Por Brenda Palmer
Elena Verdú y su Vinagre & Rock nos sigue ofreciendo sus delicias al paladar, al oído y a la vista, con variopintos artistas.
Esta vez le tocó al gran Cayo, íncola del barrio, habitual de nuestras paredes, persianas y abonado al noble nobilísimo arte del espray (así lo escriben los académicos, ellos solos).
Según nos comentan de ilustrísima manera sobre él, Cayo es sinónimo de la vitalidad de la muerte, una máxima barroca que anega todos sus trabajos, enriquecido por la tradición mexicana y un punk de lo más fuerte y directo que tenemos por estos lares, todo ello sin perder la frescura y la riqueza del color, lo que le hace y nos hace renacer de nuestras cenizas y barros para lucir en nuestro esplendor.
Somos fénix, !recordemos hermanos! El arte sobrevive (los artistas a duras penas)
Cayo no se detiene y el mes de noviembre lo tenemos en el Gilda, paredes y persiana incluida.