
Por Marisa Lanca
Territorio oculto
 Sin esperarlo llega a mis manos.
 Apenas unas marcas en la piel
 adornan su apariencia
 de regalo.
Del cielo no ha caído, lo sé,
 y me embelesa su esencia
 de ángel,
 su olor dormido,
 su pálpito nuboso y anhelante
 por sentir mis latidos.
 ¡Dulce querencia!
Entendería una sola vez
 un solo guiño a la tierra,
 [dime que eres luz
 y música, y vida].
 Sabría entonces amar
 conscientemente, sincera,
 [dime que eres tú
 y que por mí morirías].
Demuéstrame que eres sal
 y yo ocultaré que soy piedra,
 pues siempre caen los cinceles
 disfrazados de prebendas.
Si no alcanzo a saber jamás
 por qué medito tu nombre
 recuérdame, hijo, que un día
 creciste en mi territorio
 como lo hace una grieta
 profunda, una herida
 que no cura,
 brotaste árbol y hombre.
 Mi tesoro. 
 
Marisa Lanca
24/10/16
       			
	
       	







