Por Fernando Gracia Guía
Corren malos tiempos para los músicos. Bueno, y para muchísima gente más.
Pero me voy a referir en estas pocas líneas a tantos y tantos buenos intérpretes que han visto cercenada de raíz su honesta forma de ganarse la vida entreteniendo al personal con su música.
Y se han echado a la calle y no solo para protestar cuando ha sido preciso, que también. Están apareciendo en nuestro casco histórico para ofrecernos su arte y de paso llevar algún modesto dinerillo a casa, porque también tienen que comer.
Por eso he visto a estos cinco músicos –pues eso son por encima de todo, no unos voluntariosos haciendo ruido- moverse por la calle Alfonso I, las plazas de Santa Marta, San Pedro Nolasco o San Lamberto o como ha ocurrido hoy en la inefable Calle Mayor, justo en el rincón enfrente de la tienda de Quiteria Martín y El Fuelle, y al lado del Entalto, que sobrevive contra viento y marea. Realmente estaban al lado del Refugio del Crápula, pero ese lugar hace tiempo que solo es historia.
Se hacen llamar B&B Street Band y hacen repertorio de grandes clásicos del rock y del blues, con aroma a Janis Joplin cuando su cantante se desmelena y siempre, siempre, haciendo buena música. El personal se para, si entiende un poco de qué va la cosa hasta llega a entusiasmarse y no falta quien se echa unos bailes, como vi hace unos días en la Plaza San Lamberto, justo enfrente del Creedence.
Hay que apoyar estas iniciativas, no solo la de estos jóvenes maduros sino las de otros que han solicitado permiso para tocar en las calles. Hacen lo que saben y lo hacen bien. Y contribuyen por un rato a que nos olvidemos de la desgracia que nos está arrasando de paso que gritan con su música que el rock es forever.