“Aún estoy aquí”  (Walter Salles) ‘Luces y sombras’

 Por Rafael Gabás

     El 31 de marzo de 1964 los militares brasileños apoyados por EEUU dan un golpe de estado destituyendo al presidente elegido democráticamente Joao Goulart e instaurando una dictadura que durará 21 años.

     En 1970 el ex-congresista Rubens Paiva comienza a involucrarse en la ayuda a presos y expresos políticos, siendo detenido y desaparecido en 1971.

    Y es justo en ese momento histórico en el que da comienzo la película de Walter Salles, un director solvente con títulos como Diarios de motocicleta y Estación Central de Brasil.

    El film tiene dos estilos y dos técnicas narrativas claramente diferenciados: Los inicios y el final en los que Aún estoy aquí desborda luz y color, es un cine mayoritario, de trazo grueso y un tanto blando y la amplia parte central desde el secuestro y durante la dictadura que es mucho más interesante y sombría: El corte en la línea narrativa y el estilo es abrupto a partir del 20 de enero de 1971, pasada más de media hora de proyección.

   La película comienza con colores vivos, mostrando una familia feliz (quizá a Salles se le va un poquito la mano en este aspecto), con unas relaciones sin fisuras y una adoración general por el pater familias; la detención y la entrada en esta segunda parte supone una bofetada al espectador porque todo da un giro de 180 grados; Salles nos muestra y nos transmite el ambiente de la represión, la sensación de oscuridad y abandono en la que los seres humanos pueden verse en este tipo de situaciones tan repetidas a través de la historia. Es ahí donde emerge la figura de Fernanda Torres, la mujer del desaparecido, para luchar junto a sus hijos en medio de la incertidumbre; vemos su transformación (de ser la sombra pasa a ser el faro) y su derroche de ética, principios y dignidad.

   Walter Salles consigue trasladarnos la angustia y el clima de terror, sospecha y desconfianza, evitando violencia manifiesta y escenas truculentas; prefiere mostrar la opresión con miradas, sonidos y la banda sonora que con tanques e instrumentos de tortura.

   Aún estoy aquí, cuyo título está tomado del libro del hijo del protagonista, Marcelo Paiva, no profundiza en la dimensión política y represora de la dictadura y prefiere ver el lado individual, familiar y de destrozo del tejido social: Personas, familias y sociedad pierden la alegría y la normalidad porque son prisioneras no sólo de un estado policial sino también de sí mismas.      

   Fuertemente emotiva, a Salles, repito, se la va un poquito la mano en la parte inicial (con una familia muy muy feliz, con días de playa, con un perrito multipresente, con elepés de música del momento, con guateques molones y otras tomas resumibles y/o prescindibles) y también en la final (1990 y 2014), que no están a la altura de la amplia parte central; el guión es irregular, el resultado final tiene un tono, quizá, excesivamente contenido para agradar y no incomodar. La película, en definitiva, invita a revisar la historia, a no mirar para otro lado en momentos difíciles y a no aceptar el silencio y la pasividad como únicas motivaciones políticas. Tiene toques del neorrealismo italiano y podría recordarnos a alguna película de Costa Gavras (Z, Desaparecido), aunque, qué duda cabe, sin estar a su altura.

  No puedes cambiar el pasado, pero puedes decidir cómo vivir el presente y crear un futuro mejor.

Título: Aún estoy aquí (Ainda estou aquí)
Dirección: Walter Salles
Guión: a partir del libro de Marcelo Rubens Paiba
Actrices-Actores: Fernanda Torres, Selton Mello, Fernanda Montenegro, Luiza Kosovski, Barbara Luz, V. Herzage

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