Muestra fotográfica de Sara Gresa en El Entalto


Por Sara Gresa

    «Mi nombre es Sara Gresa Muñoz, tengo veinte años y vivo en Zaragoza. Mi pasión por la fotografía comenzó hace años y desde los 13 aproximadamente empecé a trastear con las cámaras.

    He realizado varias exposiciones en Zaragoza que han tenido muy buena acogida y me hace mucha ilusión seguir enseñando mis fotos, realizando proyectos y continuar fotografiando. Es una muy buena oportunidad que existan espacios en Zaragoza que cedan sitio a artistas pequeños para poder enseñar lo que hacen.

  Durante todo el mes de mayo podéis ver una muestra de mis fotografías en El Entalto. Allí encontraréis una selección de imágenes de cielos que he tenido la suerte de fotografiar en distintas ocasiones. A la hora de hacer fotos, me inspiran muchas cosas entre las que están los atardeceres, como bien se puede apreciar en esta exposición.

    Pero no es lo único que lo hace: me encanta la gente, me sentaría en medio de una calle a ver pasar a las personas durante horas y a fotografiar lo que más me interesara.

    Me inspiran las ciudades, los viajes y conocer lugares nuevos. Me inspira y me encanta fotografiar edificios, no sé definirlo muy bien pero la arquitectura y su predisposición, su magnitud, las ventanas, la gente asomada a ellas, la ropa tendida… me gusta la sencillez y fotografiar el día a día.

    Me inspira mi barrio, lo que significa para mí y sus calles. Me inspiran las historias de las personas, lo que cuentan, el mar, los paisajes. Me inspira la música, y el arte en general. Me inspira muchísimo Soria y mi pueblo. Me inspiran los movimientos sociales y el feminismo.

    Además de fotografía digital, también hago fotografía analógica desde hace un par de años. Combino ambas así que cuando salgo a hacer fotos suelo llevar tanto la cámara analógica como la digital.

  Empezar con analógica fue un descubrimiento porque me parece un tipo de fotografía muy especial. Tienes que pensar más antes de disparar ya que las fotografías son limitadas, por eso cuando revelo un carrete la sensación es indescriptible, al igual que también lo es lo que siento respecto a la fotografía».

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