Por Manuel Ventura
Os veo venir. Sé que muchos de vosotros pensáis al ver esta croniquilla: como es el Manolo, no ha escrito sobre Brasil estos meses porque no había buenas noticias que contar. Tenéis toda la razón. Que entre tanto incendio y tanta bronca, debéis tener el saco lleno de malas noticias. A ver si lo que os cuente hoy os mejora un poco el humor.
La primera buena noticia que os quiero contar es que Brasil ha salido del mapa mundial del hambre, infamante retrato de la miseria que elabora la ONU.
Manuel Ventura
Corresponsal del Pollo Urbano en Brasil
Más de 24 millones de brasileños han dejado en el actual mandato de Lula, de sufrir inseguridad alimentaria. El apoyo a la agricultura familiar y la subida del salario mínimo han hecho su parte, pero lo más influyente ha sido el fortalecimiento del programa bolsa familia, que Lula creó el 2003 y con el que Bolsonaro no pudo acabar por la fuerte resistencia popular. El programa es sencillo: el Estado paga una pequeña cantidad por cada hijo a sus padres (a su madre, más concretamente), con la única condición de que estos demuestren que los hijos van a la escuela y reciben las vacunas del programa público.
He oído muchas veces que el programa es un fraude y que muchos reciben las ayudas mientras trabajan en la economía informal. Y seguro que sucede, pero no es una verdad generalizada. En este periodo, más de un millón de ciudadanos han renunciado a las ayudas porque han conseguido un contrato de trabajo.
Es cierto, también, que muchas beneficiarias no han querido legalizar su relación con sus parejas para no perder las ayudas. Pero eso nos es un fenómeno solo brasileño. Seguro que conocéis parejas, aquí en España que no se casan para no perder pensiones de viudedad. Y no te digo nada de lo que sucede en el mismo Brasil, donde las hijas de los militares disfrutan de una pensión vitalicia igual al salario de su padre cuando murió. Y no son cantidades pequeñas, nada que ver con las magras ayudas del programa Bolsa Familia. Como resultado de ello, muchas mujeres brasileñas hijas de militares (gente de bien, que diría la derechona) viven en pecado. ¡Quién lo diría!
Otra buena noticia es que el ex-presidente Bolsonaro está en prisión domiciliaria, después de habérsele colocado la tobillera electrónica, dentro del proceso que se sigue contra él por haber intentado un golpe de estado después de perder las elecciones contra Lula a finales de 2022. Sus seguidores niegan los hechos y han apostado por algo, en mi opinión, inédito. Intentan que el Congreso apruebe una ley de amnistía para el ex y sus cómplices ya. En mi ignorancia, pensaba que para amnistiar a alguien hay que esperar a que sea juzgado y condenado. Pero lejos de mí la tentación de entrar en jardines como el debate jurídico sobre amnistías.
Como Bolsonaro está inhabilitado para presentarse a las elecciones hasta el 2030 y va a ser juzgado por la tentativa golpista con un pronóstico desfavorable, sus seguidores han entrado en una guerra fratricida para quedarse con su expolio. El favorito es el actual gobernador del Estado de São Paulo, Tarsicio de Freitas, que fue su ministro y que alterna declaraciones de apoyo al ínclito con otras no tan alineadas. Pero no están fuera de la carrera otros, destacándose miembros de la familia. Su esposa Michelle, o sus hijos, Fabio (Senador por São Paulo) Carlos (concejal de Rio y ex jefe de la tropa de comunicación de la banda) y, sobre todo, Eduardo (diputado por Rio, aquel que fue propuesto por su padre para el puesto de embajador en Estados Unidos, empujado por su innegable experiencia de haber estado varios meses en USA friendo hamburguesas)
Eduardo vive hace meses en Estados Unidos, habiéndose licenciado de su cargo en el Congreso. Allí encabeza el lobby de apoyo a su progenitor, del que luego hablaremos. Estas últimas semanas ha perdido fuerza, porque en un cruce de mensajes con su padre, no se sobre qué asunto, tuvo la osadía de mandar a su progenitor a tomar por donde amargan los pepinos (VTNC, tuvo la osadía de escribir) Y eso, que es una ofensa de tamaño serio para cualquier padre, son palabras mayores cuando se dirigen a un tipo que ha hecho de su hombría la marca de la casa. De su hombría y de su machismo. Cuando no era más que el bufón del Congreso declaró que tenía 4 hijos y una hija, pero que ésta era fruto de un día de flojera.
Os hablaba del lobby pro-Bolsonaro en USA. Sus efectos han sido, como poco, asombrosos. No solo el jefe del circo, el inefable Trump, ha impuesto sanciones como la retirada del visado al juez que lleva el caso de la tentativa de golpe de estado, Alexandre de Moraes, sino que ha decretado a los productos que Brasil exporta a Estados Unidos un arancel del 50%, hasta que cese lo que llama caza de brujas contra su aliado.
No sabría opinar sobre los efectos económicos de la medida, habida cuenta de que Brasil es uno de los pocos grandes países con los que USA tiene superávit comercial, y de que el sector más castigado es el sector agropecuario, conspicuo aliado de Bolsonaro, pero sí de los políticos. La reacción de Lula ha sido ponderada (aún no ha decretado contramedidas arancelarias a los productos del gran hermano del norte, a la espera de una negociación seria) pero enérgica. Ha declarado que con la soberanía de su país no juega nadie. El resultado de ello, aparte de dejar en bragas a los jefes bolsonaristas, ha sido que la popularidad del Presidente electo haya subido 12 puntos en un par de semanas.
No me resisto a hacer la broma de que la acción del chulo del cole está siendo casi el único apoyo de una izquierda desunida y desorientada en todo el mundo. Con sus estupideces ha sido el factor esencial para que la izquierda (o casi izquierda) haya ganado las elecciones en Canadá y en Australia. Y es, de lejos, el mayor apoyo electoral a Lula. Bueno, y a Pedro Sánchez, ya que estamos.
No todo son buenas noticias en el gran país del sur. Aunque los datos de la actividad económica y del empleo son positivos, la mayoría de los parlamentarios, incluso los de partidos que tienen ministerios, juegan otra liga, la de desgastar al gobierno de Lula y preparar su propio futuro electoral personal. Ya os he contado en otras ocasiones el estrafalario sistema electoral, hecho justamente para que nadie pueda gobernar sin comprar (con dinero o con prebendas) la voluntad de cada diputado. Y lo peor es que eso no sucede debajo del tapete, sino a la luz del día, ante una opinión pública resignada. Creo sinceramente que solo la acreditada capacidad de Lula para la negociación y el malabarismo sostiene el garito. En fin, seguro que todo eso os suena.