Por Sara Muñoz Rando
Como te dije, no los vas a encontrar en cualquier economato, ¿qué te esperabas viviendo en Tegucigalpa? El Jamón 5 Jotas, el cual te llevo enviando envasado al vacío desde que estás ahí, es cierto que se halla similar en diversos andares de tuncos hondureños, pero el Pan 5 Jotas solo lo encuentras en la panadería La Magdalena.
Desafortunadamente para ti, no consigo dar con la forma de pasar los 35 kilos del polvo blanco que me pediste, ni los brazos de Juan Carlos por la aduana de forma legal. Vas a tener que venir tú misma a probar el Pan 5 Jotas. Qué harina, qué manos, qué miga, qué corteza, amiga mía.
¿Te crees que, simplemente llamándome tonta por comer pan con pan, vas a conseguir que deje de hacerlo? Huelo la envidia desde aquí. Tonta tú, de no comerlo.
Como bien sabes, desde pequeña me gesté como panera de corazón escuchando más veces de las que me gustaría el clásico: “Deja ya el pan, que luego no comerás”. Irónicamente, la misma que me decía eso, se comía siempre el corrusco antes de que nadie lo pillara. En casa de mi novio, de igual modo, su madre arrambla con el crujiente limítrofe. Menos mal que si nos juntamos las dos familias, el pan tiene dos puntas. Me pregunto si en la casa de los Ordovás, también se lo come Pilar. Cuando la vea, cotejo datos. Mientras tanto, para la encuesta: ¿Tu madre se comía el corrusco sin preguntar? Ya me dirás.
Como te comentaba, amiga mía, héroes sin capa, les dicen; héroes con capas de harina, que suben y bajan de la furgoneta blanca en la que reparten aquello que todos ansiamos. Juan Carlos, Jesús, Julio José y Javi cada día crean, dan forma y ofrecen arte que debería considerarse pecado no comerlo. Dan vida a eso que quienes tenemos la fortuna de poder palpar con nuestro paladar, nos hace ascender a algún tipo de cielo en el que nada malo puede pasar. El olor te mece con el cierzo entre los vértices de C/Heroísmo invitándote a acercarte. Huele a “ven, ven aquí uy, uy, uy, qué rico…”.
La puerta por la que entran permanece discreta y marrón, como la tierra fértil propicia para el cultivo. La puerta por la que nosotros entramos se muestra esperanzadora y verde, como la tierra sostenible que mejora la productividad. En esa puerta verde pasto, los devotos aguardamos entrar para poder recibir nuestro pan de cada día.
La clásica alegoría divina se me viene de forma natural, amiga mía. No me acuses, tú, tan agnóstica, de nada raro. Pues qué le voy a hacer si soy devota de estas deidades del trigo sin capa de tela cosida, pero con capas de harina como tela asumida.
Algunos pocos que hemos tenido el privilegio de poder colarnos por la puerta marrón, hemos contemplado lo que se ve más allá del mostrador. Sacos azules y blancos aguardan aquello con lo que las 5 Jotas hacen la magia de la que disfrutamos durante la mañana. Para lograr tal encantamiento culinario, los héroes entran de noche por la puerta marrón que deriva en azulejos encerados por sus suelas galopantes.
En penumbra, entre salados y dulces amasados, con la dosis perfecta de mala hostia y dulzura se amasa mi cura, con pitera; garrote, que dice unos; un beso y un guiño, que dicen otros.
Ojalá pudiese Velázquez asomarse por esa rendija. No tengo pruebas ni tampoco dudas de que “La fragua de Vulcano” hubiese sido “El obrador de La Magdalena”, una pena para él que no lo viese, ni oliera, ni catase. Y a este paso, tú tampoco, amiga mía. Podríamos hacer juntas la cola ante la puerta verde tras la que los héroes hornean el Pan 5 Jotas.
Qué pena, amiga mía, que tengas que comer pan congelado de harinas que son más bien arinas allá donde andas. Ya sabes, esos panes a los que les falta la «h», ese no sé qué que no suena, pero se siente raro si no está. Búscate una buena panadería, el pan huele a hogar y el hogar huele a pan.
Por cierto, el estudio etimológico ha descartado que la palabra “pan” tenga su origen en la raíz griega “pan” cuyo significado (si mal no he aprendido) es ‘todo’. Entre copa y baile, si te da la vida, indagas sobre esto por esas tierras.
A cambio y por adelantado, te mando Jamón 5 Jotas acompañando a esta carta. El Pan 5 Jotas, lo dicho, ya vendrás a por él.
Besos a miga.