Adverbios (Situaciones cotidianas) / André Sierra


Por Andrés Sierra

    No sé por qué, pero tengo por los adverbios cierta devoción y eso que donde esté el verbo, y es lo más importante en la comunicación, no puedo evitar la curiosa  admiración por los adverbios, el por qué no tengo ni idea, en fin, tal vez enfermiza quizá, a veces suele suceder.

    Estoy altamente satisfecho de lo que hago últimamente, y no dejo de pensar en los adjetivos, muy importantes a la hora de expresarnos, por supuesto, pero yo… soy así.

   Un buen día me compré una novela. No me gustó nada. No me acuerdo ni el título y menos el autor. Resulta que abro la novela y están todas las páginas en blanco. Iba a tirarla a la basura, pero me dije: ¡hostia!, la escribo yo. Cierto (perdón) ciertamente que de esto hace tanto tiempo que ya no me acuerdo del título ni siquiera de qué iba el argumento, pero lo cierto (perdón) ciertamente el autor era yo.

    Algo que siempre me ha extrañado es –en la etnia gitana, y conozco a unos cuantos- los nombres propios que a sí mismos se ponen; es en inglés, mas bien, en americano, supongo por ver en la televisión películas americanas.

  Mi buen amigo Isidro, al comentarle esta cuestión me dijo su teoría al respecto, que por mi parte me pareció muy acertada y comparto al cien por cien, aunque aquí no voy a desarrollar. También los chinos se ponen otros nombres diferentes a los suyos, pero claro tiene un sentido lógico. Se ponen nombres en castellano.

   Hay ahora –hace tiempo por cierto-, algo que me parece un despropósito, lo de “adelantados a su tiempo”. Esa gente formidable estaba en su tiempo únicamente que veían la desde otra perspectiva que nadie veía, por ejemplo, Julio Verne. Y acertó en muchas cosas que han sucedido mucho tiempo después; ¿era un genio?, yo no losé, pero para mí (y me puedo equivocar) exclusivamente tenía imaginación, algo que es exclusivo del ser humano, como el habla, es decir la comunicación.

   Están las cotorras, los periquitos, etc. Pero dudo profundamente que estas aves que “hablan”, una frente a otra tengan una conversación. Una ha aprendido unas palabras y la  otra lo mismo, sean las mismas palabras o no.

   A raíz de esto como he dicho más arriba sobre los despropósitos, conozco a la señora Tere, que la considero amiga y hablando de la frase adelantados a su tiempo, Tere que tiene no menos de ochenta años, en algún momento me contó su vida; viuda muy joven y con dos hijos para sacar adelante. Estuvimos hablando de las palabras que ahora –para mí- están de moda y todo el mundo las usa, sobre todo refiriéndose a las mujeres: emprendedoras, empoderadoras, tal vez alguna palabra más. Pero eso no es del todo cierto. La señora Tere, en su momento, podía tener todos esos adjetivos, pero como dijo muy bien ella, simplemente hizo lo que tenía que hacer, sin más.

   Esas palabras “de moda” ¿son estupideces? No lo sé.

    Un paisano mío, el amigo Javier, me comentó que en las grandes superficies donde se compra de todo, debería haber estanterías con estupideces y el consumidor elije la que considere la mejor.

    Hasta creo que puede haber ofertas de esas de llévese tres y pague dos. Claro, la empresa, en una labor de marketing, habrá previsto, frente a la estantería aglomeraciones, y por supuesto habrán colocado más estanterías y como no más estupideces a las que tienen habitualmente.

    Y esto es la realidad absolutamente.

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