En el nuevo estudio de Juan Baldellou

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Por Manuel Medrano

    El pasado 6 de abril inauguró su nuevo estudio el artista Juan Agustín Baldellou, situado en la calle San Pablo nº 70, de Zaragoza.

   Juan ha dado a este espacio el nombre de PINCELROJO y en él, nos dice, “únicamente tendrá cabida un arte cuyo color coincida con el de su denominación. Lo inauguro con una autocrítica sin paliativos: la transmutación de la obra zombi que desde el inicio de mi actividad hasta ahora he realizado y tenía en mi estudio”.

   Nos explica que “denomino obra zombi a la que pertenece a lo muerto y se nos muestra como viva. Independientemente de la intención consciente del autor, la obra emite un mensaje que es, también, ideológico… Toda aquella obra que consolida o mece creencias que históricamente han apoyado las ideologías de las clases dominantes, es una obra zombi”.

   Acompaña a la muestra un amplio texto del autor, del que sólo extraeré lo siguiente: “Hace ya mucho tiempo escribí algo así: ‘Hay un tipo de arte que nos mece, nos acaricia los ojos, es como un oasis al que acudir, hay otro tipo que nos sacude y nos golpea la conciencia’. Considero que la segunda parte era la afirmación de un deseo más que una realidad. Ahora, a grandes rasgos, creo que hay fundamentalmente dos grandes grupos: un arte conscientemente connivente con la ideología dominante y otro, la gran mayoría, inconscientemente connivente. Ambos tipos dan lugar a obra zombi. Gran parte de las personas situadas en el espectro de quienes quieren y trabajan para un cambio de modelo económico y social, cuando realizan una labor artística se sitúan en el segundo tipo”.

    Hasta aquí un resumen de los planteamientos del autor, cuyo pensamiento y obra ya conocemos (pulse aquí) e incluso pudimos contrastar aspectos del primero en alguna tertulia en K-Pintas. Pero lo sorprendente es lo que vimos en su estudio, la expresión plástica en que se ha materializado el concepto de obra zombi y la transfiguración de la que ésta ha sido objeto.

    Juan Baldellou ha troceado un buen número de sus creaciones. Los fragmentos de cada una se han encerrado en un bote de cristal en cuyo exterior se observa una fotografía de la pintura o dibujo original, sellando el recipiente con una cinta lacrada en la que ha colocado una cartela explicativa, similar a las etiquetas comerciales que indican la trazabilidad de un producto. A ello se añade un “Aviso” conteniendo texto que sigue una estructura parecida a las advertencias sobre el mal uso de algunos medicamentos u otros elementos de consumo.

   Con estos botes ha realizado una instalación, no completamente terminada, a la que nos advierte que se sumarán muchas otras de sus obras (no todas), especialmente las que no corresponden con su análisis ideológico y conceptual presente.

   Espero haber reflejado aceptablemente lo que Juan ha pretendido y lo que en su estudio se ve. En todo caso, para profundizar más en estos aspectos, diríjanse al propio Juan Baldellou.

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