesional. Una larga y zigzagueante escalera pétrea de acceso salva la pronunciada pendiente sobre la que se asienta, dotando al conjunto de una sensación de aislamiento pese a la proximidad del casco urbano.

Ruinas del convento templario de San Adrián

Según la tradición existe un enclave templario en la sierra del Madero, frente a Valdegeña, al que llaman «Convento de San Adrián». Todavía se pueden observar las ruinas del ábside de una iglesia, sus dependencias, amplio terreno cercado con paredes o tapias de piedras en argamasa con cal, y una fuente de agua ferruginosa.

Torre de Castellanos del Campo

Muy cerca de Valdegeña, a los pies del Madero y del «Convento de San Adrián», encontramos esta torre de defensa musulmana del siglo X. Ubicada en el despoblado de Castellanos, pertenece al término de Villar del Campo, aunque a la vista desde el casco urbano de Valdegeña. La torre, de gruesos muros y una altura de 14 metros, todavía conserva restos de algunas almenas. Construida con tapial de mampostería, comunica visualmente con las torres de La Pica, Masegoso y Aldeapozo.

 

Torre de Catellanos

Muy cerca de Valdegeña y del nacimiento del río Rituerto, a los pies del Madero, encontramos esta torre de defensa musulmana del siglo X. Ubicada en el despoblado de Castellanos del Campo, término de Villar del Campo, todavía conserva restos de algunas almenas sobre su terraza superior.

De planta rectangular con unas dimensiones de 8,3 por 6,5 metros y una altura de 14 metros, está construida con gruesos muros de tapial en fábrica de mampostería. En los alrededores se aprecian partes de una cerca que rodeaba la torre, además de las ruinas del antiguo poblado de Castellanos y de la ermita de San Justo Pastor. En la actualidad ha sido restaurada, observándose el acceso a la torre en su muro meridional, a unos tres metros de altura como suele ser habitual en estas construcciones. Comunica visualmente con las torres de La Pica, Masegoso y Aldeapozo”.

Fuente: http://www.caminosoria.com/soria-y-provincia/pueblos-de-soria/516-valdegena.html

Avelino Hernández Lucas . Biografía

Nació en septiembre de 1944 en Valdegeña, Soria –al pie del Moncayo–entonces un pequeño pueblo de 300 habitantes dedicado a la agricultura. Algunos títulos que aportó el autor a la narrativa infantil reflejan no sólo la vivencia feliz de esta faceta personal de «niño de pueblo» sino este entretejido de su sistema de valores: Una vez había un pueblo, Silvestrito, El Valle del Infierno

El período formativo de Avelino Hernández le lleva fuera de su provincia, trenzando un circuito que incluye Miranda de Ebro (bachillerato superior), El Escorial (Filosofía y Letras y Humanidades), Universidad de Sevilla (donde no concluye dos cursos de árabe) y Universidad Complutense de Madrid (donde no concluye dos cursos de Derecho). Cabe destacar la intensa dedicación personal del autor, en todo tiempo, al estudio de las cuestiones de su máximo interés intelectual: el pensamiento y la literatura clásicos grecolatinos, la historia del arte universal y el pensamiento contemporáneo.

Durante el período conocido como de transición a la democracia y en la posterior consolidación de ésta, Avelino se implica en la construcción democrática desde su aportación técnica a la administración y la gestión de la cultura.

Igualmente en este momento inicia y desarrolla Avelino una de sus más grandes pasiones: viajar (algunas de sus obras Donde la vieja Castilla se acabaLa historia de San Kildán y El día en que lloró Walt Whitman han surgido de esos viajes. Con posterioridad a 1990 pasa a trabajar en la iniciativa privada como consultor en gestión cultural y promoción sociocultural.

Hasta que en 1996 introduce un giro profundo a su quehacer profesional y a su existencia misma: abandonó Madrid y se instaló en la isla de Mallorca en pos de un modelo de vida sosegado y alternativo al frenético que –en su apreciación– el sistema impone.

Vivió sus últimos años en Selva (Mallorca), un municipio de fuerte personalidad insular, en las raíces de la hermosa Sierra de la Tramuntana. En un contexto cultural –mediterráneo– abiertamente opuesto al castellano de sus raíces; en estrecha unión con el mar, donde mantiene un viejo llaüt de pesca.

En este contexto, libremente escogido y cuidadosamente creado, de existencia sosegada y horaciana, Avelino Hernández trabajó rigurosamente y ahondó la construcción de su mundo artístico propio y la producción literaria que lo plasma. Con sistemática regularidad entregaba «a quienes conmigo van» los sucesivos frutos de este trabajo, periférico siempre a los vericuetos del mercado y al margen de los entresijos de la república de las letras.

Fuente: http://valdegenna.blogspot.com.es/

ENTRADILLA

Querido viajero, visitante, internauta, lector, amigo:

Estás llegando a Valdegeña, un pueblo castellano en la provincia de Soria.

Un pueblo es un territorio y en él un núcleo edificado, unas gentes, una vida en común, una tradición y una historia.

Un pueblo castellano es un territorio de labrantío, pasto y monte. Unas gentes de muchas generaciones que lo cultivan. Una vida común sencilla, hecha de los ritos de las cosas importantes de la vida: nacer, aprender, crecer, trabajar, amar, reír, medrar, menguar, sufrir, entregar el relevo, apagarse y morir. Una tradición muy vieja. Una historia muy larga. Una tradición hecha de decenas de siglos de estar pasando por ese territorio, por esas generaciones de gentes, todas las vicisitudes de la historia.

Un pueblo castellano en la provincia de Soria es todo eso mismo, pero en discreto rara vez más de mil habitantes, muchas veces menos- sencillo, entrañable y cotidiano.

Sencillo el territorio, hecho de cereal en los campos y en los montes carracas.

Entrañables las gentes, diezmadas por la emigración, carentes de algunas cosas, ricas en otras, siempre hospitalarias.

Y cotidiano todo: el transcurrir apacible del tiempo, la naturaleza en torno, los pájaros llenando los tejados, el ritmo natural de los quehaceres, el grato sobresalto de lo nuevo, el negro sobresalto de lo ingrato.

Querido viajero, visitante, internautra, lector, amigo:

Adéntrate en Valdegeña, puesto que hasta aquí has llegado. Queremos ir desgranando a tu paso lo que fuimos, lo que somos, lo que nos falta y lo que queremos.

¡Salud para disfrutarlo!

Avelino Hernández

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