Ventanas


Por Cristina Beltrán

   Desde mi ventana en el despachito que ocupo para desarrollar mi trabajo observo una gran explanada que sirve de gran salón polivalente para el barrio del Arrabal zaragozano,…

…en ella hay distintos equipamientos, un pequeño parque de mayores al cual cada mañana acuden personas a pedalear, rehabilitar los dedos de sus manos, mover sus músculos y en definitiva mover un poco el esqueleto con ejercicios prácticos y saludables.

    Los gimnasios van bien para ponerse a punto, pero nada como el aire libre.

   Alrededor de la antigua estación del norte hay dispuestas unas jardineras mantenidas por un grupo de personas mayores voluntarias, riegan y desbrozan las malas hierbas haciendo que ese trozo de explanada esté limpio y cuidado, cuando esto pase les haré un homenaje por ese servicio comunitario tan entrañable.

     La explanada sirve de esparcimiento para  paseantes solitarios y  corretear a los perros, es utilizada por abuelos con nietos que juegan en la tierra o en el pequeño trenecito de madera. Este espacio indica el pulso del barrio. Antes de la pandemia los feriantes lo ocupaban con frecuencia y la algarabía era notable.

  Hay un antes y un durante de la pandemia. En el confinamiento la explanada de la Estación estaba desierta, ahora la gente la pasea más tímidamente que hace un año, pero la pasea porque hay un corredor verde a nuestro alrededor al que necesitamos, necesitamos respirar en la calle, en espacios abiertos, sentir el fresco y el sol o la lluvia en nuestra piel o bajo el paraguas.

  No entiendo porqué cerraron los parques, para la salud mental y física son necesarios, pero claro en este tiempo, no entiendo muchas cosas. Las riberas del Ebro y los parques están siendo un terapia fundamental en ésta época, y las ventanas,las ventanas me evocan mil historias.

    Veo ventanas habitadas en su interior por seres con miedo, recogimiento o alegría familiar, de todo hay. Ventanas y balcones que han tomado protagonismo para agradecer a los profesionales que han estado en primera línea cuidándonos y para airear nuestras casas proletarias y no tan proletarias.

     En los pueblos no miramos ahora tanto como antes por las ventanas, porque la vida se hace más en la calle, si nos sentamos en la puerta vemos pasar el mundo. Desde la ventana urbana, lo vemos con una perspectiva más cuadrada, pero también tenemos  balcones o  terrazas para saludar al día de otra manera, si contamos con una gran terraza o un pequeño jardín somos afortunadas. La gente que vive en casas con jardín ha marcado una gran diferencia en éste tiempo. Las que viven en pueblos o en urbanizaciones se lo toman todo de otra manera, a tenor de las circunstancias claramente hay diferencias de clase,y esto es mas notable en las ciudades,  porque algunas ni siquiera pueden disfrutar de una casa entera, viven compartiendo habitaciones con ventanas a oscuros patios, así que esta maldita pandemia afecta de distintas formas a la gente y abre una gran brecha de clases sociales, una vez más.

  Según la ventana desde donde te asomas ves las cosas de una u otra forma. Es bueno mantenerlas limpias, las que dan al interior y las que dan al exterior, para apoyarnos seguras, para ver el mundo o para pensar en nosotras. La limpieza en esta época también  cobra mucha importancia.

  De casa al trabajo y del trabajo a casa, las ventanas se estrechan. Mal panorama para  negocios hosteleros, culturales o artísticos que mantienen a tantas familias y nos dan alas oxígenadas para vibrar. El ocio ha pasado a otro plano.

   Escribo y leo, hablo por teléfono y sueño, enviando la mirada hacia las ventanas, reposo.

   Esos pensamientos absurdos e incesantes que ni ejercitando el mindfulness paran, se dan rienda suelta vaporizándose, atravesando los cristales.

   Tantas mujeres limpiando ventanas, soñando con sus proyectos, inventando motivos para seguir adelante y evadirse de ataduras que las asfixian, ventanas con el vapor de un buen guiso o pegatinas de niños que adornan sus juegos en los cristales.

   Colmenas de ciudad llenas de ventanas con vidas ansiosas de aire libre, con miedo a la enfermedad y a la soledad. Con la esperanza de una pronta vacuna, en que desaparezca el virus, en despertar mañana como hace un año, todas ahora añoramos el antes.

    El arte, la historia y la cultura son esenciales, no podría vivir sin ellos, sufro porque los veo enlatados, necesito la conversación polémica y divertida de mis amistades, que ya no frecuento tanto como me gustaría, pero Tengo / tenemos, ventanas figuradas imprescindibles contra el tedio, los libros, la televisión y estar conectada a  internet;    me elevan el espíritu a dimensiones placenteras, descubro con entusiasmo a través de ellos mundos que me abren horizontes y distintos puntos de vista.

   No caigamos en estar delante la ventana del televisor de forma permanente para escuchar las sandeces de algunos políticos. (Tengo un compañero de trabajo que se ha visto todo el debate de la moción de censura, le ha subido la adrenalina el aspirante de VOX, parece que lo han puesto en su sitio y han quedado como lo que son, muy peligrosos cuando asoman la patita y en un puffff de machiruladas para sus adeptos). Esta bien mantenerse en la actualidad y ver el esfuerzo que el mundo está haciendo para luchar por sobrevivir, pero no conviene empacharse de noticias.

   Abramos las ventanas y respiremos con pandemia o sin ella, mirarnos el ombligo nos hace permanecer quietas y lo necesario es avanzar cuidándonos. Las ventanas abiertas por mis libros desde marzo, me han enseñado historias de mujeres, de arte y  vanguardias, de movimientos políticos y esforzadas artistas.

    A través de las redes, cuyas ventanas tienen otros perfiles, he tenido tiempo de conocer lugares y personas curiosas; me he adentrado en poner orden a mis archivos casi olvidados y he retomado proyectos que siempre quedaban postergados. Vamos a mirar desde ventanas sin aristas, son  oportunas para aprovechar nuestro tiempo, nos pueden acercar a la creatividad que necesitamos para cambiar algunas cosas.

   ¡Ojo! No vayamos a reblar en los derechos laborales y sociales conseguidos, hay que gritar bien fuerte desde la ventana que cada una tenga, tomamos precauciones, somos respetuosas y pacientes, pero amedrentarnos NO.

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