Por Don Quiterio
Da comienzo la segunda temporada del ciclo ‘Caja de cine’, un programa de Fundación Ibercaja que coordina y presenta Enrique Abenia, crítico cinematográfico de la revista ‘Cinemanía’ y del diario ‘Heraldo de Aragón’.
La primera de sus sesiones está dedicada a ‘Charada’ y el resto de películas las componen ‘Día de lluvia en Nueva York’, ‘The artist’ y ‘Antes del anochecer’.
Stanley Donen dirige ‘Charada’ en 1963 y se pone a la altura de Hitchcock con esta espléndidamente dosificada muestra de comedia romántica, misterio, crimen y enredo, construida a partir de la confusión de identidad que se establece entre un asesino y el protagonista, con una pareja principal llena de química -a pesar de la diferencia de edad- y una de las grandes bandas sonoras, metálica, dinámica, de Henry Mancini. El resultado es un brillante homenaje al maestro del suspense, en concreto ‘Con la muerte en los talones’. La mejor definición que se haya hecho nunca de Cary Grant la hace en esta película Audrey Hepburn, cuando dice: “¿Sabes lo que está mal en ti?”. Y el actor contesta: “¿El qué?”. Y ella le responde: “Nada”.
En ‘Día de lluvia en Nueva York’ (2019), Woody Allen atrapa su bulliciosa urbe, más allá de la lluvia pertinaz que empapa las aceras, con amor, humor y suave melancolía: no como una jungla de hormigón, sino como un zoo humano. Es también una película nostálgica que procura ordenar el corazón de sus personajes mediante una escenografía repleta de encuentros y desencuentros, sazonada con ternura e ironía. Porque el maestro asume del cine clásico la serenidad como forma de ver el drama; del melodrama, el hiato entre lo real y lo imaginado; y del simbolismo, el mundo como un enigma o un misterio. A partir de ahí, engarza escenas preñadas de incertidumbres. Es la inquietud del caminante que no sabe dónde dormirá mañana, acaso bajo el puente de Brooklyn o al abrigo de las alas de un ángel que planea sobre Staten Island. Quizá, como diría Borges, está solo y no hay nadie en el espejo.
Un estupendo homenaje al cine mudo, con mensaje sobre la capacidad del ser humano para reinventarse, es lo que propone el filme de Michel Hazanavicius ‘The artist’ (2011). Estamos en el Hollywood de 1927 y una gran estrella del celuloide silente, al que la vida le sonríe, queda sepultada en el olvido con la llegada del sonoro. Paralelamente, una joven aspirante a actriz asciende meteóricamente en el mundo cinematográfico. Si bien es cierto que no alcanza los prodigios de la modélica ‘Cantando bajo la lluvia’, la película constituye un ejercicio de estilo y una sucesión de imprevisibles sorpresas que provocan una diversión constante, una sana conjugación de grandes referencias de la historia del cine y una inteligente mirada sin asomo de nostalgia u homenaje facilón. El conjunto es tan divertido como brillante y espectacular, capaz de abordar los lugares comunes de la trama desde los propios tópicos de la comedia, el melodrama o el musical de aquellos tiempos.
Con ‘Antes del anochecer’ (2012) cierra Richard Linklater la trilogía iniciada con ‘Antes del amanecer’ y seguida por ‘Antes del atardecer’, una historia río de pareja ‘guadiana’ rodada con voluntad y paciencia por el director y sus dos actores (Ethan Hawke y Julie Delpy) a lo largo de casi tres décadas y su paso y efecto por el tiempo. Ahora están en Grecia y revelan algunas sorpresas con respecto a sus historias en Viena y París, y que, ya en posesión de su vida adulta, conducen ese vehículo -de gasolina, diesel o eléctrico- que transporta el amor hacia un tercio final próximo a lo sublime.
Con esta trilogía y el resto de sus filmes, Linklater se muestra como un maestro en el arte del diálogo y la nostalgia, figurando en la selecta lista de directores a contracorriente de la industria de Hollywood. Un autor singular que es capaz de legar, incluso en sus proyectos de encargo, un sello muy personal. Su filmografía consta de documentales, experimentos que coquetean con el cine de animación, comedias políticamente incorrectas, retratos generacionales y mucho más. Porque Linklater es un cineasta relojero, que amasa el tiempo, lo cocina y lo sirve en películas a veces extraordinarias, como su trilogía de ‘Antes de amanecer, atardecer y anochecer’.