Argentina: En transición en un mundo agrietado


Por Gloria Cohen

    Como hace 20 años, cuando tuve el honor de ingresar a El Pollo Urbano como Corresponsal en la Argentina, vuelvo ahora a relatar una transición de presidentes de distinto signo político.


Gloria Cohen
Corresponsal del Pollo Urbano en Argentina

   Claro está que los protagonistas cambiaron: en 1999 se fue el peronismo de Menem y llegó el radical Fernando De la Rúa; en 2019 se va Macri, jefe de un nuevo partido -el PRO- aliado con sectores radicales, y retorna el peronismo con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner como Vicepresidenta.

   Cabe aclarar que existen diferencias entre el peronismo de Menem, que gobernó entre 1989 y 1999, y el del matrimonio Kirchner -Néstor, ya fallecido, y Cristina- que gobernaron durante 3 mandatos entre 2003 y 2015.

    La Argentina, atravesaba graves problemas en 1999 que estallaron a fines del 2001. Luego de 20 años somos ahora un país con una peor distribución de la riqueza y con una mayoría más pobre. Es decir que, otra vez, el desafío consiste en superar otra de nuestras crisis económicas recurrentes y salir adelante, es el deseo que lo logremos…

   Es poco lo que se sabe todavía de la transición presidencial, si que el nuevo Presidente –Alberto Fernández- asumirá el 10 de diciembre y anunciará su Gabinete de Ministros el día 6.

   En estos últimos años las grietas se profundizaron y han llegado a enfrentar y a dividir a miembros de una misma familia, sin duda algo que en España ya se ha vivido de forma más traumática aún.

    Las grietas existentes son: “ser K” o “ser anti-K” en alusión a los ex presidentes Néstor y Cristina o… “ser de Macri” o “ser anti-Macri”. Hace muchos años hubo otra grieta: “peronismo” versus “antiperonismo”, algún resabio de aquello queda todavía aunque con nuevos matices y mezclas.

   Desde que el Presidente Macri puso en agenda parlamentaria el tema del aborto (no con el objetivo encontrarle una solución consensuada, sino para distraer la atención a los desaciertos en la política económica), se abrió una nueva división entre los abortistas, denominados “pañuelos verdes” y los antiabortistas, identificados con los “pañuelos azules”.

   A pesar de las continuas protestas y manifestaciones populares, principalmente las zonas céntricas de la Ciudad de Buenos Aires, afortunadamente “la sangre no ha llegado al río” y no vivimos situaciones extremas de violencia y de represión como en Ecuador, Chile y Bolivia, entre otros países latinoamericanos.

    Si es llamativa la cantidad de gente que se observa viviendo “en situación de calle” y los reiterados hechos de inseguridad: arrebatos, robos, asaltos a mano armada y hasta homicidios.

    Asimismo, si bien en los años 90 sufrimos dos terribles atentados a la Comunidad Judía en la Argentina (voladuras de la Embajada de Israel y de la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas –AMIA-), no ocurren “ataques sorpresa” por parte de grupos fundamentalistas como en Europa, Estados Unidos de América y otros lugares del mundo.

   En otro orden de cosas, en estos últimos años pude hacer realidad mi sueño de convertirme en ciudadana española, gracias a una ley sancionada en 2015 que dio la posibilidad de ser españoles a los descendientes de los judíos expulsados en 1492, si habéis leído bien… a mis antepasados los expulsaron  de España en el año que Colón descubrió América.

    Ya voté en todas las convocatorias electorales españolas que hubo en 2019, pero desde mi óptica de argentina me resulta muy difícil comprender cómo un país puede seguir funcionando sin haber logrado formar gobierno, nosotros ya hubiéramos pasado por fuertísimas devaluaciones de nuestra moneda y conmociones internas. También en España hubo un agrietamiento y una fragmentación de los partidos políticos tradicionales.

    Sin duda en 20 años el mundo cambió y mucho, pero en Argentina siempre seguimos remándola, ojalá esta vez las grietas no nos atrapen y superemos por fin las recurrentes crisis pendulares.

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