Por Sara Muñoz Rando
Ajusto e intento reparar las velas mientras asumo que el cierzo es incontrolable.
Unos dicen que hay que creer que todo pasará y confiar en que el karma llegará, otras dicen que el karma ya está aquí y se llama vida. Algunos se centran en exprimirla, algunas en las fechorías. Yo creo que la vida es eso que pasa mientras construyen Monrepós.
Sigo reparando el barco, co, calo y me acicalo pensando en posibles nombres de bares. Bares, son lugares… ¡Qué lugares! La China se hace con nuestra cultura hostelera, pero ¿de qué manera? ¿Casa Pepe será Casa Xin Liu?
“No se lo vendas a un chino, joder”- dice Manolo. “A un chino, no” – añade Mari Carmen.
¿Racismo o contracultura? ¿Segregación o defensa patrimonial?
Fachadas de edificios singulares se conservan mientras derrumban su interior por altos niveles de peligrosidad. La alegoría de este movimiento digna de algún o alguna Pombo se manifiesta por sí misma: tan sencilla como accesible, tan satírica como divina. La fachada se queda pa’ que la vean, la casa se tira pa’ que no ¿vivan? ¿kien vivía en esa casa reventada? ¿y antes de estar así? Ciertos okupas que ya no viven ahí porque no hay kasa, ciertos ocupas que vivieron ahí mientras era casa. Okupa se escribe con con /K/ de punki, de kilos, de ketamina, de Kaláshnikov, de kalimotxo, de Eskorbuto, de okapi. Los okupas no llevan la /C/ de casa. El okupa, por lo visto, ni gramaticalmente merece llevarla. Propuesta de escritura: “oqupa”.
La estética de la palabra, como la ley Anti-Okupa, se agiliza con el cambio.
“Me allanaron la morada, camarada”- dice Amanda, propietaria de 5 pisos y en el que solo 1 pone su almohada. No los alquila porque le da apuro y no tiene ganas. Ganas las que me dan de oqupar un piso sin uso con lo que pago de alkiler.
¿Me hipoteko?
No sé si eso iba antes de criar un libro, después de plantar un hijo o una vez que escriba un árbol.
Seguiremos reparando el bar, co. Puto cierzo, co. Pa’ un día que quería ir peinada. Un moño majísimo en casa, un nido de chorlito en que piso la strada.
Realmente me encanta que no se pueda ir escoscada, que la naturaleza te ponga en tu sitio y te recuerde que no eres nada, que te obligue a que te la sude tu flequillo, tu tupé o tu calva.