Por Natalia Asunción
La quedada comenzó en la farmacia. Llegó mi madre en taxi, yo para variar ya la esperaba.
No tengo todavía el pasaporte covid o como se llame, y me hice la prueba de antígenos. Ir a la farmacia en lugar de ir a un bar antes de un concierto tiene su miga.
Llegamos y lo primero que hicimos fue buscar a mi amiga Moni, trabaja de merchandising en casi todos los conciertos importantes. Nos saludamos efusivamente, y eso que antes de la farmacia ya nos habíamos tomado unas cañas.
Debido a algún gen, eso seguro, tengo el mismo vértigo que mi madre. Así que no pudimos sentarnos en nuestro sitio…planteamos la idea de bajar de culo las escaleras, pero al final optamos por quedarnos al nivel del suelo, sin llamar mucho la atención.
Comenzó la música y yo, sinceramente estaba más ilusionada de lo que esperaba. No es el tipo de música que escucho. Aunque a veces es suficiente con que alguien de tu familia ame una música para hacerla tuya.
El intro de “Yo soy aquel” y con un chorro de voz que no esperaba, comenzó con la canción de “ave fénix”
Letra bella y unos coros tipo góspel que me introdujeron en el concierto al instante.
Me pareció una especie de presentación la segunda canción que expuso. Loco por cantar. Sé que Raphael no es cantautor. Pero sabe elegir muy bien sus letras. Eso es una realidad.
“Vivir así es morir de amor” Con esa canción de Camilo Sesto me ganó por completo. Ya estaba cantando yo a grito pelado…
La siguiente me bajó un poco el nivel de adrenalina. Así que opté por ir a comprar una cerveza. No la había escuchado antes y no sentí mucha emoción. “No vuelvas” no me emocionó.
A la vuelta “Digan lo que digan” me volvió a meter en canción. La grabé para una amiga que le puso esa canción a su madre en el entierro. Sentí que estaba escuchando la banda sonora de muchas vidas, de toda una generación. La de mis padres. Y sentí algo importante dentro. Una generación que va marchitando, pero de la que quedará un recuerdo imborrable.
“Mi gran noche” y “Provocación” nos encendió a todos, la gente ya estábamos cantando a viva voz. Eso sí, casi todos con la mascarilla puesta.
“Me olvidé de vivir”, otro clásico y “frente a frente”, que creo era de Jeanette. Allí me di cuenta que Raphael estaba rememorando sus sesenta años en el escenario sin olvidar a sus compañeros de fatigas…
Luego vino un momento algo flojo para mi gusto. “Volveré a nacer” y unas cuantas canciones religiosas que, sinceramente no me dijeron nada.
“Vida loca” de Francisco Cespedes (lo acabo de mirar en Google) con una preciosa versión, “No puedo arrancarte de mí” y “yo sigo siendo aquel” me volvieron a introducir en la magia de Raphael y sus directos.
“Amor mío” tampoco me gustó, así que aproveche para fumarme un cigarrito. “Estuve enamorado” sonaba mientras volvía. No sufrí, no es de mis canciones favoritas.
“Cierro mis ojos” me recordó que odio los instrumentos de viento en los conciertos y que las estaba llevando muy bien… Pienso que es un tema generacional. Yo creo que nosotros somos más de cuerda.
Otro clásico, “Nostalgias” y mi mejor recuerdo ya guardado, “se nos rompió el amor”, de la gran Rocío Jurado, que me puso los pelos de punta.
“Adoro” de Armando Manzanero, ese tipo de canción que me lleva de viaje años atrás y que tienen una belleza inocente y siempre fresca. Al igual que otro cásico de Raphael “estar enamorado es”
“En carne viva” me resulta una canción preciosa con la que he crecido y madurado, de algún modo, al escucharla en directo la hice más mía. Esta y unas pocas canciones más harán que no olvide nunca este concierto.
“Resistiré” Nuestro clásico de pandemia, ahí creo que nos sentimos todos más unidos. Después, con “que sabe nadie” ya me tenía de nuevo en el bolsillo.
“Yo soy aquel” y “Escándalo” ya me pillaron cantando y bailando con Moni (sólo llevaba dos cervezas)
Terminó un concierto inolvidable con “Como yo te amo”
Raphael es histriónico y tiene algún gallo, pero qué más da cuando llena un espacio de quince mil espectadores casi vacío…
Nunca había ido a un concierto con mi madre. La experiencia fue de diez. Fui a ver un repertorio de canciones “carrozas” y salí de allí con las pilas cargadas y admitiendo, que la vejez es un estado del ánimo al que ni Raphael ni mi madre han llegado ni, seguramente, llegarán…