OperaMía: ‘Penuria lírica’


Por Miguel Ángel Yusta

      Ya está rodando en algunos escenarios internacionales la nueva temporada lírica, con las condiciones sanitarias que impone la pandemia y que ponen a prueba tanto la resistencia de los profesionales, como la de las instituciones y el público.

   Estos días son también de reflexión, de recuerdos que se agolpan junto al creciente deseo de que pase esta pesadilla, tanto sanitaria como social, que ha cambiado nuestras vidas.

      Este año ha transcurrido sin nuestras queridas Fiestas del Pilar, aunque hay que reconocer los esfuerzos, sobre todo del Auditorio, por mantener espectáculos líricos de calidad en una temporada atípica y difícil, (Ay , las visitas no tan lejanas en los Ciclos del Auditorio de Kraus, Domingo, Camarena, Gerhaher, Jaroussky, Beczala…) así como el Ciclo Lírico, organizado conjuntamente por Ayuntamineto y Gobierno de Aragón, que en las primeras sesiones (con figuras como Ismael Jordi y Carmen Solís, con acompañamiento al pieno de Rubén Fernández Aguirre), ha tenido un casi nulo seguimiento, con asistencia de una veintena escasa de asistentes en un aforo de, al 25%, alrededor de 250 localidades. Triste aspecto el de la sala vacía con capacidad total de casi un millar de espectadores…

     Pero me van a permitir recordar, no sin nostalgia, algunos acontecimientos líricos ya perdidos en el tiempo, que trufaron anteriores y  lejanas ediciones del dia grande de nuestra ciudad, como recordatorio y consuelo de la penuria actual.

      “Zaragoza de gala vestida está”. Con estas palabras comienza uno de los famosos coros de Gigantes y Cabezudos, la zarzuela que tal vez retrata, con el mejor aire costumbrista, la ciudad y sus gentes en una época determinada, difícil pero idealizada por los autores. Y es que Zaragoza, para su doce de octubre, día del Pilar y eje esencial de sus fiestas mayores, siempre  saca sus mejores galas y ofrece eventos para todos los públicos que a ella acuden.

   Cierto es que, en el aspecto teatral, han predominado en épocas pretéritas tanto las funciones de Revista (ese impagable género ya en el olvido, versión de la comedia musical a la española), como comedias y, sobre todo, festivales de jota que en las primeras décadas del pasado siglo atraían a numeroso y fiel público, y aunque en otras épocas del año había representaciones de ópera y zarzuela, no era un espectáculo demasiado frecuente precisamente el día del Pilar.

    Haciendo un ejercicio de saludable nostalgia, vamos a reseñar para el lector curioso, tres meritorias funciones de ópera y zarzuela representadas en distintos años  en el día del Pilar en el Teatro Principal añadiendo también un recuerdo para el desaparecido Teatro Iris, antecesor del desgraciado Teatro Fleta, en el que tantas ilusiones se pusieron en su día y donde pudimos ver ópera en los años primeros de su hoy truncada andadura:

    El doce de octubre de mil novecientos cuarenta se representó en el Teatro Principal Lucia de Lammermoor, que constituyó un gran acontecimiento en la época.  

    El día del Pilar de mil novecientos cuarenta y seis, Gigantes y Cabezudos, la obra de Echegaray y Caballero, estrenada en el Teatro de la Zarzuela en noviembre de mil ochocientos noventa y ocho

    Y otro día del Pilar, en 1947, se representó La Dolores, la ópera  de Tomás Bretón  también estrenada, en mil novecientos ochenta y cinco, en el madrileño Teatro de la Zarzuela.

    Estas breves pinceladas de una época que pasó, nos deberían hacer reflexionar sobre el porvenir de la Ópera en nuestra ciudad, donde actualmente tenemos escasas representaciones aunque  hay, sin embargo,  un nutrido grupo de músicos y de cantantes líricos nacidos en Zaragoza que triunfan en escenarios de todo el mundo.   Pero, hoy,  permítasenos la nostalgia de aquellas noches  en nuestro Teatro Principal -repetidas en las temporadas de los años setenta del siglo pasado- y el recuerdo de las Fiestas del Pilar con esas funciones de ópera en la precisa fecha del doce de octubre, día clave de nuestras Fiestas, que ojalá el año próximo podamos celebrar con salud y alegría, como se merecen la ciudad, los zaragozanos y quienes nos visitan.

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