Todo sobre Aliaguetti y el fantasma del Pinateyi

Por Darío P. de Sirope

Redacción: Tras cinco años desaparecido en combate, el gran investigador periodístico Darío C. de Sirope vuelve a las páginas del Pollo Urbano con una investigación sorprendente a través de la cual nuestros lectores tendrán amplia información y respuestas a la actual  situación por la que está  pasando Alieguetti y su partido

Los diarios de Darío: el caso del fantasma del Pignateyi

Lunes,

Me he quedado sin dinero. Ha llegado el momento de volver a currar.

No será difícil, al fin y al cabo, como periodista de investigación, soy el número uno. Claro, que el único que se atreve a publicar mis magnificas crónicas mordaces es ese periodicucho…

Tomo el sol y sombra de un golpe, y pulso su número:

-Hola director, soy Darío, y quería…

-¿Qué mierda quieres?

-Hablar contigo, paso por la redacción y…

-Está cerrada para ti

-Solo quería saludarte, y..

-Pues vienes, saludas, genuflexionas, pagas las cervezas y te largas. Acude inmediatamente al Vinagricos Punk.

    Quince minutos más tarde lo vi, allí estaba en todo su cutre esplendor, vestido de mariachi y cantando rancheras. Lástima, unos milímetros más, y el bisturí del oncólogo hubiese librado a mis orejas de este sufrimiento.

   Por público del recital: el camarero, su corrector de pruebas y guardaespaldas, y un plumilla nuevo, ya entrado en años, con gafas y bigote. Ah, y saliendo del tigre con los movimientos de un puma: el gran hombre de acero.

   Decido atacar directamente a la bestia:

-Verás Caponni, quería volver a trabajar en El Pollo.

-No hay sitio para ti. No puedes venir después de cinco años como si nada.

-¡Pero yo soy un investigador de éxito!

-Menos humos; querrás decir un investigador de un éxito.  ¡Paga y lárgate!

 

      No es momento para valientes, estoy solo frente a estos malandrines, y el hombre de acero introduce la mano en su cazadora negra…

   Saco un billete de quinientos, el último que me queda de mi robo a la caja del Pollo, con la esperanza de que no tengan cambios.

   De pronto, me espeta:

-Darío eres sucio y borracho, pero debo reconocer que tienes la ignorancia bien organizada. ¾ Me mira con desdén y añade: Te daré una oportunidad.

    Gracias querido director, tengo pensado investigar sobre…

-De eso nada monada. La sección de investigación la dirige la joven promesa…

-Si con esa edad es todavía joven promesa, al menos no llegaremos a verlo de vieja gloria…

-¡Calla, y respeta el escalafón! Comenzarás en lo más bajo, en los negocios paralelos del Pollo.

-¿En la unidad matacochinos?! Será un honor.

-¡Quia! No te quiero tenerte tan cerca. Te encargarás del bisnes cazafantasmas.

 -Suena raro, pero háblame de personal a mi cargo y estipendios…

-Tú solo, y trabajarás por la comida, el vino y el tabaco. Si tienes éxito pondremos al frente a la nueva -estrella, mientras tanto te ocuparás tú del negocio.

-Entiendo…

-Pasa por la oficina, recoge el equipo que te entregue mi secretario, ve al Gobierno de Aragól y preséntate ante Javierone Muñozotti. El te dará las instrucciones de la encomienda.

-Gracias, amo.

 

       Bajo la cabeza, y me largo antes que me recuerden las cervezas. De fondo oigo a la joven promesa decir que canta una jota más, le contrata la luz al dueño del garito, y se va a comer unas gambas con gentes de muchos posibles…

 

Martes,

    A media mañana, tras recoger el equipo (apenas unos aparatos de escucha y grabación, unas diminutas cámaras de vigilancia y un extraño artilugio, parecido a un manómetro, cuya caja reza “sensor de aragolesismo”) me presento en el edificio Pignatelli, y una esbelta ordenanza de falda corta, y mascarilla estampada con la bandera de Aragol, me conduce ante Javierione Muñozotti.

 

     De pie, manos cogidas en la espalda y  con mirada ausente observa los jardines desde uno de los ventanales del despacho. No me cuesta reconocer su vestimenta de príncipe de la iglesia: sotana negra con ribetes, botones y faja rojos, la cabeza cubierta con un zuchetto del mismo color, y un espectacular anillo con el escudo de armas papal. Debo reconocer que me perturba la  dignidad con la que luce el hábito cardenalicio.

   Se gira hacía mí, y con un solo movimiento de su extremidad me ofrece el sello sin que me quepa mas opción que encorvarme para besarlo.

-Puedes permanecer de pie -me dice mientras se sienta tras su mesa de serie de Ikea.

-Soy Dario, Su Santidad… -acierto a balbucear.

-Sé bien quién eres, y que estás al servicio del condottiero Caponni. Y, por cierto, con eminencia bastará para dirigirte a mi persona.

-Perdón eminencia, mis pasiones y vicios adolescentes hicieron que resultasen de poco provecho mis años en el seminario de Tarazona. Soy el CEO de la unidad de cazafantasmas del Pollo Urbano y me presento para recibir sus instrucciones.

-Aunque no sea de tu alcance, pero a fin de que entiendas el delicado sentido de tu misión y a los altos fines que sirve, debes saber que el aragolesismo atraviesa unos aciagos momentos. La nave ha perdido el rumbo, pues nuestro líder, en una mezcla de indecisiones y desaciertos, nos dirige directos a encallar en afiladas rocas los 40 años de brillante historia dedicados a la mayor gloria de Aragol…

-El virus hace estragos…-interrumpo.

-Calla y escucha. No, esto trae causa anterior. Casa con su nombramiento como Vicepresidente del Gobierno, y más en concreto con la ocupación del despacho que se le asignó…

-En la calle se dice que nunca ha sido un primer espada, más allá de entonar, más que con acierto al menos con afición la jota, y ser un persistente e infatigable imitador de Paco Martinez Soria…

-¡Calla hereje! No forma parte de tu misión conceptuar a nuestros timoneles.

-Perdón eminencia, no volverá a ocurrir.

-Pues bien, ocurrió la desdicha de que Lambano Lambanni tuvo a bien ofrecerle los aposentos de nuestro anterior guía, Joe Angello Bielli. Y sí, lo que justifica tu presencia es que el fantasma de Bielli atormenta a nuestro amado Arturo Aliaguetti…

-Pero eminencia, ayer sin más, vi a Bielli sentado en el Bar Formigal, y como se dice vulgarmente, vivito y coleando.

-¿Quién eres tu criatura inocente para entender los misterios que acechan a los elegidos? Quizás sea un desdoblamiento, una presencia del pasado o incluso un espectro llegado del futuro… No sabemos. Tu misión se limitará a que, con la debida pericia y secreto profesional, observes y hagas prueba de lo que allí ocurre. Tienes libertad para instalar los aparatos que consideres oportuno. Te hemos habilitado, no te vayas a confundir, el armario ropero de la izquierda para que te ocultes. El Vicepresidente no sabe nada, será informado después, pues es conveniente alterar el paisaje físico y humano lo mínimo posible para conocer la verdad. Hoy que se encuentra de viaje en Pau, aprovecharás para instalar los aparatos y ubicarte en el ropero. ¿Alguna pregunta?

-¿Aliaguetti habla con el fantasma?

-Hasta donde sabemos, no

-Entonces ¿lo ve?

-No nos consta

-¿Entonces?!

-Nuestro jefe está convencido de su presencia y que lo vemos los demás.

-¿Su eminencia ha visto el fantasma de Bielli?

-No seas impertinente, no estás autorizado para interrogarme.

-Y  en la sede del PAR ¿no se aparece el espectro?

-También perseguía a Aliaguetti, pero éste tomó dos eficaces medidas: nos cambió de sede y dejamos de hacer vida de partido.

-Por mi parte nada más. Bueno, por último, no quiero ser impertinente, pero me indicó Caponni que mis gastos los pasase a su eminencia…

-Siempre tan pillo el condottiero… Es un encargo cerrado, y en la sustanciosa contraprestación pactada deben ser incluidos. Reclámalos a tu principal.

-Así será. Eminencia, ¿puede indicarme donde se encuentra el despacho del Vicepresidente?

-No seas bobo, si estás capacitado para encontrar fantasmas no puede revestir ninguna dificultad para ti orientarte en los pasillos de palacio.

      He de reconocer que, en mi juventud cuando era becario del Pollo y frecuentaba el edificio, ya me perdía en este laberinto. Especialmente, desde que aquella lumbrera del PP, una tal Latecla, discurrió un plan de modernización administrativa que no paso de abrir 33 puertas de entrada… Tampoco puedo preguntar para no levantar sospechas, o lo que es peor ser descubierto y desencadenar la ira del Cardenal Muñozotti.

   Pienso rápido, y creo encontrar la solución. Saco de mi mochila, y pongo en funcionamiento, el “sensor de aragolesismo”, que sin duda deberá llevarme al despacho de Aliaguetti. La señal es débil y me conduce por intrincados pasillos hasta la primera planta. Años de alcohol han hecho estragos en mis neuronas, pero si no fuese por la ausencia del terciopelo rojo creo volver a pisar las dependencias de Don Pepone. De pronto un gigante con la cabeza redonda y un libro colorado debajo del brazo viene decidido a mi encuentro:

-Alto ahí ¿Dónde va usted? ¿tiene algún permiso, pase o  autorización?. Administrativa, por supuesto -me grita con voz firme.

-Estoy buscando el despacho de Don Arturo Aliaguetti.

-Esta usted en los espacios administrativos de la Presidencia de Lambanni.

-Creo que me he confundido…

-Los órganos, administrativos obviamente, del Vicepresidente están en la tercera planta en el ala Oeste pasillo 4. Largo de aquí, o pediré a Seguridad que recurra a la compulsión sobre las personas para lanzarle a la p… rue.

      Dedido apagar “el sensor de aragolesismo”, es claro que no funciona, …pero si el jefe Lambanni era jacobino confeso, ¿como puede ser ahora el depositario de las esencias aragolesistas del gobierno? ¿Resultará que estos del PAR han perdido el plano y los del PSOE se han quedado con el tesoro completo? Bueno, más allá del funcionamiento del artilugio, el tema no me interesa…

    Dos horas después de deambular por entradas, escaleras, patios y pasillos finaliza mi búsqueda. Con unos ágiles requiebros sorteo la antesala sin ser visto por la perspicaz  Martina eiZigarretti y el bueno de Tonono, atareados como están en la organización de las dos entrevistas solicitadas para la quincena.

    Una vez dentro me pongo manos a la obra. Coloco los micrófonos y cámaras cubriendo el despacho y la sala de reuniones, así como todos los teléfonos fijos. Igualmente, en una fotografía, de cintura para arriba del gobierno de Aragol, y en otra de Aznaretti oculta en el cajón (que al tocarla me provoca un temblor en las piernas) sitúo sendas microescuchas que me permitirán oír y grabar las conversaciones de los móviles. También taladro un pequeño agujerito en la puerta del armario para ver en directo lo que pueda ocurrir. Me meto en el armario ropero izquierdo, donde deberé pasar los próximos días, sin más compañía que mi sensor de aragolesismo, los auriculares, y un saquete de bocadillos de chorizo que logré distraer de la unidad matacochinos de Caponni.

 

Miércoles,

     Siete de la mañana. Oigo ruidos en la antesala. Raudo me incorporo del sofá donde me he atrevido a pasar la noche, y me introduzco en un santiamén en el armario ropero de la izquierda. Oigo la voz de Aliaguetti demandando un café. De pronto entro en pánico… voy a ser descubierto… he olvidado encendido el sensor de aragolesismo en el sofá. Cuando la encarnación viviente del espíritu aragolés entre en el despacho, el sensor se iluminará y comenzará a emitir pitidos repetidos y de máxima intensidad.

   Para mi sorpresa el sensor permanece en absoluto silencio… No cabe duda, Caponni, para ahorrar, lo ha comprado en el chino de la esquina. No hay mal que por bien no venga.

   Observo que Aliaguetti, tratando de resolver un crucigrama, levanta la vista al oír los pasos del ordenanza que llega con la bandeja del servicio de café.

-¡Oye tú! Yo no he pedido churros. Me sientan mal.

-Perdóneme Vicepresidente, ya me los llevo, es que como el Sr. Bielli siempre tomaba dos churritos con el café…

-¡Dos churritos, tontolaba! -grita con la cara enrojecida, los ojos achinados y el entrecejo arqueado ¾. ¡Te voy a demostrar lo que es comer churros… tráeme ahora mismo docena y media! ¡Y cuando hables con el fantasma se lo cuentas!

 

    Cuatro horas después, y tras haberlas pasado tumbado en el sofá, seguramente por la somnolencia ocasionada por la indigestión de churros, suena un pitido intermitente. Me da un vuelco el corazón, pero recobro inmediatamente la calma. A pesar de que el sensor está debajo de sus posaderas, el sonido resulta ser la alarma del móvil que debe avisarle de algún acontecimiento. Se incorpora lentamente, bosteza, se atusa el pelo y se dirige a tomar asiento en la gran y alargada mesa de reuniones. Se queda mirando ensimismado y con temor la silla que preside la mesa.

  Apenas unos minutos después hace su aparición Martina eiZigarreti. Tose ligeramente de una manera impostada con objeto de avisar lo más discretamente posible de su presencia. No me cabe duda de que tiene cuidado en no irritar a Aliaguetti, pues su umbral de tolerancia debe estar bajo mínimos.

 -Arturo, ya tienes la visita de las doce esperando.

-Martina ¿Quiénes son?

-Es la junta directiva al completo de la Comunidad Aragolesa en Djibouti.

-Hazles pasar.

-Perdóname, Arturo. Pero creo que sería apropiado que tomaras asiento en la presidencia de la mesa.

-Pero es que… seguro que él está sentado ahí.

-No importa, los fantasmas no tienen corporeidad ¾dice Martina con un cierto desaliento en su voz

-Sí, pero si me siento encima de él me imbuirá y se apoderará de mi cuerpo y alma.

-¡Ahora Arturo! ¡Rápido! ¡Quítale el sitio que se ha ido al baño!

-Djibouti debe estar muy lejos -dice un Aliaguetti pletórico tras haber ocupado en un movimiento rápido aunque torpe y brusco la nueva posición-, ¿hace mucho que estas gentes no vienen por Zarabola?

-Bueno, la última vez fue hace 10 años, y… -Martina siente como su voz va apagándose al ser consciente que su paciente trabajo se va a venir abajo.

-¡Entonces, estuvieron con él! ¾grita trastornado Aliaguetti¾. Dime ¿y cuánto les dio?

-Diez mil euros de subvención les concedió Joe Angello.

-Diles que no les puedo recibir por que me duele la barriga de la pelea que he tenido con Carlo di Pereira para conseguirles una ayuda de un millón de euros. ¡Cien veces más que la de Bielli!

-Como tú digas, Arturo.

-Y le dices a Callizotti que mande hoy mismo a la Intervención el expediente de la subvención.

 

Jueves,

Rechaza el café, pues dice haber desayunado en casa, y tras pasar tres horas haciendo sudokus, suenan las terminales del teléfono fijo.

-¿Sí? Martina

-Te paso a la secretaria del Presidente

-Hola majica, pásame con el Presi

-Buenos días, Lambano, un placer hablar contigo, todo va muy bien, excelente, yo y tu vamos a poner en el mapa a Aragol, con mi cabeza y tus votos…

-Al tajo Vicepresidente, verás, tenemos desde hace mucho tiempo atascado el asunto de las competencias y relaciones entre el gobierno autónomo y las diputaciones, cuestión que siempre me ocasionó diferencias con el PAR. Bielli y yo nunca fuimos capaces de reconducir este asunto, pero creo que tenemos la ocasión histórica…

-Ningún problema Lambanni. El nuevo PAR lo tiene clarinete, ¡Todo el poder a las Diputaciones Provinciales!

-Moderaremos algo el tono, pero estoy seguro de que Queretti, Graziatti y Randonetti te agradecerán sobremanera tu gesto…

-Pero tenemos que estar seguro de que este tema lo tratamos yo y tu exclusivamente…

-Por supuesto…

-Creo que no me entiendes. Debes tener la certeza que cuando hables conmigo sepas que soy yo, y que no es el fantasma el que ha usurpado mi cuerpo y mi voz. Tendremos una contraseña. Antes de hablar esperaras a oír: por qué vienen tan contentos los labradores, que cuando vuelven del campo vienen…-dice cantando.

-Arturo, tengo que colgar, me llaman de las Naciones Unidas.

 

    Diez sudokus después, vuelve a sonar el teléfono.

-Dime Tonono.

-Le paso con el Consejero de Hacienda.

-Hola, amigo Carlo! ¡Con gente al mando como yo y tu esto no puede fallar!

-No me cabe duda. Verás, te llamo por que ha llegado a la intervención un documento contable con una subvención de un millón de euros para la Comunidad Aragolesa en Djibuti. Entiendo que debe tratarse de un error de ceros, pues no resulta conforme a los acuerdos que salieron de la reunión de la semana pasada en materia presupuestaria. Concluimos que limitaríamos este tipo de ayudas a 100 euros, dadas las excepcionales circunstancias presupuestarias que atravesamos con los gastos sociales derivados del Covid…

-¡Alto di Pereira! ¾dice elevando el tono de voz al tiempo que bracea acusadamente¾.  ¡Yo no estuve en esa reunión y nunca aceptaría algo así! ¿no será que os reunisteis con él?

-….

-¡Con Bielli, coño!

-¡Que no Arturo! -dice melosamente di Pereira-. Nos reunimos los de la coalición con Lambanni, y seguro que recuerdas que como eran las no-fiestas de Ejea, en su honor, tu tocaste a la guitarra, y la Mariu cantó, una habanera ejeana. Fue muy emocionante.

-Sí, Carlo. Eso lo recuerdo, pero no el pacto. Quizás tengas razón, y él me ha robado la memoria. En cualquier caso, ¿cómo salgo de ésta? Bielli les dio hace unos años diez mil euros, yo no me puedo quedar atrás.

-Pero el gran Joe Angello ¾comienza a decir ladinamente di Pereria  con la suficiencia del que es capaz de anticiparse al propio pensamiento del que tiene enfrente¾ se desdijo de compromisos económicos sin temblarle el pulso. Recuerdo cuando se retractó y nos entregó al Ayuntamiento de Zarabola los aprovechamientos del PRT para que pudiésemos hacer el funicular…

-¿Y cuánta panoja era?

-Treinta millones, más o menos.

-Pero yo no puedo echarme atrás sólo en un millón, y el en treinta. Está bien, ya lo tengo, ¡soy un genio! -grita-, le transferirás a la Mariu todo el presupuesto de este año de la Vicepresidencia y del Departamento de Industria. Así quedaré por delante de Bielli, a él nunca se le habría ocurrido algo así.

-Arturo, te ruego que recapacites, no puedes desequilibrar de esta manera la coalición. Lo lógico es que nos transfirieras a los socios tu presupuesto en proporción al número de consejerías que ocupamos…

-De ninguna manera, Carlo. Yo y la Mariu estamos destinados a hacer grandes cosas en el mundo de la jota. Y mejor todavía, haces unos plurianuales y le das también el presupuesto del año que viene. Ah, y a di Soro le mandas los remanentes de lo que no ejecute la Mariu, tiene planta de bailador y lo llevaremos de gira.

-Un abrazo Arturo. Ya me encargo yo de tratar de explicárselo a Lambanni.

 

Viernes,

   Siete treinta de la mañana. Aliaguetti pide una manzanilla y tres polvorones para desayunar, mientras le hace notar al ordenanza que seguro que a Bielli nunca se le ocurrió encargar esa comanda.

   Nada más colocar sobre la mesa el ejemplar del mes pasado del Reader’s Digest suena el teléfono.

-Sí, Tonono ¿es urgente? Estoy meditando en el futuro luminoso de la industria aragolesa.

-Tengo a Rocco Vizentti al aparato.

-Pásamelo

-Hola Presidente. Disculpa que te llame tan temprano, pero al ser viernes quería llamarte antes de que te enfrascaras en los asuntos consejillo. Recuerdo que Joe Angello nos citaba a las ocho de la mañana en el despacho…

-Rocco ya no se celebra el consejillo aquí.

-Ah lo habéis trasladado de sitio… será un poco más incómodo para ti tenerlo fuera del despacho pero con tu abnegación…

-Rocco yo no la presido…

-Bueno pues después cuando tengas la Comisión de Subvenciones, que recuerdo que Bielli…

-Tampoco.

-Pues los viernes también tenía lugar la Comisión de Comunicación Institucional que se sacó Bielli de la manga…

-Que tampoco.

-Bueno mejor para todos, así tendrás más tiempo en pensar como dirigirnos…

-¿Qué quieres Rocco?

¾Visto que estás tan ocupado casi prefiero hablar con Miquele Grazietti, y ya me gestionará el asunto con Carlo o Maitetxu di Periera. Así no te molesto.

-Oye Rocco, necesito saber algo.

-Lo que quieras Arturo.

-Cuando el otro día en Torreciudad, en la inauguración del museo, me jurasteis que me ibais a dar hasta la última gota de vuestra sangre ¿está incluida o no la última gota?

-Arturo, voy por el congosto y estoy perdiendo la cobertura…

    Doce de la mañana. Entran en el despacho la Directora del IAF (Instituto Aragolés de Fórmula 1), Pilili Molinetti, y el Director General de Energías Disruptivas, Sergio enunBrete. Toman asiento al otro lado de la mesa de despacho de Arturo Aliaguetti.

-Que bien estoy con vosotros. Cuando estamos aquí, yo y vosotros dos, no siento la asfixiante presencia del fantasma. Deberías venir más a menudo. Incluso si os afiliáis al Partido, inmediatamente os daría, para que lo compartáis, el puesto que ha dejado vacante Oscar Camarón, la presidencia del Comité Local de Zarabola.

-Verás Arturo ¾comienza a decir Sergio enunBrete-, Pilili y yo habíamos pensado en afiliarnos cuando alcancemos nuestro segundo nombramiento como consejeros del Gobierno de Aragol.

-Queridos amigos, ojalá muchos aragoleses sintiesen esa necesidad perentoria que mostráis de reforzar nuestras filas. Me siento muy orgulloso de que estéis aquí pues representáis todo aquello que el aragolesismo necesita. Yo y vosotros, con vuestro compromiso con mi persona, estamos llamados… ¿qué ruido es ese?

     Se escucha una gran algarabía en el exterior del despacho. Y de repente el sensor de aragolesismo se ha puesto a funcionar a máxima intensidad, aunque torpemente consigo apagarlo antes que delate mi escondite. Mientras, continúa nerviosamente la conversación en el despacho.

-¿No habéis visto nada al llegar?¾ demanda Aliaguetti.

-Sí -dice Sergio enunBrete-. Se dirigía aquí una multitud de personas que yo he identificado como pertenecientes al PAR, al Partido Anarquista Rural.

-Querrás decir del Partido de Aliaga Robustecido.

-Sí, Sí -dice Pilili como queriendo dejar en evidencia a Sergio enunBrete-. Me parece que había una representación importante del Comité Intercomarcal de Cuenca.

-Pilili, por Dios, no tenemos comité en Cuenca. Te estarás confundiendo con el de Albacete. No me gusta que vengan a aclamarme a las oficinas del gobierno.

-Me ha parecido comprender que la intención que traen no es la de glorificarte amado Vicepresidente -dice con la cabeza gacha Sergio enunBrete.

-¡Ala a tomar por el culo de aquí, atontaos, que ya os ha liado el fantasma! -grita Aliaguetti mientras se incorpora de su sillón.

     Mientras enunBrete y Molinetti se escabullen por la puerta de atrás, Aliaguetti abre la rendija de la puerta principal y durante un buen rato observa sin atreverse a hacer el más mínimo movimiento.

Cierra con sigilo la puerta, y alterado se dirige al lugar de Martina eiZigarretti.

-Martina, no creerás lo que he visto, ponte en contacto con Muñozotti y que venga con la unidad adscrita de la Policía Nacional. Hay que despajar pasillos y patio. Y también que traiga a un exorcista.

-Arturo, no está Javierone. Dejó mensaje que se iba de cónclave, o algo parecido, y estará ausente y sin cobertura los próximos días. Ya sabes el rollo que se lleva con lo de la iglesia.

-Ya, pero esa iglesia no es la de verdad…

    Vuelve a su despacho, y deambula alterado como un poseso, sin orden ni concierto. De pronto, se acerca a la mesa, saca un portátil, y se pone a hablar con él. ¡Cómo se me pudo haber pasado! No puse dispositivos en ese portátil y con mi vista deteriorada no alcanzo a ver quién está en la pantalla. Solo atisbo a ver una figura que me recuerda vagamente a aquellos perritos que colocaban en los 1.500 de mi niñez; y que para los más jóvenes diré que tenían una cabeza articulada que se meneaba con el movimiento del vehículo.

-No te vas a creer lo que ha ocurrido, Giovanni Carlo. -Ahora sé que al otro lado está el mismísimo Giovanni Carlo Trillonetti.

-Tranquilízate Jefe. Los muchachos y yo, con un nuevo amigo, iremos a verte dentro de un rato.

-No vengáis. Ha ocurrido lo inesperado. El ectoplasma ha mutado.

-No te entiendo. Tranquilízate, tómate un caldo de pollo y luego hablamos.

-¡Atontao!, ¿no escuchas lo que te digo? ¡El fantasma ha mutado! Hay una multitud de gente a las puertas de mi despacho que dicen querer lo que es suyo, y Bielli está al frente de ellos. Pero hay media docena de Biellis en primera línea. ¡Y que engañados nos tenía, resulta que es travestón!, viene con faldas, con pantalones ajustados, con tacones y los morros pintados…

-No comprendo nada Arturo…

-Y eso no es lo peor, ¡el fantasma ha rejuvenecido por lo menos 30 años!

-Ya sabes Arturo que yo no soy muy valiente. ¿qué podemos hacer?

-Pues lo de siempre cuando vienen mal dadas. Meter la cabeza bajo tierra y esperar que escampe. Pero esta vez hay que ser más profesionales. En 15 minutos te mandaré el coche oficial a que te recojan y nos volvemos a Pau. A la granja de avestruces que vimos unos kilómetros antes, a la altura de Gan.

-Cómo tú digas Arturo. ¿iremos solos tú y yo?

-En el coche oficial sí. Sólo yo y tú.  No es cuestión de ir apretados. Pero la posición del avestruz es muy expuesta, especialmente por la parte de atrás. Mientras yo esté con la cabeza enterrada, a ti te cabrá el honor de protegerme el culo. Para lados y cuello, dales las coordenadas de la granja y que se presentan con la máxima prontitud el Castratti, el chico de Huesca y el Pequeño Franco, no te me vayas a confundir con el grande pelao. Ah, y para entretenernos que vengan a tocarnos unos boleros el trio Morriña.

       Una hora después. Todo está en calma. Después de desmontar y recoger mis aparatos, consigo hacerme con una botella güisqui empezada, que seguro que es de mejores épocas. Mientras me tomo una copa sin hielo sentado en el sofá, oigo ruidos y me levanto alarmado. Del armario ropero de la derecha sale el mismísimo Joe Angello Bielli.

-¡Coño el fantasma! -exclamo

-¡Tú si que eres fantasma, lelo! No ves la color tan buena que tengo ¾me dice mientras levanta una vara que lleva en la mano¾. Voy a tener que decirle a mi amigo Dionisio que te dé el premio Abundio de este año.

-Ni aunque se lo diga usted me darán el premio Abundio. Hay un candidato muy sólido y lleva mucha ventaja. No hay manera humana de arrebatárselo.

-En eso tienes razón.

-¿Ande vas con esa vara? -acierto a decirle mientras abre la puerta.

-A rematar la faena, voy a ver si arreo a los de la tapia que ya deben estar maduros.

-¡Lleve cuidado de qué lado caen!

-Soy un profesional Darío. -Y se va decidido.

 

Sábado,

-Caponni, tenemos que negociar. Resuelto el caso del fantasma del Pignatelli.

-Ese era tu trabajo Darío.

-No hay fantasma, es un trabajo para un profesional de otra índole, una mezcla de complejo de Adán, complejo de inferioridad, narcisismo y una gran dosis de estulticia.

-Entonces ¿qué tenemos que negociar?

-Tengo entre manos un artículo que dejará en el paro al equipo tubería del Pollo.

-¿Estás seguro Darío? Espero que no me falles una vez más. ¿Qué necesitas?

-Que la joven promesa se ponga la gorra de plato, me recoja con el híbrido en una hora y me lleve a Pau. Y tú, gírame como adelanto la mitad de los honorarios que has cobrado del caso del fantasma. Tendrás noticias mías.

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