El renovado Movimiento Nacional / Dionisio Sánchez


Por Dionisio Sánchez 
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net

      Nos encontramos a una vuelta de tuerca de conseguir que en Aragón , con estructuras aparentemente democráticas, todo el entramado social y político…

…esté en el mismo “tempo” que lo hiciera el Movimiento Nacional que se guisó el abuelo Paco (don Francisco Franco, para los más jóvenes) para amaestrar y dirigir a 20 primero y 30 millones de españoles después. Y como los lectores saben mi apasionamiento por la teoría de los “círculos concéntricos” que tan extraordinariamente me inoculara cuando era jovencito  mi querido profesor Sancho, soy de los que opinan no ingenuamente que lo que ocurre en Aragón debería ocurrir en el resto de las comunidades de España.

     Naturalmente ahora los impulsores de este Movimiento no nos obligan a vestir con camisa azul ni a llevar bigote recortadito, es más, utilizan para sus siglas colorines y anuncios de última generación. Pero el efecto final aspira a ser el mismo: la alienación de los ciudadanos.

   Es harto difícil, en este Movimento, encontrar espacio para la libertad de acción puesto que todo está controlado y dirigido. Por “eficacia” en su gestión económica, las otrora  Cajas de Ahorro, por ejemplo, son ahora la Caja.

     Las sociedades públicas o semipúblicas, las empresas que tienen a la administración como su principal cliente, la explotación de la nieve, las plazas, los walqas, los grandes desarrollos urbanísticos y las previsiones territoriales a  futuro, las mobilitys,  la pujantes compañías que ofrecen “servicios de protección” (el nuevo “ladrillo”) contra malware y ransomware, seguridad en la nube, firewalls, análisis de amenazas y respuesta a incidentes para asegurar sistemas, redes y dispositivos. Y  los grupos del asfalto carreteril y bomberil, los servicios, las obras sociales, los “data centers”, las constructoras de vehículos eléctricos, las macroeditoriales trufadas de los mismos que nos guardan el dinero, nos construyen los pisos y nos venden las noticias, e incluso y, recientemente, las productoras de televisión, (ahora “la Productora”). Todo, todo, es lo mismo. Dinero público y privado al servicio del Movimiento. Son, por ponerles cara de dígito, los 500 (por decir muchos en la base) que en Aragón lo deciden todo y nos hacen caminar por su raya.

    A estas alturas de la tesis, algún avispado lector pensará: ¿y los medios de comunicación, esos adalides de la libertad y el objetivismo informativo? Pues, naturalmente,  también están en el entramado. Basta con echar la vista atrás y analizar los últimos movimientos accionariales que hubo no hace mucho en Aragón  para entender el estado actual de la prensa de papel o rascar un poco en las dependencias de la publicidad institucional para comprender que también ellos, esos medios de comunicación, están en el Movimiento ¡Y de qué manera! Si bien es verdad que como en el otrora Nacional, se permiten algunos pequeños “penduleos” con ángulos infinitesimales, aunque solo sea  para dar sensación de “pluralidad”.

    Recientemente no solo se ha reavivado el “No-Do” a través de la televisión autonómica, sino que mediante la concesión de las licencias digitales se ha conseguido una adhesión casi a la búlgara con el Movimiento de los medios herzianos y radifónicos. Solamente cuando se producen las conexiones nacionales (en la radio)  es cuando se puede apreciar, eligiendo, algún  atisbo de discrepancia. Por no hablar, naturalmente de los neoguisantes digitales al servicio de la causa

    Lo demás es el “todo uniforme”, característica fundamental de todo Movimiento que se precie.

    Aragón es hoy más que nunca en su historia una unidad de destino “democrático”  en los 500. Una sociedad domeñada, enferma y sin ideas. El excelente hogar de un  nuevo Movimiento Nacional donde el individuo está atrapado y donde la libertad no existe ni en el  puro nivel creativo ya que, como es natural, sabido y aceptado, también la cultura es institucional, dirigista y alienante y, por si fuera poco, aquí, en Aragol, su representante lleve una máscara filocomunista

     Y es que en general en la “cosa política” hay  determinadas personas  que una vez que  se ponen a gestionar el dinero público caen en una tremenda adicción.  Y la verdad es que son muy pocos los que terminan dando con sus huesos en la trena.

    Parece que la sociedad tiene una extraordinaria manga ancha al respecto y cuando se ponen a legislar –los que lo han de hacer- se sorprenden de que  las penas por el mangoneo son propias del siglo XIX y, entonces, deciden dejar las cosas tal como están, más o menos,  porque el sarpullido de la mano aceitosa es universal  y su corrección prácticamente imposible.

     Y lo malo, aunque nos sorprenda, es que  siempre ha sido así. César no conquistaba las Galias por hacer un favor a la humanidad sino para trincar lo que había. Y lo que había se trasteaba a través de  un banquero que adelantaba los denarios  para la empresa y luego se cobraba el crédito  con buenos intereses, un ejército  mercenario  que cobraba en efectivo para poner ardor guerrero en la conquista y  que a su paso  de tierra quemada  iban floreciendo sucursales en los lugares de conquista  para que los gobernadores se apalancaran  los impuestos correspondientes, pagaran al banquero y trincaran el diezmo para el  engrandecimiento del peculio del augusto de turno. Y se hacían templos y carreteras, y había arquitectos, curas y senadores y  mármol de carrara y poetas  a sueldo…Es decir, igual que ahora.

      Y así las cosas, ¿qué hacemos?

     Yo, amigos, de momento, hastiado y pensando en las muchedumbres que se avecinan, me voy a mi pueblo  a desbrozar malas hierbas y beber  con mis amigos. Cuando vuelva, ya les contaré ¡A caballo! ¡Yihiiiiii! ¡Salud! 

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