Por Don Quiterio
El tiempo nos mata poco a poco sin que lo percibamos. Como nubes pasan los días. A lo largo de la década de 1950 e inicios de la de 1960, el cine barcelonés vive una etapa sólida, a veces comparable al mejor thriller de serie b norteamericano.
Es un tiempo clave para el cine negro autóctono. ‘Relato policiaco’ (Antonio Isasi-Isasmendi), ‘Apartado de correos 1001’ (Julio Salvador), ‘A tiro limpio (Pérez-Dolz), ‘Brigada criminal’ (Ignacio Iquino), ‘La ruta de los narcóticos’ (José María Forn) o ‘Los atracadores’ (Rovira Beleta) son algunos de sus títulos bandera. También lo es el realizador tarraconense Juan Bosch, recientemente fallecido en la ciudad condal y precursor del hoy conocido como ‘spanish noir’, con títulos tan notables como ‘A sangre fría’ (1959), anterior a la novela homónima de Truman Capote y al subsiguiente filme de Richard Brooks, o ‘Regresa un desconocido’ (1961), ambas protagonizadas por Arturo Fernández. Prácticamente, la parodia del zaragozano José María Forqué ‘Atraco a las tres’ (1952) pone fin a esa entrañable pantalla policiaca.
A partir de los setenta rueda películas de género: el oeste mediterráneo, la comedia playera –en ‘Bahía de playa’ (1962) la actriz alemana Elke Sommer es la primera que luce un biquini en el cine español-, el destape y el ‘fantaterror’. Curiosamente, los aragoneses Paco Martínez Soria y Fernando Esteso abren y cierran respectivamente la filmografía como director de Juan Bosch. En ‘Sendas marcadas’ (1958), el turiasonense acompaña a Adriana Rimoldi, Antonio Puga y Montserrat Julió en una historia de persecuciones en ambientes montañosos, y en ‘¡Caray con el divorcio’ (1982) el cómico es un mujeriego empedernido –María Salerno, una de las actrices- en un relato afín a los postulados de Mariano Ozores (reciente premio de honor, recuerden, de la academia del cine), con quien Bosch colabora como guionista al año siguiente en otro bodrio reaccionario de la catadura de ‘Un rolls para Hipólito’. Como ven, un cineasta respetable en sus inicios que deriva, maldita sea, al cine más comercial y coyuntural.
Sus películas del oeste, coproducciones hispanoitalianas entre la paella y el espagueti firmadas con el seudónimo de John Wood, resultan descorazonadamente deleznables: ‘Abre tu fosa amigo… llega Sabata’ (1969), que explota el nombre del pistolero del título (interpretado por Richard Harrison), aquí no protagonista sino el tercero en discordia, junto al zaragozano Fernando Sancho como simpático –y grasiento y cochambroso- bandido mexicano; ‘La diligencia de los condenados’ (1970), otra vez con Fernando Sancho acompañando a Harrison en una producción de Iquino; ‘Los buitres cavarán tu fosa’ (1971), con Sancho acompañando esta vez a Craig Hill, pésimo actor norteamericano imitador de Clint Eastwood; o ‘La caza del oro’ (1972) y ‘Dallas’ (1973), estas de nuevo con Sancho acompañado de Anthony Stelphen.
Agotado el filón del oeste europeo, Bosch firma unas cuantas películas de terror y suspense como ‘Mil ojos del asesino’ (1974), ‘La muerte llama a las diez’ (1974) o ‘Exorcismo’ (1975). El reencuentro con Arturo Fernández se produce en 1976 con ‘Mauricio, mon amour’. Y el resto son estas cintas enmarcadas en el destape tan comunes a los realizadores de su tiempo.
Pero el tiempo sigue pasando, sucediéndose a sí mismo día tras día, estación tras estación, matándonos poco a poco sin que lo percibamos, salvo de la ligera forma en la que la describió uno de los personajes de ‘Regresa un desconocido’, a la manera del poeta: “Y como nubes pasarán los días”.