Por Jorge Marqueta Escuer
En 1830 Argelia pasó a ser una colonia francesa.
Paralelamente, en ese momento, el sureste español (Sur de Alicante, Almeria y Murcia) era una zona con poco desarrollo económico, eminentemente agraria, con gran dispersión parcelaria, muchos jornaleros, poco trabajo, paro estacional estructural y hambrunas frecuentes.
Esto empujó a grandes cantidades de españoles de esa zona (donde está Torre-Pacheco, entre otros municipios) a cruzar el mar en busca de mejores condiciones socioeconómicas en un lugar que, al fin y al cabo, era Francia.
Por supuesto, muchas veces en frágiles embarcaciones improvisadas, no siempre legalmente y con un alto coste de vidas humanas en el tránsito.
Su experiencia en labores agrícolas suponía una ventaja competitiva frente a la mano de obra parada obrera francesa instalada en la colonia con incentivos proporcionados por el gobierno francés (dándoles vivienda, aperos, ganado y tierras). Tanto es así, que la población española en la década de 1840 llegó a ser más de la mitad de los ciudadanos europeos en la colonia (por encima de los propios franceses).
A ellos hay que añadir los exiliados de nuestro conflictivo siglo XIX y, sobre todo, en 1939, antes de la toma de Alicante por los fascistas.
Dado el carácter muchas veces clandestino de esta emigración, desconocemos la cifra real de españoles que cruzaron el Mediterráneo buscando una vida mejor y, en última instancia, la nacionalidad francesa, cosa que la mayoría consiguió. Como muestra cito que solo en el año de 1882 casi 22.000 españoles entraron por Orán y se registraron como inmigrantes, a los que hay que añadir los que lo hicieron por otros puertos y los que lo hicieron sin registrarse por ir en «pateras».
Con mayor o menor intensidad esto fue así hasta la independencia de Argelia (1962), en que se produjeron repatriaciones de descendientes de españoles emigrados hacia Francia y hacia esta parte de España.
Hoy, el viaje es contrario, de las costas africanas llegan contingentes de trabajadores que buscan mejores condiciones de vida al otro lado del Mediterráneo y otros huyendo de cruentas dictaduras. Y, viendo los gravísimos sucesos de Torre Pacheco, uno reflexiona sobre la fragilidad de la memoria.
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