Recordando a Panoja


Por Saúl Presa
Fotografías: Carlos Colás

El pasado 29 de febrero tuvo lugar en el Centro Cívico Delicias un concierto muy especial.

    Se trataba de recordar a José Luis Cortés “Panoja”, quien tristemente nos dejó el 7 de octubre, en medio de los Pilares del año pasado.

    Y la mejor forma de hacerlo era organizando una fiesta con mucha música a ser posible, con su familia, con sus amigos, abierta a todo el que quisiera participar. Desde que lanzamos la idea todo fue encajando naturalmente. Qué mejor espacio que el de Delicias, uno de los lugares de la ciudad en los que José Luis organizó más eventos.

   Aún recuerdo la presentación del número 2 de la revista “Menos 15”, allá por 1985, cuando todavía el recinto olía a pescado. En ese mismo sitio, durante los últimos años, Panoja organizaba un ciclo de conciertos bajo el título “De la Raíz”, unas jornadas de cultura radical que tuvieron mucho eco tanto en el ámbito local como en el nacional, por su apuesta decidida y arriesgada por artistas particulares.

    La edición de este ciclo para 2020 al igual que los conciertos de Uxía y Niño de Elche en los últimos Pilares, habían sido programadas por José Luis, quien a pesar de la enfermedad no había perdido ni un ápice de su vocación de agitador.

    Qué mejor fecha pues, para celebrar este encuentro, que la inauguración del ciclo De La Raíz, en el Cívico Delicias, el sábado 29 de febrero.

    Desde que se corrió la voz, fueron innumerables los ofrecimientos de artistas locales, nacionales e internacionales para participar en el evento por lo que hubo que restringir el cartel y la duración del mismo.

  El círculo de fieles escuderos de Panoja, capitaneados por Carolina Hernández, la mano derecha de José Luis Cortés en Area, la agencia de representación artística que este dirigía desde hace años, decidimos acotar los participantes, a quienes habían tenido trato con Panoja, artística o profesionalmente hablando. 

   Del diseño del cartel se encargó Víctor Gomollón, antiguo colaborador de Panoja y el acto se abrió con unas emotivas palabras del periodista de TVE y El Periódico de Aragón Javier Losilla, y de un servidor.

  La noche prometía porque reunía a músicos que se volvían a juntar para la ocasión y a artistas que siguen todavía en activo. Antes de comenzar con las actuaciones, se proyectó una selección de los mensajes que habían enviado por vídeo figuras de la escena internacional que habían conocido a Panoja y que quisieron sumarse de esta manera a la celebración.

   A destacar las sentidas palabras, algunas en forma de canción, del maliense Toumani Diabate, los alemanes 17 Hippies, el garífuna Aurelio, los Gitanos de Rajastán o Shantel entre otros.

    Y la velada por fin arrancó con un emocionante tema de Malena Ananda Pradas y Claudia Presa, voz, guitarra y cello, representando a esa generación de adolescentes que tan buenas migas hizo siempre con ese profesor chiflado que habitaba en Panoja, su otra gran vocación, el maestro que conquistaba a sus alumnos con la biología y la música al mismo tiempo.  Esta sería la parte más íntima de la noche con los temas de Claudina y Alberto Gambino, cantautores de leyenda, que han terminado por afincarse en nuestra ciudad, Toni Matute y Gallo Nebra, Rodrigo Mabuse y Alejandro Monserrat, Jesús Gareta.

   Todos cantaban a Panoja y los demás le buscábamos entre el público que poco a poco iba llenando la sala. Estaba Rosa Mur, su compañera incondicional, sus hijos, su familia venida desde ese Sur que él tanto idealizaba, estaban sus amigos de correrías, de vermuts últimamente, los hijos de sus amigos que también quisieron sumarse…. 

    Vino después la jota de Beatriz Bernad acompañada por Alberto Gambino y Sergio Aso.  Si, la jota, quien nos lo iba a decir en aquellos tiempos postmodernos de la revista Menos 15.  Sin embargo, su revitalización con nuevos arreglos y artistas inquietos tuvieron desde el principio el apoyo de José Luis, ese extremaño, como le gustaba decir cuando le preguntaban de donde era, haciendo alusión a su tierra natal y a su tierra de adopción.

   Y hablando de Aragón, no podía faltar uno de sus músicos más interesantes según Panoja, Luis Miguel Bajen, conocido sobre todo por liderar la histórica formación de Biella Nuei. Si ya nos emocionó él solo con su dulzaina el día que inesperadamente despedimos a Panoja en el tanatorio, en Delicias no fue menos. Y también posteriormente, escucharíamos al poeta José Julio Donoso que también nos recitó uno de sus poemas escritos en honor del homenajeado

    A esas alturas de la velada el ambiente ya estaba caldeado y el día que salió gris dio paso a una noche luminosa, que según avanzaba, más prometía. Y por si acaso entre actuación y actuación estaba Jordi Gayoso, DJ Lord Sassafras, con una selección de las músicas que Panoja ha producido o presentado en alguna ocasión, y Alberto Guardiola y Geraldine Hill, elegantes maestros de ceremonias, celebrando una velada inolvidable y los mil programas de Comunidad Sonora, el espacio que Aragón Radio dedica a la música aragonesa.

    Y en eso llegó el flamenco. Pocos aficionados he conocido como José Luis a esta música que tan lejos se nos quedaba a orillas del Ebro y cuanto hizo por difundirla desde que lanzó internacionalmente desde La Madalena al trío Los Combays, luego con la peña Flamenca y últimamente con el Festival Flamenco. Por ahí pasaron Juan Dual, Arturo Jiménez, Antoñito “El de la Angustias”, Eugenio Tejero “Confu”, David Tejedor, esos al cante, Josué Barres y Jesús Bautista “El Patas” a las palmas y David Jiménez “Maikel” al cajón, Pakito de la Serrana a la guitarra junto con Rubén Jiménez, Nacho “El Niño” y Alejandro Montserrat, al violín Noelia Gracia y Carlota Benedí al baile.

     Y los flamencos que tanto le gustaban, desde la farruca hasta la bulería. Estamos seguros de que Panoja junto al maestro Tejuela, que se nos fueron casi al mismo tiempo, la gozaron.

   Para entonces la fiesta ya era total, dentro y fuera del escenario, en los camerinos y en la barra del bar. Pero todavía quedaba la parte más roquera. Y los encargados de abrirla fueron Drunken Cowboys con su estilo bluegrass etílico, que para algo Panoja se había leído todas las novelas de Charles Bukowsky. Luego reventaron la sala Los Sick Brains, el grupo hardcore de las Fuentes. Si hay un músico carismático por estos lares es Manolo Cabezabolo.

    Su sola presencia es capaz de acaparar la atención, vaciar las barras y conseguir que hasta el más timorato se acerque lo más posible para verle mejor y luego saltar y bailar al ritmo de unas canciones que ya se han convertido en himnos. Impresionante el regreso a los escenarios de Los Furtivos. Los de Alagón demostraron que sus temas siguen siendo dinamita, y como decía Panoja son uno de los mejores grupos de garaje que ha habido en España. Desde luego y visto lo visto, hoy podrían hacer sombra a cualquier grupo de los que ahora triunfa en los festivales indies. Pusieron la rotonda a bailar.

    El final, ya pasada la medianoche, no pudo ser más emotivo porque tras la gran actuación de Los Furtivos salió el Club Eléctrico con su formación original: Jesús López, Constancio Pradas y Emilio Corral y Jesús Gayoso. Y después Los Combays, los gitanicos de La Madalena que se fueron con Panoja de gira con The Cure y acuñaron el término rumbabilly, del que se hizo eco la crítica musical inglesa que hasta envió corresponsales al barrio zaragozano para investigar sobre ese nuevo estilo musical. Volver a ver a “El Viejo” y a sus hermanos, por allí nos puso la carne de gallina y nos quitó treinta años de encima.

   El cierre lo puso el proyecto más ambicioso de Panoja : la Orquesta Popular de la Madalena , el que para mí es el proyecto más “Frank Zappa” de Panoja, el que resume todas sus aficiones, sus gustos musicales,  el flamenco, la jota, el rock, el jazz, el folk, la electrónica y como eje vertebrador de todo ello su barrio de toda la vida en Zaragoza, La Madalena y las gentes que allí habitan. Su obra cumbre.

    No nos queríamos ir nadie de allí, había sido largo, intenso, pero todavía queríamos más. No era posible, había que cerrar el garito, como solíamos hacer antes. Y como antes, nos costó volver a casa, todavía nos quedamos un rato en los camerinos. Como Geraldine Hill remarcó al despedir, todo lo que había pasado por el escenario esa noche, no había sido un espejismo, todo se hacía en nuestra ciudad. Nivelazo.

   A la salida yo seguía buscando a Panoja, vi a su inseparable colega Konstan Pradas, pero él no estaba. Me quedé con ganas de comentarle las actuaciones de cada grupo, de buscarle los tres pies al gato, de preguntarle por al ambiente que hubo en la fiesta. Hablando con los demás llegué a la conclusión de que lo que habíamos vivido en esas cinco horas en las que el tiempo se detuvo había sido una pasada y le había encantado.

     Seguiré buscándole en los conciertos del Ciclo de La Raíz, del Festival Flamenco de Zaragoza, en los vermuts del Vinagres y en las calles que tanto le gustaban de la Madalena. Y es que cundía tanto que le vamos a echar mucho de menos.     

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