Por Esteban Villarocha
Decía el poeta: 𝗣𝗼𝗱𝗿𝗮́ 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝗯𝗲𝗿 𝗽𝗼𝗲𝘁𝗮𝘀; 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝗵𝗮𝗯𝗿𝗮́ 𝗽𝗼𝗲𝘀𝗶́𝗮.
Sirvan estas palabras escritas en esta Red Social de reconocimiento y admiración para con el rapsoda insobornable Luis Felipe Alegre.
Quiero hacer partícipes a los lectores de Facebook de mis recuerdos de algunos momentos vividos con el polifacético Luis Felipe Alegre, el rapsoda insobornable que vivía con y para la poesía.
Decía Emilio Lledo, el ser humano es memoria y lenguaje, palabra y memoria. Estos son los recuerdos que me viene a la cabeza al pensar en Luis Felipe, una de las personalidades que más han influido en mi quehacer cultural; puedo decir que comencé a tratar a Luis a finales de los ochenta, en ese momento Luis era un personaje reconocido y admirado (llenaba la ciudad de pintadas con una guinda haciendo referencia a su admirado poeta Ángel Guinda, lo conocí con el spray en la mano) Luis en esa época era para mi un referente cultural, entonces en una reunión en mi casa junto a Cultural Caracola (Fernando Lasheras, Carlos Grassa y yo mismo), los Gaiteros del Bajo Aragón (Concha Breto y Mario Gros) y El silbo Vulnerado (Luis Felipe, Ana Aban, Gregorio Maestro, Jesús Lou, Carmen Orte) organizamos con mis compañeros del querido y entrañable Teatro Arbolé (Iñaqui Juárez, Pablo Girón, Roberto Legorburu) el ciclo de heterodoxos que con el acertado titulo Más o menos juglares, situó la SALA ARBOLÉ del barrio zaragozano del Actur en el panorama cultural de la ciudad de Zaragoza, más allá de sus representaciones para público familiar generalmente de Teatro de Títeres, nacía una nueva manera de programar música, teatro y poesía, aquella programación para público adulto permitió traer a Zaragoza a referentes de la contracultura: Chicho Sánchez Ferlosio que cantó su gallo rojo gallo negro, más tarde lo cantaría Silvia Pérez Cruz en el Nuevo Teatro Arbolé del Parque del Agua, Antón Reixa, Agustín García Calvo, Bartolomé Ferrando, Esperanza Abad, Federico Martín, Fernando Palacios, Javier Tárrega, Ariel Prat, Esperanza Abad, Fátima Miranda y otros muchos, Más o menos juglares significó un antes y un después en mi actividad como programador cultural. Su programación se basaba en la curiosidad, empatía y generosidad de Luis Felipe.
Tras esa experiencia compartida y recordada me integré en el equipo de Teatro Arbolé abandonando mi quehacer como maestro de escuela y asumiendo labores de producción, programación y documentación, una aventura que ha durado cuarenta años. De alguna manera Más o menos juglares marcó mi devenir profesional, encaminando mis pasos hacía las Artes Escénicas. Muchas veces me he preguntado cuanto tiene que ver Luis Felipe con esa decisión que marco mi vida. Eran tiempos que compartía el arte de la conversación con Javier Villafañe que por aquel entonces vivía en Zaragoza.
Antes había compartido algunos viajes de trabajo con Luis Felipe, yo haciendo talleres de escritura para niños y niñas con Cultural Caracola y Luis con Carmen Orte y Goyo Maestro como Silbo Vulnerado, llevando sus espectáculos y nuestros talleres por escuelas y encuentros como el que organizaba Federico Martín en Arenas de San Pedro. Todavía guardo aquellos poemarios terapéuticos que Luis edito como si fueran una caja de medicamentos, que yo utilice en cientos de escuelas en aquellos años de la recién estrenada democracia.
Tras el ciclo Más o menos juglares Luis me invito a participar como actor, una osadía, en una hermosa locura televisiva que ya nadie recuerda, La Televisión Aragonesa comenzaba su andadura y Luis tuvo la alocada y apasionada idea de hacer una serie reivindicando su amor por la poesía, así nació el episodio piloto de la nunca acabada serie POEMA DE FAMILIA (solo se hizo el episodio piloto), serie que dirigió José Miguel Iranzo, Luis la protagonizaba y Ana Aban era la productora, yo que nunca había hecho de actor hice de policía nacional a las ordenes del comisario que protagonizaba Mariano Anos, había muchos más(estaba Esperanza Abad, Iñaqui Juárez, Cristina Lartitegui), conservo todavía un VHS de ese episodio piloto, recuerdo la grabación como un divertimento que me hizo debutar como actor, recuerdo que en mi escena como policía nacional detenía a Luis Felipe acusado de asesinato y le ponía las esposas además de zarandarlo en la detención.
Otro momento singular de mi relación con Luis viene del proceso de producción del estupendo documental de Emilio Casanova Goya: pintar hasta perder la cabeza en el que Luis participó con su compañía El silbo Vulnerado. Espectacular producción siempre recordada y no siempre conocida. Ahora que se acerca la conmemoración del 200 aniversario de la muerte de Goya deberíamos reponerlo y darlo a conocer es parte de una manera de crear contenidos culturales con pasión desmedida.
Muchas fueron las ocasiones en que converse con Luis del devenir de la Artes Escénicas en Aragón, además de participar en la producción de Dónde habite el olvido un homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer que se estreno en el nuevo Arbolé con Carmen Orte. Además, presencié el proceso de trabajo de Berta Singerman con Carina Resinsky en el Teatro Arbolé del Parque del Agua.
Me viene a la cabeza un hecho peculiar del que quiero dejar memoria, fue en la inauguración de la Sección infantil de la Biblioteca de Aragón de la calle Dóctor Cerrada. Ese día unimos fuerzas para tal acontecimiento Cultural Caracola, El silbo Vulnerado y el admirado Héctor Grillo. Plantamos un hermoso abecedario pintado por cientos de niños y niñas en el pequeño jardín de la Biblioteca de Aragón, realizamos todo un acto en favor del libro y la escritura. Un día memorable. Otra manera de difundir y promover la Cultura.
Con Luis he vivido más o menos maletas y este es mi recuerda que guardare siempre en mi memoria era otra manera de hacer cultura.
Comparto una grabación de Luis Felipe recitando versos con Carina Resinsky en su espectáculo sobre Berta Singerman, un espectáculo que merecía otra repercusión.