Inteligencia emocional, artificial, endogamia e idiocia / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
https://demareteion.wordpress.com/

     Cada vez oigo más hablar de inteligencia como concepto y veo menos formación y consejo útil para su empleo.

    Comentando hace poco con colegas la valoración que hay que dar acerca de la inteligencia emocional de los alumnos (es así, aunque no os lo creáis), yo me declaré carente de inteligencia y de emociones. A ver si así me dejan en paz. Porque, ¡horror!, yo soy de los que piensan que la adquisición de conocimientos útiles para el propio individuo y la sociedad en la que vive, es lo más importante en la educación, y todo lo demás debe servir a ese fin. Y que la inestabilidad psicológica tan extendida entre el alumnado de diversos niveles educativos se debe a razones más extra que intraacadémicas: entorno social, educación familiar muy defectuosa, inserción social aún más defectuosa (incluso teniendo medios económicos), etc.

       Menos mal que ya tenemos aquí la inteligencia artificial. Sin duda una herramienta útil, pero una herramienta al fin y al cabo, no una divinidad o algo que te retira a ti de pensar y, especialmente, de trabajar. Sin embargo, en su frialdad, yo le veo cierto encanto. Incluso cuando le hacen simular emociones, no empalaga ni crea una mirada de desconfianza que se pregunte qué querrá lograr con ello. A mí me parecen  una excelente referencia las dos frases de la supercomputadora HAL 9000 en la película “2001: una odisea del espacio”. Primera: “Me estoy esforzando al máximo… que es todo lo que creo que cualquier entidad consciente puede aspirar a hacer.”. Segunda, cuando el ser artificial le pregunta a su creador, el Dr. Chandra: “¿Soñaré?”, y este le responde: “Desde luego que lo harás. Todos los seres inteligentes sueñan.”. Bienvenidos al futuro, o al pasado encarnado.

     De la endogamia voy a hablar poco, pero he de decir que no la soporto, que la he padecido y la padezco, que es abominable, que destroza cualquier deseo de que prevalezca la meritocracia, la igualdad, y la capacidad, y que es un cáncer putrefacto. Hoy ha llegado a ser eso. Ser hijo o pariente de un famoso científico, creador, político o lo que sea, es una ventaja social enorme, pues se han tenido unas oportunidades formativas, sociales y laborales extraordinarias. Pero no garantiza ni la excelencia del ser beneficiado por la endogamia ni su utilidad real. Lleva, con mucha frecuencia, al encumbramiento falso y corrupto, perjudica a quienes tienen más méritos y se han esforzado más, y acaba haciendo enfermar a ramas de la actividad humana en las que prevalecen estas prácticas. Incluso a la investigación, en la cual se da gran publicidad a lo que hacen los endogámicos, no ya por encima de logros mucho más válidos, sino ocultando intencionadamente esos avances de otros, intentando borrarlos de repositorios, conocimientos bibliográficos, desprestigiando, etc. Es decir, falseando la realidad de forma burda y brutal, valiéndose además de cargos y posiciones conseguidos endogámicamente. Ejemplos hay, obvios y ridículos a veces, otras absolutamente terribles y vergonzosos.

      De la idiocia diré aún menos, pero es una lacra con frecuencia añadida, además, a la endogamia. En este caso, muchas veces la enfermedad se genera en los grupos de interés, profesionales y políticos esencialmente. Y el objetivo es variado: yo te promociono a ti para que hagas parte de mi trabajo, y además serás mi colchón y apoyo para cuando necesite reconocimientos y alabanzas y tú hayas prosperado. En política, explica la cantidad de inútiles que, con sueldos y privilegios espectaculares, son sencillamente idiotas, sus trayectorias grises o negras, nadie se explica para qué sirven o qué harían de no tener esta agarradera, y se equivocan, muchas veces gestionando campos de administración muy sensibles, pero ahí siguen por su sumisión abyecta que les garantiza un presente y un futuro en perjuicio del pueblo gobernado. Terrible, pero frecuentísimo.

     La ventaja para poder comentar estas cosas es tener una memoria contextual que me permite, siendo además historiador, perspectiva suficiente para explicar por qué algunas cosas están sucediendo, y no parece que vayan a dejar de suceder. Sigamos así, y veremos hasta dónde podemos llegar. Porque llegar, eso sí, siempre se llega, ahora bien, ¿a dónde?

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