Por Antonio Tausiet, escritor y cineasta
Casi todo el cine que consumimos hoy, tanto en nuestros hogares como en las salas, está reproducido en vídeo digital.
Este formato de visionado se compone de píxeles, pequeños fragmentos que dan como resultado la imagen completa. Es el mismo caso de los mosaicos y sus teselas, las pequeñas piezas que los integran. Cada vez que vemos una película contemplamos una sucesión de fotogramas, mosaicos sucesivos que nos dan la sensación de movimiento.
El origen de la palabra mosaico se remonta al latín musivum, a su vez del griego mouseium, “obra de las musas”. De ahí la palabra musivo, “relativo a los mosaicos”. Una musa es una divinidad femenina inspiradora. En la mitología clásica son nueve y representan a las artes: Calíope (la lideresa, poesía épica), Erato (poesía lírica), Talía (comedia), Melpómene (tragedia), Clío (historia), Urania (astronomía), Polimnia (retórica), Euterpe (música) y Terpsícore (danza). Forman parte del séquito de Apolo, hijo de Zeus. Su función es inspirar la creación en los humanos, susurrándoles nuevas ideas. “Musa” ha acabado siendo sinónimo de “inspiración”. De su nombre, además de mosaico, derivan las palabras museo y música.
El número de las musas se redujo luego a seis, para representar a las llamadas “artes mayores” o “bellas artes” (pintura, escultura, arquitectura, literatura, música y danza), ampliadas a siete con el cine, a ocho con la fotografía (aunque es anterior) y a nueve con el cómic, puesto que disputa hoy con la gastronomía.
El Teatro Principal de Zaragoza, que data de 1799, fue reformado en 1875 por Segundo Díaz, arquitecto municipal. En su entrada por la calle del Coso se construyó una nueva fachada de corte clasicista, adornada con esculturas de las musas de la danza, la poesía, la comedia y la tragedia.
En 1940 se inauguró una nueva reforma, que sustituyó la antigua fachada por otra similar, diseñada por José Beltrán y Regino Borobio en 1937. Estaba previsto que siguiera adornada por cuatro musas, esculpidas por Félix Burriel, pero no pasaron de bocetos escultóricos, realizados en 1939. En este caso se trataba de Comedia, Tragedia, Música y Danza, o lo que es lo mismo, Talía, Melpómene, Euterpe y Terpsícore. Estos cuatro bocetos en yeso de 30 cm se exhiben en el hall del teatro desde 2024, con motivo del 225 aniversario del edificio, en una exposición temporal que se prolongará durante 2025.
El escultor alcañizano Francisco Rallo Lahoz realizó en 1970 quince esculturas en piedra de nueva factura y 2,3 m cada una, representando a las cuatro musas, siguiendo el proyecto no realizado de Félix Burriel, de quien Rallo había sido discípulo. Estas esculturas fueron destinadas a decorar de nuevo el Teatro Principal y fueron repartidas en sus fachadas, en cuatro grupos repetidos: tres de ellos con las cuatro y uno con tres, en la calle de Don Jaime I.
Entre 1985 y 1987, el Teatro fue reformado por el arquitecto zaragozano José Manuel Pérez Latorre y las esculturas se redistribuyeron. Así, sobre la fachada del Coso se colocaron cuatro: Melpómene aparece con su máscara trágica a la izquierda; a su lado, Euterpe con su cítara; le sigue Terpsícore danzando; y Talía aparece a la derecha con su máscara sonriente.
Hay otras cuatro en el resalte del tejado de la esquina de la plaza de José Sinués con la calle de Eusebio Blasco, y cinco en el interior del edificio. Las dos restantes, que representan a Talía y a Euterpe, acabaron en la plaza de Santo Domingo, junto al Teatro del Mercado, en 1987.
En 1989 se descubrió una gran domus o casa romana en el subsuelo de la confluencia de la calle Murallas Romanas con la plaza César Augusto de Zaragoza. Fueron unas excavaciones en las que también aparecieron restos de la puerta decumana occidental romana (después Puerta de Toledo). La domus data de la primera mitad del siglo I, y se denominó Casa de las Murallas.
El suelo de una de sus habitaciones estaba decorado con un mosaico de entre los siglos II y III, que atendiendo a su iconografía fue bautizado como Mosaico de las Musas y el Fauno. Otros mosaicos conservados de esa misma casa habían sido hallados en 1880 (Mosaico de Eros y Pan) y en 1944 (Mosaico de Orfeo amansando a las fieras y Medallón con la cabeza de Medusa). El busto de la musa conservada en su totalidad pertenece a Clío, musa de la historia. Junto a ella vemos sus atributos, un estilete y un díptico de tablillas, antepasado de nuestros libros.
Curiosamente, del panel romano del siglo II que decoraba otra domus excavada en la calle San Agustín de Zaragoza en 2003, la única figura humana conservada íntegra es la de un busto de Clío, lo que le ha dado a este fresco el nombre de Pintura mural de las Musas. Se conserva en el Museo de Zaragoza.
En 2019, el Mosaico de las Musas fue añadido a la exposición permanente del Museo del Foro Romano de Zaragoza, a la espera de la incorporación del fragmento con las figuras de Clío y el Fauno, que se exhibía restaurado en el Museo de Zaragoza. Recientemente, este fragmento ha sido repuesto en su ubicación original en el gran mosaico, que se puede contemplar en el citado Museo del Foro.
La evolución de las costumbres y creencias de la ciudad pasó por la incorporación a la idiosincrasia local de diversas alegorías femeninas inspiradoras. Así, la gran musa cristiana, la Virgen del Pilar; la heroína defensora durante los Sitios, Agustina de Aragón, tantas veces representada en pinturas y películas; e incluso la versión castiza de la Marianne francesa, cuyo busto lucía en el Ayuntamiento entre 1932 y 1936 con la denominación de Alegoría de la República española. Zaragoza es una ciudad de cine, pero también de mosaicos y de musas que dan cuenta de su rica historia, siempre relacionada con la creación artística.
(Texto publicado en el catálogo del Saraqusta Film Festival. Festival internacional de Zaragoza de Cine de historia. V edición, del 25 de abril al 2 de mayo de 2025).
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