OperaMía: ‘La cultura, terapia Social’ (Mayo 2020)


Por Miguel Ángel Yusta

    Que la cultura es uno de los principales soportes de la civilización, si no el más importante, es indiscutible absolutamente.

    Repasemos en la Historia, los aconteceres de pasadas civilizaciones y veremos que lo único valioso que nos ha quedado, parejo a los avances científicos, es su cultura: obras de arte, literatura, música, que son la base y referencia de nuestro actual desarollo.

   Las civilizaciones más avanzadas son, precisamente, las que nos han legado mayor patrimonio cultural. Las que se distinguieron especial y únicamente por su belicosidad, no han dejado restos significativos que nos permitan valorarlas. La cultura es tan importante que, en épocas de crisis como la que vivimos actualmente, es el apoyo que nos permite resistir, valorarnos y recrearnos como seres humanos. Junto a la ciencia, son realmente tablas salvadoras y fundamentales para la supervivencia del cuerpo y el espíritu.

   Una parte importante de esa cultura es la música. Desafortunadamente, en nuestro país no se da a esta disciplina el valor que tiene en otras naciones de nuestro entorno europeo. La educación  de nuestros niños y jóvenes no contempla ni ha contemplado con la debida importancia esa faceta. Consecuencia de ello es la gran ignorancia, generación tras generación, de estos conocimientos. Se pueden comprobar estas afirmaciones en el día a día y, especialmente, en algunos concursos televisivos muy populares, donde se interroga a jóvenes y no tan jóvenes sobre aspectos de música clásica u ópera: la ignorancia en estos temas es apabullante. No lo es sin embargo en saber quién marcó el gol de la victoria en la última final de Copa o cuál es la última pareja de fulanito de tal. Algo falla.

   En consecuencia, solo una parte mínima de jóvenes, bien por afición o afinidad familiar, acuden a los conservatorios a formarse. Costosa carrera, abnegado trabajo, sacrificios sin fin para una incierta salida profesional, pues el «mercado» no opta por la promoción, empleo y protección de esta faceta cultural con la importancia que debería hacerlo. Es más seguro el fomento de actividades que aumenten con rapidez la cuenta de beneficios, aunque sea a costa de un trabajo que para nada contempla aspectos básicos tan importantes para hacer una sociedad más rica en el conocimiento.

  Mucho se podría escribir sobre el tema. Hay pocas excepciones que nos hagan estar al menos tranquilos, ya que no satisfechos, con el planteamiento de la verdadera actividad cultural, la que da fundamento a nuestra capacidad de desarrollarnos integralmente Tengo muchos amigos en ese mundo: cantantes, músicos, actores, que de siempre, y ahora mucho más, lo están pasando muy mal y, además, con unas negras perspectivas de futuro.

   ¿Es la Cultura un bien promordial? Rotundamente sí. Y más en tiempos complicados también en el plano sicológico. La música, y dentro de ella la ópera, es  prevaleciente como parte de esa gran cultura  y hoy más necesaria que nunca junto al sacrificado mundo de la Sanidad, primera línea de combate cuando el terror aprieta. Desgraciadamente la enseñanza y la sanidad son las sacrificadas cenicientas en un mundo enfermo de suficiencia, que consideramos de bienestar y progreso inacabables por tener, por ejemplo, un televisor más grande o un coche nuevo. Y, por supuesto, sin mirar atrás, a los otros.

     Hasta que, como ha ocurrido, viene el lobo y nos coge desprevenidos.

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