Reseña: «Cartas a Bellmunt». En el centenario de la muerte de Juan Pío Membrado (1851-1923)


Por Javier Úbeda Ibáñez y Jorge Cervera Rebullida

      Cartas a Bellmunt compila y analiza ciento cincuenta epístolas pertenecientes a la correspondencia recibida y enviada por Juan Pío Membrado Ejerique (a quien nos referiremos en adelante como Membrado) entre 1894 y 1923.

    Las misivas muestran «los valores que defendió, la imagen que proyectó y los asuntos a los que atendió durante su vida pública y en su desempeño privado» y reflejan también «el contexto histórico de la segunda mitad de la Restauración, los anhelos regeneracionistas, la defensa de intereses regionales y la militancia ruralista y agraria».

    El libro se divide en un prólogo; un preámbulo a cargo de los autores; los capítulos «Juan Pío Membrado Ejerique (1851-1923): ruralismo y descentralización» y «El sabio proyectado desde un rincón bajoaragonés»; el propio epistolario, las referencias bibliográficas y un índice onomástico.

    El prólogo está firmado por Ramón Mur, sobrino biznieto y custodio del legado de Membrado. Nos informa de que el germen del tratado surgió del trabajo de José Domingo Dueñas (profesor de la Universidad de Zaragoza) para la reedición de una novela. Esa tarea propició el ánimo de publicar el presente conjunto de cartas en el año del centenario de la muerte de Membrado (2023). Alaba Mur la labor de Dueñas y de Carlos Serrano (historiador y secretario ejecutivo de Rolde de Estudios Aragoneses) tanto en la selección de los billetes, nombre con reminiscencias deliciosas, como en la contextualización histórica.

    Confiesa también con su prosa clara y agradable que el título fue idea suya, ya que todas las cartas se recibieron en Bellmunt o de allí partieron y, puesto que allí vivió toda su vida el homenajeado, le pareció una relación lógica. Membrado era licenciado en Derecho, pero agricultor con vocación de periodista, en el fondo, según indica su familiar. Esta circunstancia hizo factible que redactara la crónica personal de su tiempo en los periódicos de la época (Alcañiz y Zaragoza, pero también Barcelona y Madrid). De la misma manera, mantuvo un intercambio epistolar intenso con personas de todo tipo y condición, y no solo de su comarca, sino de todo Aragón y de otras regiones españolas.

    El Archivo Membrado, que se mantuvo privado durante cincuenta y nueve años, alberga tres apartados. El primero compila la correspondencia familiar, con ciertas referencias a las guerras carlistas y a la reina Isabel II. El segundo corresponde en su totalidad a Membrado. Es del tercer apartado, que consta de quinientos treinta y un elementos, del que se han escogido ciento cincuenta muestras para ilustrar la biografía, la política, la familia, la amistad, la tierra y el momentum.

    Hace referencia a una carta de Santiago Vidiella i Jassá como documento decisivo para comprender el regeneracionismo bajoaragonés del primer tercio del siglo. De la misma manera, se destaca la relación de amistad por correo entre Membrado y José Llampayas, que nunca se conocieron, pero que suplieron la falta de contacto físico con letras y fotografías de ambos.

    Respecto al preámbulo, cuyos autores son los anteriormente citados Dueñas y Serrano, este indica que la obra parte con dos objetivos. El primero es ofrecer un recorrido por momentos esenciales de la vida de Membrado y sus ideas regeneracionistas y revisar las fórmulas en torno al ruralismo y la descentralización, pormenores que se desarrollarán en el capítulo «Juan Pío Membrado Ejerique (1851-1923): ruralismo y descentralización». El segundo buscará aunar la esfera pública y la privada, y tal se hará en el capítulo «El sabio proyectado desde un rincón bajoaragonés».

    «Juan Pío Membrado Ejerique (1851-1923): ruralismo y descentralización» se centra en las obras y artículos de Membrado, estableciendo un primer paralelismo con Costa, del que lo separaría el interés de nuestro autor por la pedagogía en su entorno más próximo, sin desdeñar al público menos formado, como podrían ser los agricultores, jornaleros y pequeños propietarios.

    Se señalan en el capítulo dos libros de Juan Pío. Comienzan con La agricultura como profesión (1895), cuya tesis preeminente sostiene que «los pueblos rurales no solo habían quedado al margen del progreso […], sino que padecían y soportaban las mejoras disfrutadas en otros ámbitos. […] demandaba procedimientos urgentes de descentralización administrativa», a la vez que trataba de desmontar tópicos como el del agricultor ignorante y pobre, ya que defendía al universitario hijo de propietarios que decidía modernizar las explotaciones familiares para crear riqueza y amor por la tierra en la que vivían. Son sus palabras textuales las siguientes: «Son contadísimos los que, viviendo en ciudad, están dispuestos a probar con actos, no con palabras, su deseo de que a los pueblos se les restituya […] lo que están pagando para el bienestar y ostentación de los hijos mimados de la oligarquía».

    Continúan glosando El porvenir de mi pueblo. Batalla a la centralización (1907), una defensa a ultranza de la población rural, un recuerdo del abandono en el que la sumen políticas equivocadas, como las de las últimas desamortizaciones que habían sufrido. Esta obra brindó respeto y reconocimiento intelectual a Membrado. Es destacable el hecho de que la ideara a modo de carta al alcalde de su pueblo, lo que entronca también con el texto que nos ocupa. Del mismo modo, El porvenir de mi pueblo es el título del muy estimable cortometraje de Miguel Santesmases, con guion de Ramón Mur.

    Los autores repasan las ideas asociacionistas de Membrado, así como sus conocimientos técnicos del cultivo. Se pueden percibir sus ideas con respecto a las políticas hidráulicas, su queja sobre el alejamiento de la política y el mundo rural, los elogios a la necesaria educación, las críticas a la guerra de África, etc. Se mencionan diversos folletos, como pueden ser De cómo y por qué fui al ruralismo (1915) y Los pueblos de Aragón ante el regionalismo. Comentarios a la asamblea municipalista de 1916 (1917).

    «El sabio proyectado desde un rincón bajoaragonés» recuerda que en el epistolario hay un mayor peso del Membrado receptor. Hay escritos que le solicitan ayuda técnica; hay «incidencias y opiniones, peticiones de información, recomendaciones, muestras de interés de personajes relevantes»; correspondencia relacionada con el Fomento del Bajo Aragón, del que sería presidente; felicitaciones; indicaciones sobre la publicación de sus obras; cartas laudatorias; condolencias; notas de pésame; peticiones de mediación y para que se presente a las elecciones por algún partido; intentos de convencerlo para que se adhiera a alguna corriente (ruralismo, municipalismo, georgismo, regeneracionismo, agrarismo, regionalismo, republicanismo, aragonesismo, por nombrar algunas), etc.

    Leyendo todas las letras que le dirigen, en algunos casos, como a un pater familias común al que se le reconoce la ascendencia sobre la comunidad, el lector no puede sino emocionarse ante la figura de una persona que se manifestó y se comprometió por lo que consideraba justo. Así, le dedicaron frases como estas: «Menos mal que almas como la de usted en su continuo batallar animan y vivifican a los espíritus muertos, si no, nuestra ruina sería inevitable»; «He podido notar que es usted un sabio, que tiene carácter, rectitud, clara inteligencia y sano corazón»; «Persevera en esa tarea y aunque no valga nada, será tu nombre imperecedero en los anales de la historia rural», cita esta última premonitoria.

    Los asuntos propios del día a día encuentran igualmente un lugar, y podemos conocer recados, consultas de negocios, de ventas, de indumentaria, de arriendos, de compraventa de materiales, noticias de la familia, etc.

    Sus colaboraciones con la prensa se determinan con precisión en este capítulo. Escribió para todo tipo de periódicos, tanto especializados como generalistas. También cedió sus letras a boletines variopintos. Opinó sobre las campañas del aceite, la falta de comunicaciones, música, ciencia, etc. Las solicitudes de los directores de periódicos son abundantes («Y siendo usted, a juicio de muchos, el más perfecto agricultor de secano de esta comarca […], ¿no he de conseguir que usted nos dedique unas cuartillas […]?»).

    El epistolario en sí se ha ordenado cronológicamente, lo cual permite efectuar un seguimiento biográfico, histórico, ideológico y personal. El criterio temporal posibilitaría que la propia lectura de las cartas nos ofreciera toda la información que pudiéramos precisar sobre Membrado y el mundo que lo rodeaba prescindiendo del prólogo y los estudios introductorios, aunque no sea algo recomendable, a nuestro juicio, pues avanzaríamos más a tientas sin esos mapas tan magníficamente trazados por los autores del prólogo y los estudios introductorios. Es, no obstante, una selección atinada y, no cabe duda de ello, muy meditada.

    Debemos situarnos en hace más de un siglo. Membrado empleaba la pluma y el correo para hacer oír sus ideas escribiendo en un pueblo aragonés apoyado en un humilde escritorio. Es hermoso pensar en aquella entrega a la belleza del género epistolar, que tan abundante y rico fue desde el mundo clásico hasta hace relativamente poco, con la llegada del correo electrónico o la mensajería instantánea. En estas misivas saltan a la vista el esfuerzo, la concentración, la buena sintaxis y el empeño por lograr una comunicación basada en el respeto por el destinatario. Leer los refinados saludos, las educadas despedidas, la consideración hacia la otra persona, en definitiva, recordar los buenos modales es un placer ya impropio del día a día, donde, salvo en determinados ambientes marcados por los protocolos, parecemos haber desdeñado unos hábitos que nos permitían ser y estar en sociedad acatando unas normas de convivencia. A aquellos años más civilizados nos retrotraen las cartas a nuestra disposición.

    Merecen unas breves líneas tanto las referencias bibliográficas como el índice onomástico, ambos bien resueltos, muy útiles para profundizar en la materia si se desea y un indispensable complemento para las minuciosas notas a pie de página que jalonan los textos. Es obligado apuntar que está incluida la obra de Ramón Mur al respecto de Membrado, que podemos juzgar de imprescindible para la comprensión del escritor y de su tiempo, en concreto, Sadurija. Anales secretos de la casa Membrado, que ya reseñamos en su momento.

    Sería imperdonable no hacer referencia a las imágenes que ilustran el volumen, de la mano del fotógrafo Alberto Bayod y del Archivo Membrado, que ejercen de pequeña ventana a un tiempo que ya pasó y que nos permiten ver el hogar, la familia, el trabajo, las ropas y diríase que hasta el aire que se respiraba. Es muy agradable también disponer de reproducciones en facsímil para contrastarlas con las transcripciones.

    La publicación está muy cuidada en todos sus aspectos, y es de agradecer una chispa de originalidad en las palabras de cierre («Este libro se coció a fuego lento en torno al centenario de la muerte de Juan Pío Membrado, durante el año 2023, y estuvo listo para ser degustado muy poco después»).

    Estimulados por haber podido conocer algo más de la vida y la obra de un hombre bueno, genuinamente interesado por sus paisanos, y en su homenaje, nos despedimos con las palabras que le dedicó Juan Monea: «Don Juan Pío Membrado y Ejerique, infanzón, Dios os guarde».

Prólogo de Ramón Mur; edición, estudios introductorios, notas y selección de originales de José Domingo Dueñas Lorente y Carlos Serrano Lacarra
Cuadernos de Cultura Aragonesa, n.° 76. Rolde de Estudios Aragoneses y Aladrada Ediciones, con la colaboración de los ayuntamientos de Alcañiz y Belmonte de San José (Teruel)
256 páginas
Año de edición: 2023
ISBN: 978-84-126498-5-7

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