Visitamos las «Casillas» de Grisel


Por Lucho Gasca

   Cuando desde Zaragoza se va hacia Tarazona, al remontar el pequeño Puerto de Lanzas Agudas, si miramos a la derecha podremos observar unas curiosas construcciones de piedra que han sido el objeto de nuestro viaje.

    Estas construcciones están repartidas por el monte de la Ciesna que es un paraje perteneciente al pueblo de Grisel. Esta localidad situada a 5 kilómetros al sur de Tarazona y a 80 km de Zaragoza y situada a 625 metros sobre el nivel del mar, a los pies del monte de la Diezma o antiguamente llamada la Ciesma. Veamos este interesante texto acerca de dichas construcciones:



    «El monte de la Ciesma fue hace siglos un bosque que la acción del hombre ha ido deforestando, pasando a convertirse en una importante zona de pastos para los ganados de la comarca por su clima y cercanía al Moncayo. Hacia el final del siglo XIX la plaga de la filoxera acabó con casi toda la viña en Francia, por lo cual el vino español era comprado a un precio muy alto. Esta circunstancia llevó a roturar y poner en cultivo muchas zonas del territorio para plantar vid, entre las que se incluyó el monte de la Ciesma.

   Las especiales características geológicas del suelo hicieron enormemente difícil y duro trabajar estas laderas, aflorando ingentes cantidades de piedras que fueron utilizadas para hacer los orillos o ribazos que sujetaran la tierra en los bancales y para construir nuestras preciosas casillas de pico.



   Son unas edificaciones de planta circular, un solo vano de entrada y una forma característica convexa o puntiaguda construidas en piedra seca; técnica consistente en levantar muros a base de piezas de piedra o mampuestos sin colocar ningún tipo de argamasa o mortero entre ellos. Las medidas del diámetro de la planta presentan un intervalo entre 2 y 3,6m y la altura interior unos valores entre 3 y 3,5m con dos clarísimas excepciones: la más pequeña con sólo 1,5m de altura y la más grande que mide unos extraordinarios 6,3m. La cubierta de las casillas de pico de Grisel tiene todas las características de una verdadera cúpula, siendo una de las soluciones técnicas más acusadas que la diferencian de otras construcciones similares abundantes en toda el área mediterránea levantadas siguiendo el proceso de falsa cúpula por aproximación de hiladas.

    La diferencia entre estas dos técnicas reside en que mientras en la falsa cúpula el ligero vuelo al interior del extremo de cada una de las piezas que forman las hiladas se contrapesa en la parte no saliente de las piezas, en las casillas de Grisel una correcta colocación de cada piedra ligeramente inclinada hacia el interior (y no hacia el exterior como en la falsa cúpula) permite que todas las piedras descansen unas sobre otras ejerciendo el mismo empuje en todas las direcciones. Cerrando esta cúpula aparece en casi todos los casos una piedra en forma de punta dirigida hacia el suelo. Sería la auténtica piedra clave, talón o clavo que da rigidez a toda la estructura.

    Las 27 casillas halladas podemos agruparlas en tres tipologías: las propiamente llamadas casillas de pico que son las más abundantes, las casillas-cueva que carecen de cubierta por estar totalmente excavadas y las casillas anexas a un corral o barrera, de clara función pastoril. Estas casillas han servido durante más de un siglo de apoyo en las labores agrícolas a los labradores, guareciéndolos del frío durante el invierno, dándoles sombra en los tórridos veranos, refugio ante una imprevista tormenta, abrigo donde comer y descansar… A partir de los años 1960 el casi total abandono del cultivo de la tierra lleva aparejado que no se realice un mínimo mantenimiento de las casillas, derrumbándose varias de ellas y estando en serio peligro de hacerlo otras más. Por ello la Asociación Cultural “La Diezma” trata de impulsar un programa que pretende consolidar y recuperar el máximo número posible de casillas de pico.

   Arquitectura sencilla y popular, pequeña y callada manifestación del pueblo con el valor del trabajo esforzado, lento, bien hecho y perdurable. Conservando y transmitiendo a las generaciones venideras este patrimonio etnológico, cultura en fin, hacemos un homenaje a las gentes que habitaron estas casas y estas calles en un tiempo más lleno de dificultades y penurias que el actual.

   Un pueblo que conoce y ama su pasado ve con más esperanza su futuro».

  Fuente: Asociación Cultural «La Diezma»

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