Por Miguel Ángel Yusta
1-La zarzuela.
A nadie resulta desconocida la importancia de la zarzuela, el género lírico español, en el contexto de la lírica mundial.
Próxima, esperamos, a ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, nuestra zarzuela está teniendo en los últimos años un auge esperanzador debido al cuidado de las producciones y calidad de los intérpretes.
El Teatro de La Zarzuela, justamente llamado «único en el mundo», está siendo el motor principal de este resurgimiento. Teatro público, con precios muy asequibles y una actividad promovida por un buen equipo directivo, capitaneado por Daniel Bianco y en lo musical por Guillermo García Calvo, el Teatro ofrece una programación de calidad tanto en zarzuela como en conciertos, recitales y su veterano Ciclo de Lied, que también se organizó en Zaragoza y tan escasa acogida tuvo, a pesar de su gran calidad y eficacia organizativa. Cosas de por aquí.
Volviendo a la zarzuela, es importante que las nuevas generaciones conozcan la historia y desarrollo de este patrimonio y se insista en los planes de enseñanza en informar y difundir este tesoro musical que no puede de ninguna manera serles desconocido. La belleza de muchas de sus páginas es comparable, y aun supera, a las de muchas óperas. Y su dificultad interpretativa, también.
No pretendemos en estas líneas hacer pedagogía musical. Hay bibliografía y grabaciones históricas y actuales suficientes para satisfacer al conocedor y asombrar a quien lo desconozca. Todo es cuestión de informar y formar en el buen gusto y la belleza, sin prescindir de una visión actual que acerque a la mentalidad de hoy estas obras en las que han intervenido desde Plácido Domingo, Alfredo Kraus o Teresa Berganza, hasta nuestros paisanos Ruth Iniesta, Sabina Puértolas, Eduardo Aladrén o Isaac Galán que son frecuentes hoy en los mejores teatros de ópera del mundo.
Conozcamos más nuestras cosas para amarlas mejor.
2-La música nos salva.
En estos tiempos inciertos es cuando más necesitamos abrir ventanas a la cultura, y a la música como parte fundamental y necesaria de ella para restituir también nuestro equipaje anímico. Hay en este recorrido final del año, buenas noticias que nos confortan de la sequía pasada en lo más agudo de una pandemia que no acaba de retirarse. Disfrutamos hace poco con El Maestro de Canto de nuestros queridos Carlos Chausson, -figura mundial en su cuerda-, Isaac Galán y Jorge Franco crecientes y magníficos, y de la maravillosa voz y persona de Marina Monzó, que a sus veintisiete años tiene un magnifico currículo y un brillante futuro,(debuta en Navidad en la Staatsoper de Munich con el rol de La Reina de la Noche de La Flauta Mágica) todos bajo la batuta de Ricardo Casero al frente de la ORA.
El Auditorio de Zaragoza regresa a su trayectoria habitual y ha presentado una ambiciosa Temporada de Grandes Conciertos a partir de enero, que se abre con la presencia del tenor Javier Camarena, primera figura mundial. Pero hasta entonces se están desarrollando importantes actuaciones (Goyescas, El Mesías, Cantata Aragón, Músicos de Su Alteza…) que merecen mucho nuestra atención.
Nuestra recordada Pilar Lorengar, recibirá un nuevo homenaje en el Teatro Principal, con la actuación de muy destacados cantantes, que se irán anunciando y, entre ellos, nuestras admiradas Ruth Iniesta (una excelente Musetta en La Bohème estos días de Navidad en el Teatro Real) y Sabina Puértolas, que ha tenido un recientísimo gran éxito del que fuimos testigos también en el Teatro Real, con la difícil ópera Parténope, de Haendel. Su actuación constituye un importante jalón en su brillante carrera. De paso, quiero hacer un inciso en las cualidades de todos estos artistas que trabajan con tesón y dedicación, estudio y sacrificio superando numerosas dificultades (no es una vida regalada y fácil como pueda creerse desde fuera) para triunfar en una profesión tan hermosa y difícil como la ópera. Para muchos de ellos esta temporada ha sido complicada y ojalá vuelva ya definitivamente la normalidad tan necesaria para sus carreras.
Así pues, levantemos el ánimo y deseemos que, con la colaboración y el cuidado de todos, esta sexta ola pandémica no nos impida disfrutar del renacer musical que incluye también otros trabajos destacados de grandes intérpretes aragoneses y la labor callada pero eficaz de otros tantos profesionales que están detrás de los focos y que merecen ahora más que nunca, como portadores y difusores de cultura, la mayor atención de las instituciones.
Y por este año, nada más, queridos lectores. Prudencia en las celebraciones, que el «bicho» sigue ahí y una feliz Navidad y año 2022 que nos traiga, por fin, toda la salud y alegría deseables.